DESDE
LA CARCEL
"La verdadera razón de mi cautiverio es haber
denunciado al gobierno de mi país": Oscar Mario
González
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - "Nunca
pensé que mi modesto e irrelevante aporte
al futuro de Cuba tuviera mayor connotación.
Soy un simple ciudadano que intentaba difundir
la naturaleza brutal y demagógica del gobierno
cubano, pensando que con ello colocaba un grano
de arena en la edificación inexorable de
la Cuba venidera.", señala el periodista
independiente Oscar Mario González, quien
se encuentra encarcelado desde julio de 2005 sin
que se le haya celebrado juicio, en carta a su
hija, residente en Suiza.
PRISION 1580, La Habana - Febrero 14, 2006.
Hija querida: Yo, el que te ha acompañado
desde la infancia, al que nunca has visto atentar
contra nadie ni tocar con el dedo el fino pétalo
de la concordia social, hoy está en el
presidio, desde el cual te escribe.
Nosotros, tú y yo, que durante tantos
años hemos estado escribiéndonos,
jamás imaginamos que un día tuviéramos
que hacerlo bajo una situación tan adversa
para mí. Nunca pensé escribirte
desde el presidio.
¡Así son las cosas por acá!
De todo se ve y todo puede suceder sobre esta
verde islita, sobre este mundo alucinante y triste
del que algunos aún tejen ideas y fantasías
alejadas de nuestra realidad, y poseedores únicamente
de algunos criterios difundidos por la historia
negra que sobre Cuba ha fabricado el castrismo.
¡Pobres los incapaces de hurgar en pos
de la verdad! ¡Ha habido otros que por envidia
y demás oscuros sentimientos justifican
cualquier atropello siempre que se haga en nombre
de una falsa igualdad y de una justicia social
inexistente. Están aún los que,
utilizando las prerrogativas de la sociedad democráticas
crean tiranías que niegan toda libertad
y conculcan los más elementales derechos
humanos.
Las razones para mi encarcelamiento son incomprensibles
para cualquiera que viva en la sociedad en que
tú vives, pero totalmente entendible para
el cubano.
Tuve la indiscreción de criticar y cuestionar
al gobierno de mi país y denunciar su carácter
totalitario y dictatorial ante el mundo. Lo hice
de la única forma que sé hacerlo
y que se aviene con mi carácter: pacíficamente
y a través de la palabra.
El gobierno cubano, como otrora hicieran las
dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista,
nos endilgan el nombre de delincuentes y le agregan
los epítetos de mercenarios y agentes del
imperialismo yanqui.
Te juro, hija mía, que jamás he
tenido ni siquiera una entrevista privada con
funcionario alguno de los Estados Unidos o de
cualquier otro país. Aunque nada de malo
hubiera en ello. Por otra parte, la única
remuneración económica que he recibido
de la única agencia de prensa para la cual
he escrito, Cubanet, apenas ha cubierto mis modestas
y escasas necesidades materiales.
Te respeto demasiado para mancillar mi nombre
con algo tan deshonesto. Te amo con la requerida
intensidad como para evadir cualquier desliz que
empañe mi reputación. Te quiero
lo suficiente, y más aún, para nublar
tan hermoso cariño con el deshonor.
La verdadera razón de mi cautiverio es
haber denunciado al gobierno de mi país
ante una agencia de prensa cubana radicada en
Miami porque los medios de prensa de Cuba están
cerrados para los que, como yo, expresan criterios
independientes. En ellos sólo tienen cabida
los adulones y apologistas del poder político.
Por mi parte, siempre he pensado y he pensado
lo que he dicho en un clima de absoluto respeto.
He sentido la necesidad expresada en un mandato
de conciencia, de hacer públicos los abusos
y atropellos del poder político que por
más de 47 años ha estado sobre la
nación cubana.
Nunca pensé que mi modesto e irrelevante
aporte al futuro de Cuba tuviera mayor connotación.
Soy un simple ciudadano que intentaba difundir
la naturaleza brutal y demagógica del gobierno
cubano, pensando que con ello colocaba un grano
de arena en la edificación inexorable de
la Cuba venidera. ¡Cómo pensar que
tan nobles e inofensivos propósitos pudieran
acarrearme un presidio a mis 62 años y
con mis achaques! El amor a mi país, mi
devoción a la libertad y a la democracia
han sido los causantes de mi cautiverio.
Si algún día oyeras a tu padre
decir algo que contradiga lo que hasta aquí
te he referido, piensa que no es tu padre el que
habla. Sería otro hombre maniatado, endrogado
o presa del miedo, pero no sería tu padre
y estaría obligado a decirlo bajo la presión
del chantaje o la amenaza.
Espero que algún día podamos vernos
aquí en nuestro país, en un futuro
de libertad y progreso. Tomados de la mano andar
por las calles de La Habana, sin odios ni temores
y sin el desasosiego de volver la cara temerosos,
y con la vista fija únicamente en el porvenir.
Incúlcale a mi nieto, junto al amor a
Dios y al prójimo, la devoción a
los derechos humanos y a la libertad, de modo
que nunca comulgue con la injusticia y el atropello.
Que Dios los bendiga y que me permita pronto
depositar un beso grande que para tu frente llevo
aquí en el corazón.
Te quiere, Papá.
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