PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 25 , 2005
 

SOCIEDAD
Parcelación es(c)lava

Juan González Febles

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Si el capitalino reparto Alamar fuera trasladado a otra latitud más fría en Europa, Liberia o el norte de Canadá, su aspecto sería opresivo y deprimente. Con sus edificios rectangulares, semejantes entre sí, parece producción en serie. Las edificaciones se distribuyen en bloques con pareja y enervante uniformidad.

Todo este triste conjunto salvó su rostro humano gracias al verdor natural de nuestra vegetación. Contribuyó decisivamente el calor, la alegría y la creatividad de los cubanos. En su concepción, Alamar responde a una visión delirante y perversa. En su origen formó parte del plan que pretendió rodear La Habana con parcelaciones "revolucionarias". Estas serían testigos del desplome de La Habana anterior a 1959.

Alamar se inscribe en el más caro anhelo del sistema que sufrimos. Su diseño responde al modelo circular de las cárceles y los ghettos. Unas pocas autopistas la unen al resto de la ciudad. Estas arterias pueden ser bloqueadas con una pequeña fuerza policial. El territorio en su totalidad puede ser aislado del resto de la capital a un costo mínimo.

A primera vista, Alamar parece un laberinto. Las direcciones están dadas por edificios y puntos de referencia. No cuenta con el ordenamiento parcelar establecido en el resto de la ciudad. Está concebido a partir de callejuelas y pasillos propios para peatones. Falta espacio para el estacionamiento de automóviles. No hay garajes programados. En el plan del "Gran Hermano" no se conciben vecinos de Alamar automovilistas. No faltan espacios abiertos de amplitud. Existen explanadas suficientes para los actos políticos. Algunas están flanqueadas por cuatro edificios. Estos espacios donde concentrar público para escuchar y corear consignas parecen ser el elemento primado del entorno.

Demográficamente, Alamar es el territorio capitalino donde se aprecia una mayor cantidad de personas provenientes de las provincias orientales. Su presencia, ya sea en la condición de emigrantes legales o ilegales, marca la impronta de la barriada.

En otro orden de cosas, Alamar, junto a Guanabacoa y Regla es -entre otros- un objetivo de la policía política castrista, por su "potencial contrarrevolucionario". En cada una de sus veintitantas zonas existe una oficina territorial de la Seguridad del Estado.

Se cerraron terrazas y se improvisaron espacios comerciales bendecidos por la presencia de cuentapropistas. La concepción estética oficial colapsó frente a rejas y ventanas ajenas al modelo establecido. Algunas son inobjetablemente horribles, otras singularmente bellas. Todas dirigidas a romper la salmodia monocorde oficial.

Contra todo pronóstico, y a pesar de sus anti-estéticas edificaciones, el lugar encontró su belleza. Jardines y adornos comprados por afortunados en las tiendas recaudadoras de divisas (shopping). Productos artesanales más modestos. Ventanas con vidrios nevados u oscuros. Perros vistosos. Paredes pintadas y piedras colocadas con arte. En ocasiones hasta con guirnaldas de luces.

Alamar resistió el experimento y se recupera de su estigma de nacimiento.

En términos de transportación y recreo, se siente distancia del modelo oficial. Los vecinos con mayor o menor reticencia desestiman las opciones recreativas dirigidas. Prosperan los balnearios "a la roca", a pleno mar. La alternativa de mar y arrecife es preferida por muchos. Existe rechazo por lo poco higiénico y menos funcional de la piscina estatal.

No pocos vecinos han tomado "la ruta de la balsa" desde esos balnearios. La gente teme más la represión del régimen que a los tiburones del estrecho más ancho del mundo.

Alamar cuenta con una terminal de los ya tristemente célebres y necesarios "camellos". También es cruzado por algunas rutas de ómnibus urbanos. Pero la verdadera garantía de transportación sigue en manos de los "boteros". Hay itinerarios de estos transportistas libres para diferentes puntos de la capital por la módica suma de diez pesos moneda nacional.

Alamar fue uno de los sueños residenciales de la Cuba de "antes". Hoy se integra al sueño y la esperanza de todos, como Centro Habana, Playa, Habana Vieja y el Cerro. Se acepta que muchas civilizaciones y diseños sociales son reconocibles por su estilo arquitectónico. En Egipto antiguo se impuso una verticalidad orientada a lo alto, en busca de lo divino. Entonces se hicieron pirámides.

Grecia clásica nos dio el santo y seña de la palabra democracia, y queda un Partenón sostenido por columnas individuales y libres. La belleza es plural y surge espontánea de las piedras. En cuanto a Alamar, el estilo imperante remite a las escuelas donde se adoctrina o a las cárceles donde se reprime. Una parcelación eslava por su origen y esclava por su esencia.

 

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