PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 17 , 2005
 

SOCIEDAD
Concha y Bienvenido

Juan González Febles

LA HABABA, enero (www.cubanet.org) - Concha duerme con Bienvenido como si se tratara de su hermano. Hay cosas que las mujeres no perdonan. Pero lo quiere, y mucho. No son pocos treinta y siete años de convivencia. En fin, "él no es malo en el fondo". Bienvenido se va a morir sin entender a las mujeres. Ni a Concha ni a ninguna otra.

Hace ochos años Bienvenido contrajo sífilis. Se curó con muchas hierbas, mucho ebbó y algo de penicilina. Fue un castigo de Ochún. A los hijos de Ochún no se les puede levantar la mano. Desde entonces, Concha cerró sus piernas para Bienvenido. No le perdonó haberla contagiado.

A ella no le importaron treinta y tantos años de vida en común. Ni los hijos ni los nietos. Cuando Bienvenido se refiere el tema entre sus íntimos, repite desconsolado: "Así son las mujeres, las muy cabronas".

Es bueno aclarar que Bienvenido jamás le puso las manos o cualquier otra cosa encima a Concha sin su consentimiento o requerimiento. El incidente que incomodó a Concha fue con Pura. Esta era más puta que las gallinas. Bienvenido se ligó con ella por aquello de que se es hombre. Ella lo amenazó con contárselo todo a Concha, y él le dio una bofetada. Ochún se le viró y la vida se le volvió un desastre.

Una verdadera calamidad, porque él, con 68 años, se siente fuerte. Concha, por su parte, se ve muy bien a sus 65.

El caso es que hoy no tiene mujer. Soportar todo lo que hay que soportar, sin aquello. Eso es mucho. Mucho para un solo corazón. Pero hay que seguir pa´lante, no hay más na.

La sífilis se la pegó una "chupa chupa". La conoció en la carretera cerca del basurero. Estaba irritado con la vida, con Concha y con todos. Conducía su camión de recogida de basura y la montó. Era una "palestina" de Banes. Primero fue una "meriendita". Una rápida acción de sexo oral en la cabina del camión mientras conducía. Pero él quiso más. Un bombón como aquél resultaba difícil de rechazar.

Ella dijo que tenía diecisiete. Hoy, Bienvenido está seguro de que tenía más. Era mucha su habilidad. Le ofreció cien pesos por todo y ella aceptó. Pensó que valía la pena pasarse de los veinte pesos del "chupa chupa" y tenerlo todo. Así fue, lo tuvo todo, hasta la sífilis para compartirla con Concha. Ninguna mujer entiende eso.

Los hijos están lejos. La hembra en Italia, el varón anda por Chile. La hija es la menor y no se ha casado. Anda por un lugar que se llama Torino. Ella es cantante y bailarina. Se quedó en una gira. Lleva poco tiempo, no gana mucho pero está contenta. De vez en cuando manda algún dinero.

Al varón, en Chile, no le va mal. Tiene cabeza para los negocios. Dejó atrás a la mujer y dos hijos. Concha y Bienvenido se ocupan de los nietos y la nuera.

El hijo mayor tiene un negocio con otro cubano y un chileno que pone el dinero. Piensan comprar una rastra. Bienvenido espera que cuando lo hagan, su nuera y los nietos también se marcharán.

Me dice que la política es sucia y no le interesa. Afirma más en confianza que "esta gente es lo peor". Me dice en forma confidencia, refiriéndose a los dirigentes: "Son unos blancos egoístas muy malos. Lo único que les importa es su gozadera".

El hijo le dijo por teléfono que todo el mundo por allá critica a Pinochet. Me dice que "esos chilenos no saben la mierda que les sacó de arriba". También me refiere que a su hijo nadie le cree las cosas que se viven en Cuba. Hace un gesto despectivo y afirma: "Allá ellos, que cuiden lo que tienen. Lo que es a mí, nadie me engaña. Yo conozco al pájaro por su cagada".

Le digo que los yanquis son racistas. Se ríe. "Sí, muy racistas, y resulta ser que el que era jefe del ejército es más negro que yo, y ahora está con las Relaciones Exteriores. Resulta que la negrita simpática que dicen que es cúmbila de Bush es la que manda en cosas de guerra y asuntos importantes".

La vida y las contradicciones de la propaganda oficial convirtieron a Bienvenido en un escéptico, o en algún modo "desafecto" al proceso.

Concha y Bienvenido sobreviven. Le dan gracias a Dios y a los santos. Se sienten viejos para viajar, pero quieren que todo acabe. Eso sí, sin sangre y sin guerras. Como Dios, la Caridad del Cobre y San Lázaro decidan.


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