Las
izquierdas y el 'bloqueo' a Cuba
Humberto Belli Pereira, El
Nuevo Herald, 23 de noviembre de 2005.
M anagua -- La izquierda mundial está
celebrando el reciente voto de 182 países
en las Naciones Unidas condenando el llamado ''bloqueo''
norteamericano a Cuba. En realidad, podrían
encontrarse argumentos para cuestionar la negativa
de Estados Unidos a vender, comprar o invertir
en dicho país. Pero si la izquierda fuera
consecuente con sus creencias, lejos de oponerse
al embargo estadounidense debería aplaudirlo.
En efecto, una de las famosas producciones intelectuales
de los izquierdistas latinoamericanos, conocida
coma ''la teoría de la dependencia'', argumentaba
que los países desarrollados empobrecían
a los subdesarrollados a través de términos
de intercambio injustos: compraban nuestras materias
primas, cada vez más baratas, y nos vendían
sus productos manufacturados, cada vez más
caros. También nos explotaban a través
de las multinacionales, las cuales extraían
más riquezas que las que invertían,
y a través de los préstamos onerosos
de la banca capitalista. En resumen, para los
países subdesarrollados era una calamidad
verse incorporados al círculo de relaciones
económicas de las metrópolis. Autores
como Galeano (Las venas abiertas de América
Latina), Cardoso, Furtado, Gunder Frank y otros
exponían dichas ideas ante la fascinación
de la intelectualidad universitaria latinoamericana
y el arrebato casi místico de revolucionarios
como el Che, Castro, Fonseca y Ortega.
Por eso es sorprendente que al lograr Cuba la
bendición de ser excluida de ese comercio
rapaz y de esas inversiones y préstamos
tan dañinos procedentes de Estados Unidos,
la izquierda proteste y atribuya las penalidades
de la revolución, ¡a dicha ausencia!
''Todo este bloqueo --decía adolorido el
escritor Aldo Díaz Lacayo-- le ha costado
al pueblo cubano mil setecientos millones de dólares
por año''. Si esto fuera cierto, ¿no
significa que las relaciones económicas
con Estados Unidos son una bendición y
no la maldición que denuncia Galeano?
El izquierdista que mantiene las creencias clásicas
sobre la dependencia, pero deplora al mismo tiempo
que los Estados Unidos se nieguen a que sus empresas
explotadoras hagan negocio con la isla, incurre
en una contradicción que denota falta de
honestidad intelectual. Lo más honrado
y lógico sería que la izquierda
reconociera, como lo hizo Cardoso en Brasil, que
efectivamente el comercio e inversiones de los
imperialistas pueden ser muy beneficiosas, y que
la teoría de la dependencia fue una extravagancia
adolescente. Porque si se continúa pensando
que ésta tiene vigencia, lo único
que cabría, si se quiere ser lógico,
es aplaudir el actual embargo comercial.
Pero claro, la lógica no es la virtud
preferida por muchos izquierdistas. En particular
los que se rasgan las vestiduras ante el ''bloqueo'',
denunciando la supuesta violación al derecho
de los pueblos a negociar libremente, pero ignoran
completamente el verdadero bloqueo que el gobierno
cubano hace contra sus propios ciudadanos. Porque
si es inmoral que se le niegue a Cuba comerciar
con el imperio, ¿no es también inmoral
que se les impida a los cubanos a comerciar entre
sí? Dentro de todos los gobiernos de América
Latina no hay uno solo que bloquee tanto la libertad
económica de sus ciudadanos como lo hace
el régimen castrista. Los cubanos no pueden
producir lo que les parezca ni comprar y vender
a quien quieran. La potestad de producir y vender
es monopolio del Estado. Los cubanos tampoco pueden
intercambiar con libertad sus ideas. Los últimos
en intentarlo tienen condenas de más de
veinte años. Tampoco tienen la libertad
que goza un salvadoreño, mexicano o nicaragüense
de reclamar a sus políticos, cambiar sus
dólares, residencia o empleo, o de ir a
pasar las Navidades con su hija a Costa Rica.
Los cubanos están bloqueados por todas
partes y a todas horas, y no por el imperio, sino
por un sistema arcaico y opresor que pasará
a la historia como una de las grandes ignominias
del siglo XX.
Pero, en fin, así es la izquierda radical:
hipócrita e inconsistente. Llora las menores
injusticias cometidas por otros y no ven las inmensas
que cometen sus propios partidarios. Reniegan
de los tratados de libre comercio con el imperio,
pero cuando éste se niega a comerciar,
se horrorizan del costo y lo condenan por inhumano.
president@avemaria.edu.ni
Ex ministro de Educación de Nicaragua.
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