PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 14 , 2005
 

ECONOMIA
Un negocio carbonatado

Ariel Delgado Covarrubias, UPECI

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Aunque los pronósticos gubernamentales en cuanto a negocios con el extranjero se presentan optimistas de acuerdo a lo anunciado por Fidel Castro en relación a China, Venezuela y la prospección y extracción de petróleo, los distintos organismos de la administración central del estado ven cerrarse cada vez más el cinturón en medio de una escalada centralizadora que frena más que desarrolla sus gestiones.

Las exigencias de "la alta dirección de la revolución" es que ellos deben buscar, gestionar y acordar negocios que les permitan disponer de las divisas necesarias, claro está, siempre depositadas en la cuenta del Banco Central, que muchos consideran ya como un "hueco negro".

Es así que el Ministerio de la Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) se apresta a entrar a lo que internacionalmente se conoce como el Mercado del Carbono. No, no se trata de producir ese elemento químico que lejos de escasear se encuentra en la atmósfera del planeta y es amenaza principal de los que muchos llaman el Cambio Climático.

Precisamente el negocio es participar en la eliminación de ese gas contaminante, como parte importante del llamado y controvertido Acuerdo de Kyoto, donde cada país tiene metas en lo concerniente a esa actividad, y que los facilistas consideran que se resuelve cerrando fábricas contaminantes e imponiendo multas fuertes a los incumplidores de los parámetros permisibles.

Cuando el 16 de febrero del 2005 entre en vigor el Acuerdo de Kyoto, 30 países industrializados quedarán legalmente comprometidos a cumplir las metas cuantitativas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Y para el quinquenio de 2008 a 2012 los niveles deben estar por debajo de los existentes en 1990.

Este acuerdo posibilitará, según algunos especialistas, el desarrollo de tecnologías menos contaminantes, combustibles limpios y energías renovables. Pero otra variable, y que resulta muy interesante y alentadora, es incrementar la superficie forestal que permita la absorción de esos gases para mantener el equilibrio acordado.

Con todo esto surge el Mercado del Carbono, que en la actualidad no pasa de ser una gran mesa de negociación internacional pero con vasta proyección futura inmediata. Este tipo de negociación no resulta fácil, ya que no sólo entran a negociar dos partes, se incluye una tercera que es la encargada de certificar el proyecto.

La variable de la reforestación es muy satisfactoria para los llamados países en desarrollo. Los países desarrollados invierten su dinero en esos países no sólo en la siembra de más hectáreas de árboles, sino también en el apoyo a una reconversión tecnológica más limpia en esos lugares.

A las áreas forestales se les denomina Sumideros de Carbono, y entre los problemas ambientales del planeta la deforestación es uno de los más graves, por lo que en el argot popular se calificaría como "matar dos pájaros de un tiro". Económicamente la creación de nuevos sumideros en los países del Norte resulta menos viable que en los del Sur. La inversión realizada en Estados Unidos costaría cien dólares por tonelada de carbono absorbido, mientras que en Costa Rica, por ejemplo, el costo sería la mitad.

En medio de esta posibilidad, Cuba emerge como un posible negociador dado su alto por ciento de población forestal alcanzada, la preparación de sus especialistas y el cumplimiento de sus compromisos internacionales en esta esfera. El país dispone de 2,572,000 hectáreas de bosques naturales y nuevas plantaciones, y las zonas que se encuentran en explotación productiva ascienden sólo a 781,000 hectáreas. En total, el índice de boscosidad actual es del 23,4 % y según el Programa Forestal hasta 2015, se proponen cubrir de árboles 3,254,000 hectáreas, que equivaldrían a casi la tercera parte de la superficie del país.

Tal proyecto tiene el agravante de la poca disponibilidad de divisas para su ejecución, que podrían obtenerse en el Mercado del Carbono.

Algunos especialistas cubanos consideran que la voluntad forestal del gobierno es el pago de la deuda contraída por las cuatro décadas y media en que el actual sistema político y económico dañó al ecosistema cubano. Sea como sea, la decisión es justa y oportuna. Ojalá que en política de rectificaciones, la actual administración la hiciera extensiva también al sistema económico, político y social del país.

El negocio del carbono y sería una herencia positiva a desarrollar en la Cuba del futuro que deseamos. Esperemos que los gobernantes actuales sepan por lo menos iniciarlo, y no quede, como tantos proyectos anteriores, en ideas "carbonatadas".


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