El
impasible coraje de las Damas de Blanco
Zoé Valdés, Tribuna
Libre, España, 3 de noviembre, 2005.
Dos años y medio de represión,
de angustia ante las constantes amenazas, de temor
ante las posibles consecuencias: las enfermedades,
las torturas físicas y psicológicas,
la desaparición sin explicaciones que por
desgracia siempre acecha... Todo esto y más
han debido soportar este grupo de mujeres que
en Cuba luchan por la libertad de sus esposos,
de sus hijos, de sus familiares encarcelados,
desde la Primavera Negra de 2003, y de otros que
han sido detenidos desde hace muy poco.
Las Damas de Blanco, nombre que ellas adoptaron
desde el inicio y con el que las conoce el pueblo
cubano porque desde entonces se visten con ropas
blancas en símbolo de paz y de la inocencia
de esos presos, recibieron el Premio Andréi
Sajarov, que recompensa a personalidades que luchan
contra la opresión, el fanatismo y la intolerancia.
Lo hicieron junto a Reporteros sin Fronteras y
a la abogada nigeriana Huawa Ibrahim. Cualquier
persona que ame la paz y la libertad deberá
sentirse muy satisfecha con el otorgamiento de
este reconocimiento a estas dos organizaciones
y a la abogada.
Particularmente soy muy feliz por Las Damas de
Blanco, porque estas mujeres han sobrevivido dentro
de Cuba con una dignidad que es la que realmente
hoy debe representar a nuestro país, y
no ese castrismo indecente que algunos gobiernos,
entre ellos el español, aprueban y apoyan.
Laura Pollán -esposa de Héctor Maseda
Gutiérrez- y Miriam Leyva -esposa de Oscar
Espinosa Chepe, quien se encuentra, por razones
de salud, bajo licencia extrapenal, o sea, en
su casa, pero que corre el riesgo de volver a
la celda, en la prisión sumamente lejana
donde se encontraba- son sólo dos nombres
importantes de entre este grupo de mujeres. Debo
recordar que Oscar Espinosa Chepe y su esposa
han sido invitados en varias ocasiones al extranjero
y que el Gobierno cubano no les ha dado la tarjeta
blanca, o sea, el permiso o visado de salida que
necesita cualquier ciudadano cubano para viajar.
Hará cuestión de un año
y medio, los periodistas Dennis Rousseau y Corinne
Cumerlato, quienes habían trabajado como
corresponsales de prensa en La Habana, organizaron
un homenaje a Raúl Rivero -todavía
en prisión en aquel entonces- y a los 75
presos de la Primavera Negra. Para mí constituyó
un inmenso honor participar en este evento junto
a la figura de Jorge Semprún. Decidí
vestirme de blanco, en homenaje a estas valientes
mujeres. Jamás olvidaré las palabras
de Laura Pollán en el documental que se
presentó aquella noche, titulado precisamente
Primavera Negra en Cuba; ella dijo que lo único
que le quedaba era su vida y que tendrían
que matarla si querían callarla, y que
ella no se callaría mientras su esposo
estuviera en prisión. Tampoco puedo olvidar
a esa anciana, sumamente huesuda, sufrida, contando
cómo la golpeó la policía
castrista cuando solamente preguntó por
sus tres hijos encarcelados.
¿Cuál ha sido la fuerza de las
Damas de Blanco? Por encima de todo, la paciencia.
A mi juicio ha sido eso, una enorme paciencia.Porque
estas mujeres no representan ninguna organización
o tendencia ideológica; estas mujeres sólo
piden la libertad y la paz. ¿Cómo
lo hacen? Una vez por semana caminan unidas, desde
la casa de Laura Pollán hasta la iglesia
de Santa Rita, en Miramar, con flores blancas
en las manos, vestidas también de blanco,
en silencio.Una vez en la iglesia, rezan y piden
por sus familiares y de nuevo regresan a casa.
