Cuba, los minimalistas
y el Presidente
Frank Calzon, El
Nuevo Herald, 23 de marzo de 2005.
Por distintos motivos las relaciones con Cuba
no han sido una de las prioridades del gobierno
norteamericano durante los últimos años.
La guerra contra el terrorismo, la amenaza nuclear
de Corea del Norte y la situación israelí-palestina
han relegado a Cuba --e incluso a América
Latina-- a un segundo plano.
Sin embargo, vale la pena preguntarse qué
importancia tiene realmente el régimen
de Fidel Castro. ¿Hasta qué punto
es rentable que el presidente George W. Bush dedique
parte de sus recursos y de su preciado tiempo
a pensar en Cuba y América Latina?
Muchos burócratas de Washington no le
dan importancia a Castro, lo consideran una simple
molestia. Ignoran la historia y el papel que Castro
está jugando en la coalición antiamericana,
que ahora incluye al vociferante Hugo Chávez,
y pretende extenderse por toda América
Latina. Vale la pena preguntarse cuáles
serían las relaciones entre Washington
y Caracas si en Cuba hubiese un gobierno pluralista
y democrático.
El Departamento de Estado subestima consistentemente
a Castro y no se ha aprovechado de las debilidades
del dictador para impulsar la democracia en Cuba.
Un ejemplo es TV Martí, que no pudo recibirse
en la isla hasta que el presidente Bush ordenó
que un avión sirviera como plataforma de
transmisión. Las pruebas del avión
han demostrado que TV Martí se ha visto
en partes de Cuba. La cuestión ahora es
un asunto legal: ¿ordenará la Casa
Blanca una determinación legal que haga
posible las transmisiones desde espacio aéreo
internacional?
Castro ha sido un problema para la seguridad
nacional desde que, en 1962, pidiera a Jrushov
que lanzara cohetes atómicos contra Estados
Unidos. Más tarde La Habana ha entrenado
a terroristas, como al infame Carlos el Chacal
y, hoy, Castro da refugio a fugitivos norteamericanos,
incluyendo a asesinos de policías norteamericanos.
Ahora que el presidente Bush está en la
Casa Blanca, Castro tiene que ser más cauteloso;
pero aun así se aprovecha de cualquier
oportunidad para hacerle daño a Estados
Unidos.
George W. Bush no es el primer presidente americano
que saca a Castro del error de creer que podría
chantajear a los Estados Unidos. Reagan y Bush
padre lo hicieron. Sin embargo, la burocracia
no parece saber más sobre Castro que en
1980 y 1996 cuando el dictador Castro desató
una ola de miles de refugiados desesperados en
el Estrecho de la Florida. Temerosos de fracasar,
los burócratas aconsejan no ''provocar''
a Castro y poner en práctica respuestas
mínimas en vez de iniciativas vigorosas
a favor de un cambio democrático en Cuba.
Nada más coherente si analizamos la convicción
del presidente Bush de que las democracias juegan
un papel fundamental en la lucha contra el terrorismo,
y su convencimiento de que los estados que promueven
el terrorismo observan con atención cualquier
señal de debilidad norteamericana para
explotarla.
La Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, es
coautora del libro Una Alemania unida y una Europa
transformada: un estudio de diplomacia, en el
que describe lo que sucedió cuando el padre
del presidente Bush decidió explotar con
valentía una peligrosa situación
en Europa. El resultado fue contundente: una Alemania
reunificada pacíficamente bajo la OTAN,
los ejércitos soviéticos de vuelta
a Moscú y los ejércitos americanos
todavía en Alemania. El resultado a los
retos políticos y diplomáticos de
entonces no estaba decidido de antemano, pero
lo decisivo fue que entonces el presidente norteamericano
se negó a transigir por menos de lo que
su análisis le indicaba.
Regresemos a TV y Radio Martí. Fue necesaria
la intervención del presidente Reagan para
que la emisora saliera al aire, y fue el presidente
Bush padre el que comenzó las transmisiones
de TV Martí. Castro teme enormemente el
impacto que las transmisiones pudieran tener sobre
los cubanos. El compromiso con la libertad y la
democracia debería llevar al Presidente
a intervenir y ordenar que se busquen las tecnologías
necesarias que hagan posible unas plataformas
de transmisión efectivas.
Yes que paulatinamente, y mientras los norteamericanos
se preocupan de lo que ocurre a miles de millas
de su país, las nubes de una tormenta más
cercana se acercan irremediablemente a sus costas.
El Presidente ha expresado su fuerte apoyo a Radio
y TV Martí y ha demostrado su intención
de no esconder debajo de la alfombra cuestiones
ignoradas durante años. Radio Martí
comenzó bajo la administración del
presidente Reagan; TV Martí bajo la de
Bush padre. Una vez alertado del peligro, y de
las posibles alternativas, es probable que el
Presidente concluya que continuar ignorando lo
que sucede en la América Latina no es lo
mejor para el interés nacional de su país.
Con un gasto comparativamente moderado y corriendo
algunos riesgos, los Estados Unidos puedan revertir
la situación a su favor, y a favor de la
causa de la libertad, sin perder vidas americanas
en el proceso. TV y Radio Martí son una
gran promesa y George W. Bush no es de los que
se olvidan de lo prometido.
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