EDUCACION
Angeles sin amparo
Marcelo Jiménez Jiménez, Jóvenes
sin Censura
HOLGUIN, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Esteban
Moro es un hombre de unos 38 años de edad.
Y aunque una barba bastante tupida le cubre el
rostro, aún conserva la frescura juvenil
de cuando sus amigos de la adolescencia le nombraban
"El Gato". El mote le venía muy
bien, pues era uno de los que trepaban por los
aleros de las edificaciones becarias para llegar
hasta los albergues dormitorio de las internas
que junto a él cursaban el bachillerato.
En su caso se destacaba y ganó renombre
por no ser apresado en ninguna de las "incursiones
heroicas", con tintes de villano a lo Dick
Turpin o Tom Sawyer.
Ahora Esteban es uno de esos valerosos profesionales
que, aunque no se opusieron concretamente al poder
político, sí desertaron de las filas
del Ministerio de Educación y fueron a
dar a la barra de un bar en una instalación
turística. Él luego ascendió
hasta guía de turismo por sus conocimientos
de inglés.
Su preocupación no es su propio bienestar,
sino el de su hijo, adolescente hoy.
Para el gobierno, la situación de los
becarios nacionales no pasa de unos retoques a
las descascaradas instalaciones ubicadas en los
planes vianderos o citrícolas, como los
existentes en esta provincia oriental. Nada se
dice de las duras condiciones alimenticias, la
impunidad que ostentan los administrativos respecto
a la corrupción, ni sobre el desvío
de recursos en estos centros, pero menos se dice
de lo que prácticamente se pudiera considerar
como un sistema carcelario que opera en dichos
albergues.
Allí la convivencia es un asunto que va
más allá de las típicas riñas
de la edad. Para que se tenga una idea, baste
saber que los "mandantes" son titulados
"jefes de albergue" y sus nombrados
"lugartenientes" son denominados "jefes
de limpieza". En estos centros la limpieza
es por cubículos, pero, con la anuencia
de los antes mencionados, un padre puede pagar
por meses -o el año completo, si así
lo desea- para que su hijo no toque una escoba
o recogedor. También se presta en servicios
o custodia tanto a hembras como a varones.
Así es fácil ver a los alumnos
de grados terminales de escolaridad, de cuerpo
fornido y algo de guapería, con "inmunidad
disciplinaria" custodiando a muchos más
débiles, tímidos o normales. Son
frecuentes los ajustes de cuentas, los diezmos
obligatorios a la base de alimentos y otras pertenencias.
Sin embargo, en las encuestas, investigaciones
y publicaciones oficiales sobre el sistema educacional
en becas, se hace mutis, hablando en el argot
del teatro: "El silencio reina, la complicidad
se impone".
Hoy Esteban Moro recuerda casi arrepentido su
fama de "capo juvenil" en los internados
y escuelas llamadas "De cara al campo".
Ahora, con el vientre abultado, la barba entrecana
y el lenguaje desfasado, poco puede hacer su estampa
de antiguo felino. Otras fierecillas indomables
acechan a su entrenado cachorro. La orfandad escolar
de mi hijo le produce hoy un insomnio feroz.
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