SOCIEDAD
Las
bodegas cubanas siguen vacías
Tania Díaz Castro
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Si me preguntaran
qué es lo más deprimente que nos
ofrece el régimen de Fidel Castro cada
día, sin titubear respondería: las
bodegas.
En el pasado capitalista había una o dos
en cada cuadra, sobre todo en las esquinas. En
un espacio de diez o quince metros cuadrados,
en la bodega se podían adquirir los mejores
productos de producción nacional o extranjera,
a precios módicos en moneda cubana. Todo
bien ordenado, limpio y agradable a la vista.
La bodega era el lugar más concurrido
por los vecinos. Su dueño, por lo general,
era un tipo sociable, de buen carácter
y amigo de todos. Le fiaba a quien le inspiraba
confianza a pesar del letrero que decía:
"Hoy no fío, mañana sí".
Los cubanos que se han marchado de Cuba recordarán
perfectamente el triste espectáculo que
ofrece la bodega administrada por el castrismo:
vacía, sucia, con los mismos mostradores
de hace medio siglo, los mismos estantes y armarios.
Siempre vacíos. Así ha sido a lo
largo de 46 años de "triunfos económicos",
anunciados a bombo y platillo.
Ya ni siquiera tenemos aquellas latas de col
búlgaras que sabían a rayo; las
de carne rusa, con su líquido grasoso,
o las compotas, que no se podían abrir
porque los rusos olvidaron enviar los abridores
adecuados para aquellas tapas a prueba de balas.
En fin, que si yo fuera Fidel Castro clausuraba
para siempre esos locales sucios y vacíos
que se siguen llamando bodegas, y donde se compra
con la vieja libreta que controla la venta de
productos alimenticios, llenita de números,
cuños, líneas verticales y horizontales,
firmas de funcionarios. Pero, nada de productos
entregados.
Desaparecían las bodegas y de paso la
libreta, con sus galletitas "socatas",
su escaso arroz de pésima calidad, sus
puñaditos de frijoles.
Muchas veces me he detenido ante un grupo de
turistas que miran intrigados el vacío
de nuestras bodegas; digo, de las bodegas castristas
que distribuyen los productos alimenticios al
pueblo en moneda cubana.
Pero el colmo de este sombrío panorama
es la reciente inauguración de una muestra
de los avances científico-técnicos
alcanzados en Cuba bajo el régimen de Fidel
Castro.
Dicha muestra se presenta en el lujoso recinto
de EXPOCUBA, bien alejado de la capital habanera,
en un país donde su gobierno sólo
vende a la población ropa extranjera de
segunda y tercera mano; donde nuestros médicos
recetan yerbas, y donde el campesinado ha vuelto
al arado con bueyes.
La muestra de EXPOCUBA se denomina "Victoria
de las ideas". No importa que dichos "avances"
no sean una realidad cotidiana en nuestras bodegas.
Siempre ha ocurrido así con los reyes,
sobre todo de la antigüedad: se vanagloriaban
del esplendor y de la riqueza de sus reinos, de
las buenas cosechas, aunque nunca llegaran a la
boca del pueblo.
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