Sabina,
atracción de feria en La Habana
Víctor Llano, Libertad
Digital, España, 1 de febrero de 2006.
Los amanuenses de la tiranía no disimulan
su gozo tras confirmarse la visita de Joaquín
Sabina a la finca de los Castro. Según
Prensa Latina, "Venezuela -país invitado
de honor- y el cantautor español Joaquín
Sabina, son las estrellas de la XV Feria Internacional
del Libro de Cuba que, con la participación
de 112 expositores de 30 países, se iniciará
el 2 de febrero en La Habana". Es para lo
que ha quedado el magnífico compositor
andaluz. Para atracción de una feria castrista.
Para estrella de un circo totalitario en el que
no se permite exponer a los escritores cubanos
desafectos con la barbarie comunista.
El Máximo Líder intentará
encontrar un hueco en su agenda para recibir al
anfitrión de Don Felipe y de Doña
Letizia. A Sabina -acostumbrado a cenar con gente
importante- no le costará mucho componer
una letrilla para cita tan solemne. A ella acudirá
sin poder disimular su turbación. No todas
las noches se cena con un asesino en serie. Pero
no le hablará de muerte y destrucción.
¿Para qué incomodarle? No le preguntará
por los poetas cubanos que no pueden publicar
sus libros en Cuba, ni por las turbas fascistas
que golpean a los disidentes que aún no
han encarcelado, ni por los periodistas torturados
en prisión, ni por los etarras que cobija
su anfitrión, cómplices de los que
asesinaron a decenas de andaluces.
Aunque tendría que estar curado de espanto
-me consta que el coma-andante siempre encuentra
quien le escuche- me fastidia especialmente que
entre sus admiradores esté Joaquín
Sabina. Me siento estafado. El andaluz ha escrito
coplas bellísimas. Me cuesta aceptar que
me engañó durante tanto tiempo.
Ni estuvo ni está con los derrotados. Miente.
Lo que realmente le pone es cenar con los poderosos
y bailar la música que imponen los tiranos.
Lo suyo es puro teatro. Le sobra talento, sí,
pero lo ofrece a la barbarie eterna. No sólo
admira al extranjero que más cubanos asesinó,
después de 47 años de tiranía
se presta a justificar con su presencia los crímenes
de los carceleros de más de cien mil condenados
por la injusticia robolucionaria, casi todos negros
y desesperados.
Durante mucho tiempo confié en que Sabina
acabaría componiendo una copla en contra
de la tiranía castrista. Después
del 11-M sé que no lo hará. Jamás
la verdad conseguirá estropearle un soneto.
Como a tantos otros, le resulta indiferente el
sufrimiento ajeno. Si aquí jamás
preguntó por las espantosas sombras que
envuelven los crímenes de marzo, no puedo
esperar que se interese por la suerte de Óscar
Elías Bicet.
Y es que Sabina miente más que habla y
habla mucho. Si en sus versos se acuerda de los
pobres y de los desamparados es para enriquecerse
a su costa. Prefiere alternar con los poderosos.
A su nivel es uno de ellos. Lástima que
pudiendo hacer mucho bien justificara tanto mal.
No es por pasta ni por vanidad por lo que vuela
a la Isla de los cien mil presos. Es por la admiración
que siente por los mafiosos castristas. Si cena
con el coma-andante intentará que no se
duerma antes de degustar una exquisita guayaba.
Lejos de emborracharle y con aviesas intenciones
animarle a que se pase de la raya, le recordará
que debe tomarse su dosis diaria de Levodopa y
juntos se reirán de los "gallegos"
que admiramos su talento. Pero no debo quejarme.
Es lo que merezco por comprar los discos de Juaquinito,
un millonario comunista que cada poco cena con
gente importante.
|