Cuba:
15 años de un inicio pendiente
Oscar Peña, El
Nuevo Herald, 16 de noviembre de 2005.
Este año 2005 se cumplen 15 años
de que el Comité Cubano pro Derechos Humanos,
organización pionera de la disidencia,
tuvo el valor cívico y el amor a la nación
cubana de emplazar al régimen totalitario
de Fidel Castro a sentarnos entre cubanos en una
mesa nacional para debatir y tratar de iniciar
un proceso de solución de los graves problemas
del país. Lamentablemente para Cuba, de
la parte oficial no se puede reportar igual.
¿Cuál es la diferencia entre nuestro
llamado a un Encuentro Nacional y el llamado diálogo
de 1978? En que este último fue convocado
por Fidel Castro sólo para propagar la
inevitable liberación de más de
3,000 presos políticos que había
encerrado de manera criminal e injustificada por
más de 25 años y el universo completo
clamaba por su liberación y las visitas
familiares. Igual con las posteriores reuniones
llamadas de la emigración y la nación,
que sólo han sido para tratar problemas
de viajes a Cuba. El diálogo de nosotros
era convocado no para tratar un punto específico,
sino las causas del grave descontento nacional.
Las autoridades del régimen fueron --y
son-- anticubanas para aceptar esa necesaria acción
nacional. Como respuesta realizaron contra los
proponentes las acciones mafiosas y actos de repudio
oficiales que se cuentan entre los más
grandes que se han dado en estos 47 años.
Con pena por ellos y lástima por Cuba,
sufrí delante de mis ojos cómo prominentes
jóvenes como Felipe Pérez Roque
y Roberto Robaina, que tantas esperanzas de cambios
impregnaron en la sociedad cubana de la década
del 90, fueron al frente de la tropa movilizada
por el régimen que invadió nuestras
casas, nos insultó, atropelló y
arrastró por la calle Línea, del
Vedado.
Seamos francos. También una parte del
Miami cubano fue torpe y ligera. Coincidieron
con el régimen castrista atacando ese llamado
a un encuentro cívico entre cubanos. La
intransigencia nos vino por ambos lados. Estábamos
preparados para lo de La Habana, pero no para
lo de Miami. Se comprobó cómo el
extremismo se abraza con su contrario. Fue un
acontecimiento infeliz para la patria. Sólo
los dos sectores intransigentes de Cuba atacaron
la idea. En Miami nuestros compatriotas fueron
víctimas del endemoniado recelo y de la
vieja escuela de furia política cubana,
que entiende que al contrario sólo se le
gana matándolo, encerrándolo u obligándolo
a exiliarse.
Es difícil encontrar un país que
no apoyó nuestra iniciativa. Desde la representación
rusa en Cuba del sucesor Mijail Gorbachov hasta
la norteamericana. Fue la primera vez que el automóvil
del jefe de la oficina de intereses de Estados
Unidos en La Habana visitaba la casa de un disidente.
Respaldaron nuestro planteamiento. Desafortunadamente,
nuestro exilio perdió una oportunidad de
fijar para el pueblo cubano y para todas las cancillerías
su modernidad en métodos de liberación.
Jesús Arboleya, ex cónsul del gobierno
de Fidel Castro en Washington y actual jefe de
su centro de información y documentación,
ha escrito un libro titulado La contrarrevolución
cubana, de donde extraemos un párrafo de
la página 280. 'El llamado al 'diálogo
nacional', convocado en junio de 1990 por los
principales grupos contrarrevolucionarios internos,
constituyó un intento de concertación
contrarrevolucionaria alrededor del tema de la
'transición democrática', con la
peculiaridad de originarse dentro de Cuba y contar
con el apoyo personal del entonces presidente
George Bush. Sin embargo, fue calificada como
una traición por la FNCA y los grupos contrarrevolucionarios
tradicionales, y el proyectado intento unitario
abortó en medio de una fuerte disputa''.
La verdad es que ese encuentro cívico no
se ha efectuado no por lo planteado por el referido
autor, sino por el propósito histórico
del régimen de Fidel Castro de enarbolar
que sus contrarios son sólo norteamericanos.
Aún hoy sigue alumbrada la luz roja en
el panorama cubano, avisando de la existencia
del peligro del extremismo. Si es una irresponsabilidad
con el país que una parte no demuestre
buena voluntad, es una desgracia para Cuba que
sean las dos. El Ginebra más importante
y productivo está por hacerse con respeto
y cordura en suelo cubano. Aprendamos de las lecciones
de la vida. Ayer los mambises se mataban con los
españoles y después supieron convivir
con ellos. Hoy es más razonable tratar
de hacerlo porque es entre cubanos. Todos tenemos
que controlar las emociones y el dolor. No podemos
ser inferiores a otros países que han sabido
restañar graves heridas de sus sociedades.
De Cuba me expulsaron para no dejar rastros de
ese reto. Era su impulsor. No cuadra al régimen
un planteamiento opositor de esa naturaleza. No
somos el enemigo perfecto para ellos. La historia
nos dará la razón de que una mesa
nacional es la forma idónea y viable de
comenzar armonizar el país, y sin atizar
pasiones, abordar la justicia, el estado de derecho
y la convivencia nacional entre todos. Ello sería
el comienzo de la transición cubana. Orgulloso
estoy de haber sido un factor de la propuesta
dentro de Cuba. Desde Miami la sigo enarbolando.
Cada día es más necesaria. Con Fidel
Castro vivo o con los sucesores ''la contrarrevolución
cubana'' debe estar dispuesta a sentarse en la
mesa nacional a desbrozar el camino cubano. El
obstaculo y el cobarde no seré yo.
oscarpenacuba@aol.com
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