''Secreto
de Estado'' una proyección del pensamiento cubano
Ignacio T. Granados, Especial/El
Nuevo Herald. 3 de julio de 2005.
El sello editorial Benya, de Miami, acaba de
hacer su apuesta, con el título Secreto
de Estado, de Juan Benemelis y Eugenio Yáñez.
En principio, la eufórica afirmación
del General del Pino para la portada llama a la
desconfianza; y por lo que se lee en las primeras
páginas, parece que hay razón para
desconfiar. En definitiva, el género castrista
ya amenaza con sobresaturar el mundo literario.
Sin embargo, a la altura del segundo tercio, resulta
que en efecto no se puede dejar el libro, porque
ya se está inmerso en el placer de leer.
No está claro cuál es la fórmula,
pero en esta novela de Benemelis y Yáñez
el lector se encuentra atrapado en la tensión
dramática, como en cualquiera de los buenos
libros de antes, que se hacen muy poco ahora.
Secreto de Estado es una obra que parece la proyección
perfecta del pensamiento de los cubanos. A medio
camino entre la ficción y el testimonio,
es puro análisis estimativo, profusamente
ilustrado. En todo caso, con esos ingredientes
Yáñez y Benemelis fabricaron una
historia que no descuida los detalles y confía
en la fuerza dramática de su propia trama.
Después de todo, no hacen sino aprovechar
el semillero de criterios y análisis políticos
de Miami, donde la alta política es el
dime que te digo entre La Habana Vieja y La Pequeña
Habana. No vale la pena un análisis del
valor político de la obra ya que nos encontramos
con una obra cuyo valor principal no es ideológico,
y que hace amistoso y agradable el acercamiento
literario al problema cubano. Por eso, la muerte
de Castro se presta para una aventura de tensiones
políticas con velocidad de thriller. Por
cierto, la crítica en general, coincide
en señalar que esa ''velocidad cinematográfica''
no es tan común en la amanerada literatura
contemporánea.
Al principio la novela se hace un poco lenta
con la presentación de los personajes que,
siendo reales en su mayoría, hacen su entrada
con un perfil de su trayectoria política
y militar. Eso da a la obra un carácter
semitestimonial, y permite una mejor definición
del interés de los autores. A medida que
avanza la trama, esas presentaciones disminuyen,
contribuyendo a la aceleración del ritmo
dramático. Hacia el final, los documentos
adjuntos, como planos de operaciones y descripciones
de terreno, pueden ser un poco ingenuos ya que
siendo una obra de ficción pero no de aventuras,
no hacen un aporte especial, sino que aligera
el impacto verdaderamente catártico que
se logra con el desenlace. La inserción
y el desarrollo de personajes están tan
bien logrados que hasta despierta suspicacia.
Pero, esa tensión constante en el devenir
de los hechos, esa expectativa alimentada sin
piedad, es una manipulación perfecta del
lector, que morboso al fin y al cabo pide más
intriga y se la dan. Con esta novela se cumple
el propósito perfecto del vitalismo de
la Vanguardia y que el Realismo echó a
perder: la difusión de los límites
entre la especulación y el fenómeno
real; el trasiego entre lo trascendente, en este
caso la imaginación, y el hecho.
Juan Benemelis es diplomático de carrera,
y aunque tiene experiencia como escritor es más
conocido por sus análisis de la realidad
cubana. Eugenio Yáñez es economista,
también especializado en la realidad cubana.
Ambos están acostumbrados a los análisis
ponderativos; los más eficaces en una realidad
tan impredecible como la cubana.
Físicamente la presentación del
libro no es la mejor, tanto en diseño como
en soluciones de edición y formato. Sin
embargo ello parece ser un problema superado dado
el impacto de la obra misma, que está llamando
la atención de editoriales sólidas.
La precariedad de la edición habla de la
fuerza con que los autores acometieron su propósito
de salir a la luz a toda costa.
Iggranados@hotmail.com
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