SOCIEDAD
¡Le
ronca el merequeté!
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Mire que
después de 46 años teniendo que
dispararse esta cosa rara a lo que los socialistas
no quieren llamar socialismo, y los comunistas
mucho menos identificarla con el comunismo, vengan
a hablarnos de logros científicos.
¿Acaso son logros científicos que
un grupito de privilegiados y otros escogidos
posean computadoras y el grueso de la población
tenga que comunicarse con señales de humo
porque los teléfonos públicos, cuando
no están rotos tienen las alcancías
llenas? ¡Le ronca el merequeté!
¿Acaso los camellos son un logro científico?
¿Acaso la élite del poder que medra
al amparo del sufrimiento popular ha podido comprobar
las delicias de esos monstruos rodantes a pleno
mediodía y en el apogeo del verano?
¿Será que las farmacias vacías
y el otrora perseguido yerbero, al cual acuden
militantes del Partido, científicos y pueblo
en general en pos de alivio y consuelo, constituyen
logros científicos? ¡Le zumba el
merequeté!
¿Será que la sustitución
de los tractores por yuntas de bueyes y la esperanza
de resolver la ausencia de leche a través
de vacas enanas, del tamaño de una chiva,
que se crían en el ámbito doméstico
junto a perros y gatos representan logros científicos?
¿Es el destierro de la langosta y el camarón,
y su ausencia de la memoria del cubano, unido
al reemplazo por la soya en sus múltiples
ofertas y variantes algo tan positivo y novedoso
como para adjudicarle el sustantivo de logros
científicos? ¿Cuántos miembros
de la nomenclatura; cuántos pejes gordos
y "vivebien" han optado por estas "revolucionarias"
formas de suministro proteíco? ¡Le
zumba el merequeté!
Por eso cuando veo a los pájaros cantores
de las mesas redondas cantar loas al régimen
por sus logros en el campo científico,
no puedo menos que burlarme de tanta palabrería
altisonante y de poca monta. ¡Como si acaso
la ciencia cubana hubiese nacido con el castrismo!
¡Como si acaso el 15 de enero, fecha instituida
para celebrar el Día de la Ciencia, no
hubiera tenido como motivación uno de los
tantos e interminables discursos del entonces
primer ministro del gobierno revolucionario en
la otrora Academia de Ciencias Médicas,
Físicas y Naturales de La Habana, en 1961!
Cuba marchaba a la delantera en América
Latina en lo que a desarrollo técnico y
científico se refiere. Los últimos
avances científicos en 1959 estaban difundidos
por todos los segmentos del tejido social. Sin
alardes, sin mesas redondas, con derechos y libertades
políticas y sociales.
Es necesario que los avances técnicos
y el desarrollo de las ciencias salgan de la televisión
y los periódicos para verse y sentirse
en la realidad de cada día. En el fuego
de la hornilla y la ebullición de la cazuela.
Es necesario que se trasladen de los banquetes
de las recepciones y las comelatas de los poderosos
y hagan presencia en la mesa del plomero y del
albañil, de la costurera y del maestro.
Además del trasplante de corazón
a pecho abierto, impreciso en el tiempo, hay que
garantizar el desayuno, el almuerzo y la comida
de cada jornada.
Por eso, repito, cuando siento tanta bulla, bochinche
y tremolina con el asunto, no puedo menos que
reírme, para no llorar.
Me río de todos los que se montan al carro
de una pachanga tan falsa como mal intencionada.
Ya sea por ignorancia, candidez o sinvergüencería.
Me río del presidente de la nación
y del presidente del Comité de Defensa
de la cuadra, de la ONU y la UNICEF. Del que mira
en el telescopio y del mirahuecos; del gerente
y el limosnero. Del que escribe la historia y
del que escribe novelas de relajo, del muerto
y la lloradera. Del que inventó el castrismo
y del que renegando de él lo sirve y estimula.
Y cuando no tenga de quién reírme,
me reiré de mí mismo por haber creído
alguna vez en esta burundanga.
¡Le ronca el merequeté!
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