SOCIEDAD
Parcelación es(c)lava
Juan González Febles
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Si el capitalino
reparto Alamar fuera trasladado a otra latitud
más fría en Europa, Liberia o el
norte de Canadá, su aspecto sería
opresivo y deprimente. Con sus edificios rectangulares,
semejantes entre sí, parece producción
en serie. Las edificaciones se distribuyen en
bloques con pareja y enervante uniformidad.
Todo este triste conjunto salvó su rostro
humano gracias al verdor natural de nuestra vegetación.
Contribuyó decisivamente el calor, la alegría
y la creatividad de los cubanos. En su concepción,
Alamar responde a una visión delirante
y perversa. En su origen formó parte del
plan que pretendió rodear La Habana con
parcelaciones "revolucionarias". Estas
serían testigos del desplome de La Habana
anterior a 1959.
Alamar se inscribe en el más caro anhelo
del sistema que sufrimos. Su diseño responde
al modelo circular de las cárceles y los
ghettos. Unas pocas autopistas la unen al resto
de la ciudad. Estas arterias pueden ser bloqueadas
con una pequeña fuerza policial. El territorio
en su totalidad puede ser aislado del resto de
la capital a un costo mínimo.
A primera vista, Alamar parece un laberinto.
Las direcciones están dadas por edificios
y puntos de referencia. No cuenta con el ordenamiento
parcelar establecido en el resto de la ciudad.
Está concebido a partir de callejuelas
y pasillos propios para peatones. Falta espacio
para el estacionamiento de automóviles.
No hay garajes programados. En el plan del "Gran
Hermano" no se conciben vecinos de Alamar
automovilistas. No faltan espacios abiertos de
amplitud. Existen explanadas suficientes para
los actos políticos. Algunas están
flanqueadas por cuatro edificios. Estos espacios
donde concentrar público para escuchar
y corear consignas parecen ser el elemento primado
del entorno.
Demográficamente, Alamar es el territorio
capitalino donde se aprecia una mayor cantidad
de personas provenientes de las provincias orientales.
Su presencia, ya sea en la condición de
emigrantes legales o ilegales, marca la impronta
de la barriada.
En otro orden de cosas, Alamar, junto a Guanabacoa
y Regla es -entre otros- un objetivo de la policía
política castrista, por su "potencial
contrarrevolucionario". En cada una de sus
veintitantas zonas existe una oficina territorial
de la Seguridad del Estado.
Se cerraron terrazas y se improvisaron espacios
comerciales bendecidos por la presencia de cuentapropistas.
La concepción estética oficial colapsó
frente a rejas y ventanas ajenas al modelo establecido.
Algunas son inobjetablemente horribles, otras
singularmente bellas. Todas dirigidas a romper
la salmodia monocorde oficial.
Contra todo pronóstico, y a pesar de sus
anti-estéticas edificaciones, el lugar
encontró su belleza. Jardines y adornos
comprados por afortunados en las tiendas recaudadoras
de divisas (shopping). Productos artesanales más
modestos. Ventanas con vidrios nevados u oscuros.
Perros vistosos. Paredes pintadas y piedras colocadas
con arte. En ocasiones hasta con guirnaldas de
luces.
Alamar resistió el experimento y se recupera
de su estigma de nacimiento.
En términos de transportación y
recreo, se siente distancia del modelo oficial.
Los vecinos con mayor o menor reticencia desestiman
las opciones recreativas dirigidas. Prosperan
los balnearios "a la roca", a pleno
mar. La alternativa de mar y arrecife es preferida
por muchos. Existe rechazo por lo poco higiénico
y menos funcional de la piscina estatal.
No pocos vecinos han tomado "la ruta de
la balsa" desde esos balnearios. La gente
teme más la represión del régimen
que a los tiburones del estrecho más ancho
del mundo.
Alamar cuenta con una terminal de los ya tristemente
célebres y necesarios "camellos".
También es cruzado por algunas rutas de
ómnibus urbanos. Pero la verdadera garantía
de transportación sigue en manos de los
"boteros". Hay itinerarios de estos
transportistas libres para diferentes puntos de
la capital por la módica suma de diez pesos
moneda nacional.
Alamar fue uno de los sueños residenciales
de la Cuba de "antes". Hoy se integra
al sueño y la esperanza de todos, como
Centro Habana, Playa, Habana Vieja y el Cerro.
Se acepta que muchas civilizaciones y diseños
sociales son reconocibles por su estilo arquitectónico.
En Egipto antiguo se impuso una verticalidad orientada
a lo alto, en busca de lo divino. Entonces se
hicieron pirámides.
Grecia clásica nos dio el santo y seña
de la palabra democracia, y queda un Partenón
sostenido por columnas individuales y libres.
La belleza es plural y surge espontánea
de las piedras. En cuanto a Alamar, el estilo
imperante remite a las escuelas donde se adoctrina
o a las cárceles donde se reprime. Una
parcelación eslava por su origen y esclava
por su esencia.
|