NOTICIAS
DE CUBA El
Nuevo Herald
Anuncios de Castro castigan a cubanos
Isabel Sanchez / Afp, La Habana,
23 de noviembre de 2005.
La ofensiva del gobernante de Cuba, Fidel Castro,
contra el mercado negro viene a tocar un nervio
sensible en el tejido social de los cubanos que,
acostumbrados a ''inventar'' para sobrellevar
las carencias, están a la expectativa de
las medidas que adoptará el gobierno.
Los cubanos pasaron el fin de semana digiriendo
el contundente discurso en que Castro anunció
la noche del jueves una batalla frontal contra
la ''bolsa negra'', la corrupción y las
ilegalidades, que, según él, amenazan
con destruir la revolución socialista,
en pie desde hace casi 47 años.
''Un huracán categoría cinco''.
Con esa frase, muy familiar para los cubanos,
Castro ilustró lo que está por venir
para acabar con los que llama ''nuevos ricos'',
la desigualdad social y los robos masivos que
drenan la economía estatal.
Aunque no precisó las medidas, Castro
anunció un estricto plan de control de
recursos estatales, dibujó el cierre a
pequeños espacios abiertos a la actividad
privada -pequeños restaurantes y agromercados-
y sugirió una futura revaluación
de la moneda local frente a las divisas convertibles,
lo cual afectaría las remesas.
En el plano más sensiblemente doméstico,
desestimulará el despilfarro de energía
con tarifas más altas para los que más
gasten, eliminará la libreta de racionamiento
-asignación mensual de alimentos subsidiados-
y atacará a los ''almendrones'', taxis
colectivos privados que alivian la demanda insatisfecha
de transporte público y que en los últimos
meses aumentaron sus tarifas.
''Hay abusos, eso es cierto. Muchos se han aprovechado
de las necesidades de la gente. Compran gasolina
en el mercado negro, y abusan con el pasaje, pero
hacen falta. No puedo esperar la guagua (bus)
por horas'', dijo una estudiante de 18 años,
que recién bajaba de un ''almendrón''
en una céntrica calle de La Habana.
La maquinaria del rumor que en Cuba funciona
bien aceitada aceleró su marcha el fin
de semana tras el discurso. Muchos acudieron a
los agromercados para abastecerse ante un eventual
''cierre'' y desde hace días hay aglomeraciones
frente a las casas de cambio para vender la moneda
convertible y adquirir pesos cubanos.
''La cosa se va a poner más difícil.
Vine al agro muy temprano porque me dijeron que
los iban a cerrar, pero no hay casi nada, está
muy malo y todo sigue carísimo'', dijo
un ama de casa de 49 años, en un mercado
del sector de Miramar, oeste de La Habana, objeto
hace diez días de una inspección.
La batida contra las ilegalidades, unida a los
efectos de la sequía y los huracanes, trajo
un desabastecimiento en los agromercados pues
la policía ha decomisado camiones de productos
cuyos vendedores no tenían licencias.
''Es un abuso, en este agro venden muy caro;
pero en el puesto de vianda -agro estatal subvencionado-,
que es muchísimo más barato, no
hay nada'', añadió el ama de casa,
que prefirió no dar su nombre.
Pero Castro dijo que, con las reformas que vendrán,
alcanzará para vivir del trabajo o la pensión.
Es decir, que no habrá necesidad de contrabandear
con bienes y servicios públicos y cederá
la desigualdad social que se disparó en
el país durante la crisis de los años
90.
''Lo que la revolución necesita es el
apoyo del pueblo a las medidas'', señaló,
al precisar que 28,000 jóvenes trabajadores
sociales libran la guerra contra ''el vicio'',
copando sectores como las gasolineras para frenar
el robo de combustible.
Sin embargo, muchos cubanos se muestran incrédulos.
Los salarios que se pagan en Cuba (de entre 10
y 20 dólares mensuales) obligan a muchos
a ''inventar'' otras formas de hacer dinero para
alimentar a sus familias.
''Llevamos muchos años viviendo del invento
como para que se acabe fácilmente. La gente
va a saber cómo resolver'', aseguró
un empleado de 36 años que vende vino en
el mercado negro.
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