PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 24 , 2005
 

SOCIEDAD
Peleas de perros

Oscar Mario González, Grupo Decoro

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Lejos de acabar con el juego, el régimen cubano ha potenciado algunas variantes del mismo, como por ejemplo, las peleas de perros.

Durante la república, estaba ampliamente difundida la lotería y la bolita, mientras que en el campo señoreaban las peleas de gallos. Mas la contienda entre perros se limitaba a reyertas callejeras, que por ser entre perros ladradores, predominaban los ladridos sobre alguna que otra mordedura de menor cuantía.

Fue durante la década de 1970 que empecé a oír anécdotas sobre el asunto. Entonces se rumoraba que por Managua, en una empresa estatal (Alcoma) dirigida por el comandante de la revolución Guillermo García, altos exponentes del poder político cubano iban a mostrar la destreza y valentía de sus ejemplares plumíferos y caninos, cuidadosamente entrenados para matar o morir sobre el ruedo en belicosa porfía. Se comentaba que entre los aficionados a las peleas de perros se encontraba el vice de todo, Raúl Castro.

Los rumores sólo se ventilaban entre gente de confianza, porque una de las primeras medidas de la revolución del 59 fue la prohibición de todo tipo de juego, excepto la lotería nacional, que fue tolerada algún tiempo, bajo los auspicios del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV), dirigido por la ex guerrillera y actualmente recluida en el asilo Santovenia, Pastorita Núñez.

Agoreros, brujos y afinadores del dogma marxista aseguraban que en el futuro el juego de azar no tendría espacio en Cuba, por ser algo inherente a la sociedad de clases; propio de individuos incapaces de confiar en sus propias fuerzas; depositarios de fe en el azar o en Dios.

Sin embargo, esta monserga ha sido desmentida por la realidad de forma contundente.

No sólo se seguía jugando, sino que nuevas formas de juego se agregaron a las habituales, entre ellas las peleas de perros y de tomeguines.

A principios del año 2003, y durante aquella famosa ola represiva anti cuentapropista preludio de la primavera negra, se enfilaron los cañones contra las peleas de perros. Por primera vez se exponía la gravedad del asunto. 160 actas de advertencia y el anuncio de que la Dirección Técnica de Investigaciones (DTI) tenía focalizados a los individuos y lugares donde se efectuaban las contiendas entre perros. Marianao, Boyeros, Arroyo Naranjo y 10 de Octubre se encontraban entre los municipios de mayor incidencia.

Se invocaba entonces a los Comités de Defensa de la Revolución, a los delegados del Poder Popular y a cuanto revolucionario y "comecandela" respirara en la Isla para que denunciara a cualquier vicioso y empedernido que lucrara con el sufrimiento y la angustia de los canes. Se hacía en nombre de una revolución que no sólo defendía el derecho a la vida de los seres humanos, sino de toda la fauna criolla, incluyendo perros, gatos, ratones, cucarachas y ladillas.

Al cabo de dos años de aquella ofensiva, las peleas de perros y los entrenadores de éstos parecen gozar de sus mejores tiempos, a pesar de las quejas y lamentos de muchos amigos y protectores de animales, que a veces, alejados de la realidad cotidiana, se resisten a aceptar que andamos encaramados sobre el lomo del mismo demonio, en medio de una Isla en la que se acabó el querer y buena parte de la compasión.

Es evidente que en las peleas de perros se mueve mucho dinero. Cifras que pueden rondar los centenares de miles de pesos -o miles de "chavitos". Y cuando ese poderoso caballero (Don Dinero) enseña la cara en medio de una sociedad presa de la miseria y pobre de valores morales, hace bailar al mono y correr a la jicotea.

Así pues, en este valle de lágrimas, e inmersos en este matorral de aromas espinosas, los que amamos al reino animal, y con particular cariño a perros y gatos, debemos contener emociones y ensanchar nuestras facultades de comprensión.

El alma piadosa y compasiva del cubano ha sido herida en su capacidad de amar. El hombre nuevo no se ha cimentado sobre la compasión, sino sobre el odio. Odiar a todo lo que transgreda a la revolución, que es como odiar a todos y odiarse a sí mismo.

Ya vendrán tiempos mejores y definitivos donde el hombre pueda ser hermano del hombre y amigo del perro.

 

 


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