Reunidas en la humilde residencia de Laura Pollán,
leen poemas escritos por los presos o dedicados
a ellos, revisan los artículos que les
llegan de los periodistas independientes, rememoran
momentos felices del pasado y se atreven a soñar
con el futuro, un futuro democrático para
la isla cárcel.
Lo curioso es que el hecho de que este grupo
de mujeres camine silencioso por las calles habaneras,
vestidas todas de modo diferente y con flores
en la mano, se haya convertido en un acto de protesta
en contra del Gobierno y, lo peor, que el régimen
haya enviado a las turbas, a las fieras de la
Federación de Mujeres Cubanas, dirigidas
por Vilma Espín, esposa de Raúl
Castro, y a las Brigadas de Respuestas Rápidas,
grupos represores del régimen, para golpear,
escupir, humillar, a las Damas de Blanco. Esto
ha ocurrido en varias ocasiones y las Damas de
Blanco han respondido elevando los brazos para
que no quede duda, ante la prensa extranjera,
de que no son ellas las que golpean. Ellas entonan
cantos religiosos o canciones cuyas letras evocan
el amor y la libertad. O sencillamente rezan a
coro.
Según me han contado, estas humillaciones
se han extendido a sus hijos en las escuelas.
Como explicó el hijo del ex preso político
y poeta Manuel Vázquez Portal y de Yolanda,
otra Dama de Blanco, en el programa televisivo
de Oscar Haza en Miami.Manuel Vázquez Portal
fue liberado poco después que Raúl
Rivero, también con licencia extrapenal,
y a él si le permitieron salir de Cuba
junto con su esposa e hijo. El niño de
unos ocho años contaba cómo lo insultaron
cuando le pidieron que redactara una redacción
en la escuela que debía leer en voz alta;
él decidió hablar de su papá,
un poeta encarcelado, y de lo que significaba
para un ser humano la libertad y la paz.
Me pregunto por qué no se ha tomado con
el mismo entusiasmo, por qué aún
no se ha apoyado mundialmente, como se hizo con
las Madres de la Plaza de Mayo -mujeres en las
que se inspiran las Damas de Blanco, ellas mismas
lo han reconocido- estas marchas pacíficas
por la libertad. Me lo pregunto, y tengo la respuesta.Y
es una respuesta que duele muy hondo: La tragedia
de los cubanos, 46 años de dictadura, moviliza
aún demasiado lentamente y a muy pocos
todavía.
El día en que supe la noticia del premio
llamé enseguida a la casa de Laura Pollán.
Hablé primero con Miriam Leyva y luego
con Laura, pude percibir una gran emoción
en las palabras de ambas, la emoción del
compromiso con la verdad, esta vez por fin reconocido.
La esposa de Héctor Maseda me dijo que
ya habían podido dar la noticia a algunos
presos, no a todos, solamente a aquéllos
con los que habían podido comunicarse por
teléfono y que todos estaban muy contentos.
Contentos en sus celdas, orgullosos de sus mujeres,
resueltos a seguir pidiendo lo que pedían
antes de entrar en la cárcel, cambios democráticos
en su país.
También llamé a Robert Ménard,
el presidente de Reporteros Sin Fronteras en Francia.
Este periodista y los que hacen su equipo luchan
cada día por la libertad de expresión
en el mundo y no han cesado ni un segundo de protestar
en contra de los abusos perpetrados por Fidel
Castro contra los periodistas opositores.Mucho
hicieron por la libertad de Florence Aubenas y
por la de Raúl Rivero, entre otros. Ménard
me confió, también muy conmovido,
que ellos dedicarían su premio a las Damas
de Blanco.
La Unión Europea ha hecho una gran obra
de justicia entregándole este premio a
estas tres entidades. Esperemos que las Damas
de Blanco, las damas cubanas de la paz, puedan
salir de su país para recoger el premio
y, lo más importante, que después
puedan regresar, sin problemas. Y, lo que sería
todavía mejor, que sus familiares pronto
se encuentren libres.
Zoé Valdés es escritora, autora
de La eternidad del instante, Premio Torrevieja
de Novela.
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