La
dinastía castrista, el escogido y Televisión Martí
Frank Calzon, El
Nuevo Herald, 16 de agosto de 2006.
Después de años de estudios y demoras
burocráticas, el presidente George Bush
acaba de ordenar a su administración que
haga lo que sea necesario para superar las interferencias
radiales y televisivas del régimen cubano
y lograr que las trasmisiones de Radio y TV Martí
lleguen a Cuba.
La reacción del general Raúl Castro,
por el momento presidente de Cuba, mientras su
hermano lucha por no morir como consecuencia de
su reciente operación quirúrgica,
no se hizo esperar. El hermanísimo amenazó
con castigos draconianos a cualquier cubano que
se atreva a instalar antenas parabólicas
o platos satélites para recibir televisión.
El régimen sabe que la BBC, Radio Europa
Libre y Radio Libertad auparon los deseos de libertad
de los centroeuropeos durante la guerra fría.
Raúl y sus generales no quieren que la
información sin censura llegue a sus compatriotas.
Además, lo cierto es que La Habana tiene
considerable apoyo internacional de los gobiernos
de Corea del Norte, China, Birmania y Bielorrusia,
que se solidarizan con el miedo de las autoridades
cubanas a las trasmisiones ''subversivas y contrarrevolucionarias''.
Son gobiernos, que como los generales raulistas,
están decididos a prevenir el contagio
de las ideas democráticas entre la población.
¿Y Ted Turner, el fundador de CNN, donde
está ahora que lo necesitamos? Hace dos
décadas, Turner consiguió convencer
a Fidel Castro para que le permitiese abrir un
buró de noticias en Cuba. Lamentablemente
los únicos cubanos que pueden ver (básicamente
de reojo) las transmisiones de CNN son los que
limpian las habitaciones en los hoteles para extranjeros
en la isla, donde no se permite entrar a los cubanos.
Después CNN se convirtió en una
subsidiara de Time-Warner; pero si el señor
Turner no puede hacerlo, ¿quién
convencerá a Raúl Castro de que
las antenas parabólicas de construcción
casera o las antenas de televisión por
satélite que logran recibir las novelas
de televisión mexicanas, no son un peligro
letal para un gobierno que dice contar con el
apoyo mayoritario de su pueblo?
La dinastía de los Castro controla todos
los periódicos, revistas y emisoras de
radio y televisión en Cuba. Por muchos
años, el régimen ha bloqueado las
transmisiones de televisión estadounidenses.
Ahorra que Washington comienza a emplear las tecnologías
necesarias en contra de la interferencia castrista,
un creciente número de cubanos han construido
(y escondido) sus antenas parabólicas.
Raúl y sus generales están furiosos.
Según la prensa oficial, están listos
para investigar y destruir las antenas y encarcelar
a sus dueños.
Claro que si los hermanos Castro no estuvieran
tan obsesionados con TV Martí podrían
reconocer que si las antenas fueran legales los
cubanos podrían recibir las transmisiones
de Al-Jazzera, TeleSur y otros canales progresistas
que aún aplauden los ''logros y las ventajas''
de vivir bajo gobiernos de corte estalinista.
De poder tener las antenas, los cubanos podrían
escoger. Ese es el problema de la libertad: ser
libre.
Por seguro, los generales raulistas entienden
bien la importancia de la prensa electrónica.
Al final de los cincuenta, cuando los revolucionarios
se escondían en la Sierra Maestra, la Radio
Rebelde tenía una gran influencia promoviendo
oposición al régimen de Batista
dentro y fuera de la isla. Durante la primera
etapa del gobierno revolucionario Fidel utilizó
magistralmente la televisión, que todavía
estaba en manos privadas, para encubrir sus designios
dictatoriales.
Fidel Castro ha llamado a las transmisiones americanas
''guerra electrónica''. A pesar de la escasez
generalizada que sufre la población, a
los helicópteros que el gobierno usa para
interferir las transmisiones americanas nunca
les han faltado gasolina o piezas de repuesto.
Durante la guerra fría los berlineses
orientales y los alemanes de la Alemania comunista
podían ver la televisión del otro
lado del muro de Berlín. Los húngaros
veían la televisión austriaca. Los
lituanos recibían las trasmisiones del
otro lado del Golfo de Finlandia. Ironía
de ironías: mientras el líder máximo
continúa en el hospital, su hermano a cargo
temporalmente de la isla, se preocupa menos de
la tantas veces anunciada invasión americana
(que nadie en Washington tiene intención
de realizar) que de ''las desestabilizadoras y
subversivas'' transmisiones de novelones mexicanos
o las noticias de TV Martí.
El resto del mundo sigue sin la menor evidencia
de que Raúl Castro, el ''escogido'', vaya
a iniciar las reformas económicas o políticas
que Cuba tanto necesita, aun después de
que muera Fidel y Raúl asuma el control
total del país. El régimen parece
favorecer el modelo de sucesión represiva
de Corea del Norte. Lo que más que una
ironía es una tragedia para los cubanos
y para el hemisferio occidental.
Director ejecutivo del Centro para Cuba Libre.
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