Ante
la inestabilidad, hace falta el golpe
Ernesto F. Betancourt, El
Nuevo Herald, 4 de marzo de 2006.
Recientemente, el gobierno de los Estados Unidos
agregó a Cuba a la lista de países
en que se anticipa inestabilidad en los próximos
dos a cinco años. Ya, antes, se había
divulgado que la CIA tiene información
de que Fidel Castro sufre de una etapa avanzada
del mal de Parkinson. Por otra parte, los eventos
internos en Cuba revelan un recrudecimiento de
la represión, con los actos de repudio
llegando a grados de bajeza increíbles.
Además, con las medidas económicas
que está tomando, pareciera que Fidel está
igualmente convencido de que su fin se acerca
y está promoviendo el Apocalipsis.
Los actos de repudio de un extremo a otro de
la isla reflejan una política que sólo
puede venir del propio Fidel. Hay que preguntarse,
¿qué es lo que persigue con movilizar
esta gentuza envilecida y embrutecida para hostigar
y humillar a los opositores pacíficos?
A mi juicio, ésta es una política
deliberada de Fidel para radicalizar a la oposición
y hacerle cada vez más difícil la
aceptación de la idea del tránsito
pacífico, sin venganzas, que hoy en día
comparte la mayoría de la oposición.
La ira que se genera en mi ánimo cuando
leo los actos contra Martha Beatriz Roque o Hilda
Molina, o la denuncia del invidente Juan Carlos
González Leiva, me revelan que estoy reaccionando
tal y como quiere Fidel que reaccione. He llegado
a la conclusión de que no debemos dejarnos
manipular. Hay que acabar con el régimen.
En lo económico, los bandazos se hacen
cada vez más claros. La revolución
energética es otra charlatanada de Fidel.
Está despilfarrando cientos de millones
de dólares en adquirir pequeñas
plantas generadoras en Corea del Sur y Alemania.
No intenta reparar las grandes plantas generadoras
dañadas por el petróleo cubano,
alto en azufre, ni reemplazarlas por otras más
eficientes. Ha reconocido que los ingenieros de
la empresa eléctrica no comparten su solución.
Sin embargo, estos ingenieros no han tenido oportunidad
de dar a conocer al pueblo las razones técnicas
en que se basan para discrepar de la solución
de Fidel. En ningún país serio se
decide un problema que puede afectar el bienestar
de toda la sociedad, como es el del suministro
eléctrico, sin escuchar las opiniones discrepantes.
Sin embargo, la opinión del señor
feudal que domina el destino de Cuba es la única
que han oído los cubanos.
Ahora, según un despacho de Reuters, Fidel
se propone dar un viraje en la cuestión
azucarera. Después de haber festivamente
decidido que había que acabar con el azúcar
como producto de Cuba, ha resuelto revivir dicha
industria. El ministro de la industria azucarera,
general Ulises Rosales del Toro, ni siquiera es
mencionado en el cable de la Reuters. El único
a quien se consulta es al pobre diablo de Carlos
Lage. Y el valiente general, antiguo jefe de estado
mayor, ni siquiera presenta la renuncia.
Creo que ha llegado la hora de que, como en reiteradas
ocasiones ha pedido mi querido amigo Agustín
Tamargo, los militares honorables, que no están
dispuestos a que este loco los arrastre a un final
apocalíptico, actúen. No hacerlo
sería desastroso para Cuba y para ellos.
Hace falta que los militares den un paso al frente
y pongan fin al régimen castrista. Creo
que todavía están a tiempo y que
serían bien recibidos por el pueblo y por
la oposición, dentro y fuera de Cuba. Estoy
seguro de que los Estados Unidos y la Comunidad
Europea también verían con buenos
ojos ese paso. Y, ante la creciente irracionalidad
de Castro, en América Latina solamente
Hugo Chávez, temeroso del precedente que
se establecería, no los apoyaría.
Los demás harán la vista gorda.
Ha llegado también la hora de que los
cubanos de ultramar convoquen una asamblea general
de todos los grupos de oposición al régimen
para ponerse de acuerdo en un programa mínimo
para la transición. Este es el momento
histórico para crear la Cuba con todos
y para todos que soñara Martí. Ya
existen los foros para hacerlo.
Solamente hace falta una serie de principios
básicos alrededor de los cuáles
todos estén de acuerdo. Después,
será el pueblo cubano, en unas elecciones
libres, el que escoja a quienes quiere encargar
el gobierno. Además de esos principios
básicos, hace falta crear una mesa redonda,
como se hizo en los antiguos países soviéticos,
para administrar la transición.
|