ECONOMIA
Sinocentrismo
en el Caribe (II y final)
Ariel Delgado Covarrubias
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - El
pasado 15 de marzo el general norteamericano Baritz
J. Craddock, Jefe del Comando Sur de las Fuerzas
Armadas de Estados Unidos (SOUTHCOM), declaró
ante la Comisión del Senado para las Fuerzas
Armadas, refiriéndose al incremento de
la presencia económica china en América
Latina, que "el aumento de los intereses
económicos, presencia e influencia en la
región no es una amenaza". Pero arguyó
que "evidentemente, son componentes de una
situación que debemos reconocer y considerar
cuidadosamente al elaborar nuestros propios objetivos,
políticas y participación en la
región".
Económicamente China es uno de los sostenes
actuales de la economía norteamericana.
Si se tiene en cuenta que Estados Unidos compra
un 50 % más de lo que vende, y que en los
últimos 15 años las exportaciones
chinas a Estados Unidos han crecido en 1,600 %,
mientras que las de Estados Unidos al gigante
asiático sólo lo han hecho en 415
%, se puede entender fácilmente el grado
de dependencia establecido entre las dos economías.
Un informe emitido por la Morgan Stanley muestra
que las importaciones baratas de China le han
ahorrado 600 mil millones de dólares a
los consumidores norteamericanos en la última
década, y situación similar presentan
las principales empresas de ese país. China
tiene un crecimiento promedio del 9 % anual, el
más elevado del orbe, y ese crecimiento
salvó a la economía mundial de la
recesión desatada después que estalló
la burbuja del mercado accionario en los Estados
Unidos en 2000-2001. La compra de los bonos del
Tesoro americano ha permitido que los norteamericanos
y su gobierno sigan pidiendo y gastando, y con
ello mantienen la marcha de la economía
mundial.
Ya nadie niega que China es una potencia económica
emergente, y aunque superada aún por el
grupo de los países más ricos del
mundo, su impetuoso crecimiento continúa,
y ya algunos ven la posibilidad de quedar en la
palestra internacional como la potencia rival
de Washington. Lo cierto es que una potencia emergente
necesita de un reajuste en el mapa de las influencias
internacionales. Antes predominaban las políticas
y su solución eran las guerras. Hoy, por
lo menos hasta el momento, las influencias económicas
se resuelven con los mecanismos económicos,
y se evita que las contradicciones surgidas puedan
llegar a un conflicto bélico.
En busca de mercados y materias primas el gigante
asiático ha irrumpido en Latinoamérica
para ampliar su influencia política sobre
los nuevos socios en la búsqueda de apoyo
y más comprensión a su conflicto
con Taiwán, la Isla Rebelde, que a su vez
merma su influencia en el subcontinente americano.
Y especial énfasis han puesto los dirigentes
de Beijing sobre el Caribe, y no precisamente
por sus playas y clima tan propicio al turismo.
La presencia de otra Isla Rebelde, pero ésta
de su principal rival económico, con un
sistema político basado en los mismos principios
que los chinos, acrecienta el interés.
En el mapa geopolítico dos islas en dos
estrechos se enfrentan a las dos potencias. Si
Estados Unidos apoya a Taiwán, constituyendo
una punta de lanza sobre los chinos, ¿por
qué los chinos no podrían ayudar
y mantener a la Cuba de Castro y con ello equilibrar
la política de presiones entre ambos bandos?
Visto así, el apoyo económicos al
gobierno de La Habana es un fuerte sostén
a las pretensiones del Caudillo Verde Olivo de
perpetuar su sistema, de ahí que con la
reconstitución de su cuadro de alianzas,
que incluye también a la Venezuela de Chávez,
Castro proclama alcanzar la "invencibilidad
económica".
En medio de un ambiente de enfrentamiento, la
posibilidad del naipe militar tampoco es desdeñable.
Estados Unidos apoya y equipa militarmente a los
taiwaneses, y desde la desaparición de
la URSS los cubanos no ha podido modernizar tecnológicamente
sus fuerzas. Un acercamiento entre los dos ejércitos
poseedores de una misma ideología puede
ser una realidad, que si bien no públicamente,
podría estar en camino. El coloso asiático
posee el mayor ejército del mundo, integrado
por 25 millones de almas, y se equipa tecnológicamente.
Su presupuesto es el cuarto mayor del mundo y
se incrementa anualmente a un ritmo del 10 %.
No se puede olvidar que China es una potencia
nuclear y ya ha puesto a un hombre en el espacio.
Un acercamiento militar a Beijing vendría
de maravillas para el gobernante cubano, tan propenso
a enfrentamientos con su vecino del norte. La
actualidad no induce a pensar que los mandarines
chinos apuesten militarmente a Cuba como una base
de operaciones, cuando su asimétrica política
exterior tiende más al fortalecimiento
económico que a la geopolítica militar.
Pero por las mismas razones no se puede descartar
que vean la avanzada posición de la isla
del Caribe como un elemento compensador en cuanto
a las presiones que reciben de los norteamericanos.
En un reportaje titulado "¿Acaso
el Futuro Pertenece a China?", firmado por
Fareed Zakaria en la revista Newsweek del pasado
mes, se explica que "inevitablemente, el
reto de China cobra más importancia para
Estados Unidos. Históricamente, cuando
una potencia que lidera el mundo es desafiada
por otra que surge, ha tenido una relación
difícil. Y aunque ningún bando lo
admitirá públicamente, tanto China
como Estados Unidos se preocupan y se preparan
para los problemas. Al decir esto no asumo que
habrá guerra, o siquiera conflicto, simplemente
apunto la posibilidad de que haya tensiones entre
ambos países. Como lo manejen ambos bandos
determinará sus relaciones futuras, y la
paz del mundo".
Ojalá podamos compartir la esperanza expresada
en ese trabajo, y que la paz del mundo se mantenga
y el Caribe nunca más llegue a ser un escenario
de enfrentamiento entre potencias.
|