SOCIEDAD
Cuatro Caminos (II y final)
Oscar Mario González, Grupo Decoro
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Cuando aún
el Comandante no había llegado -ni mandado
a parar la diversión- en Cuatro Caminos
había cuatro bares-restaurantes y un cine,
entre otros negocios. Hoy sólo queda un
bar, el cine se derrumbó y por el lugar
pasan tres rutas de camellos: el M4, el M6 y el
M7.
El bar La Central, delimitado por las calles
Monte y Cristina, es el único que ha logrado
sobrevivir.
Cerrado durante la "ofensiva revolucionaria"
de 1968, reabrió sus puertas y se pudo
mantener, ofertando los escasos servicios propios
del castrismo, hasta que a inicios de la década
de 1990 se convirtió en una panadería-dulcería
y bar-restaurante de venta sólo en dólares.
Actualmente cuenta con dos mesas y ocho taburetes.
Se venden allí cervezas, refrescos y víveres
de primera necesidad. En una vidriera se exhiben
los panes y dulces de la casa. Del pasado sólo
conserva intacto el anuncio dibujado en letras
oscuras sobre un piso de granito blanco, donde
reza BAR LA CENTRAL.
Enfrente, donde antaño existió
el bar Los Parados (víctima de un derrumbe
en 1968) construyeron años después
un parque con 25 bancos de listones de madera
y apoyos en hierro fundido, una decena de faroles
y algunos árboles de abundantes raíces
y escaso follaje.
Dos semanas atrás la quinta parte de los
bancos estaban rotos, sólo alumbraba un
farol, y los árboles aún lucían
algo desgreñados por el embate del ciclón
Charley. Algunos le llaman "el parque de
los viejos" por la abundancia de éstos
en el lugar a cualquier hora, y la exigua presencia
de niños y jóvenes. Otros le dicen
"el parque de los palestinos", por la
cantidad de personas del interior que allí
se reúnen. No falta quien asegure su peligrosidad
en horas nocturnas, condición que no me
ha dado por corroborar.
En la esquina que forman la Calzada de Monte
y la calle Tenerife se erguía el bar, cafetería
y restaurante Cuba, cuyos platos eran famosos
por la buena sazón y los precios bajos.
En los altos del edificio, ofrecía sus
servicios de una posada limpia, barata y tranquila.
En este lugar, luego de su derrumbe, levantaron
una fuente de unos tres metros de diámetro,
con dos asientos de madera en derredor. Nunca
he conocido a nadie que la haya visto funcionar.
Allí permanece, seca y muda como los mismos
transeúntes que por momentos se sientan
en los bancos de madera, con la mirada fija en
su fondo de tejas de barro.
Al lado de la fuente, lo que queda del que fue
cine "4 Caminos" y que hoy sirve de
estacionamiento al aire libre para automóviles,
bicicletas, motos y motonetas. Aquí reposan,
bajo un entramado de vigas metálicas oxidadas,
únicos restos de lo que fue una popular
sala de cine habanera.
Por último, el bar, cafetería y
restaurante Cuba Moderna, en los altos de cuyo
edificio existía un hotel para hombres
solos. Este bar fue uno de los primeros en desplomarse.
En el área que ocupaba edificaron un conjunto
de kioscos dedicados a la venta de los más
disímiles productos, en moneda nacional.
Se trata de artículos que habitualmente
venden en chavitos, una parte de los cuales se
destina al mercado en pesos cubanos. Entre uno
y otro existe la correspondiente equivalencia,
por lo que el refresco "de latica" cuesta
11 pesos, el pomo de mayonesa de 300 gramos 40
pesos y la botella de ron, 60. También
han habilitado unas carpas abiertas con 12 mesas
y 48 sillas, donde sirven comida criolla, a 25
pesos el muslo de pollo y 10 el steak de mortadella
de soya, entre otros platos de menor relevancia.
El comercio trabaja, según reza en el
anuncio, las 24 horas del día, pero un
empleado me dijo en confianza que nunca fuera
después de las 9 o las 10 de la noche,
porque era peligroso y porque además era
poco probable que encontrara algo de comer que
valiera la pena.
A todo este conjunto de comercios mal atendidos
y peor abastecidos se les llama "Rapiditos",
sin que hagan honor a su nombre, pues el servicio
es extremadamente lento, en ausencia de una generosa
propina.
Entre el Cuatro Caminos de ayer y el de hoy media
un mundo de diferencias. Sólo los numerosos
caminos que allí entroncan se mantienen
inalterables, esperando ser transitados por un
futuro de progreso y esperanzas.
Cuatro
Caminos (I)
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