ECONOMIA
Un negocio carbonatado
Ariel Delgado Covarrubias, UPECI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Aunque los
pronósticos gubernamentales en cuanto a
negocios con el extranjero se presentan optimistas
de acuerdo a lo anunciado por Fidel Castro en
relación a China, Venezuela y la prospección
y extracción de petróleo, los distintos
organismos de la administración central
del estado ven cerrarse cada vez más el
cinturón en medio de una escalada centralizadora
que frena más que desarrolla sus gestiones.
Las exigencias de "la alta dirección
de la revolución" es que ellos deben
buscar, gestionar y acordar negocios que les permitan
disponer de las divisas necesarias, claro está,
siempre depositadas en la cuenta del Banco Central,
que muchos consideran ya como un "hueco negro".
Es así que el Ministerio de la Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) se
apresta a entrar a lo que internacionalmente se
conoce como el Mercado del Carbono. No, no se
trata de producir ese elemento químico
que lejos de escasear se encuentra en la atmósfera
del planeta y es amenaza principal de los que
muchos llaman el Cambio Climático.
Precisamente el negocio es participar en la eliminación
de ese gas contaminante, como parte importante
del llamado y controvertido Acuerdo de Kyoto,
donde cada país tiene metas en lo concerniente
a esa actividad, y que los facilistas consideran
que se resuelve cerrando fábricas contaminantes
e imponiendo multas fuertes a los incumplidores
de los parámetros permisibles.
Cuando el 16 de febrero del 2005 entre en vigor
el Acuerdo de Kyoto, 30 países industrializados
quedarán legalmente comprometidos a cumplir
las metas cuantitativas para reducir sus emisiones
de gases de efecto invernadero. Y para el quinquenio
de 2008 a 2012 los niveles deben estar por debajo
de los existentes en 1990.
Este acuerdo posibilitará, según
algunos especialistas, el desarrollo de tecnologías
menos contaminantes, combustibles limpios y energías
renovables. Pero otra variable, y que resulta
muy interesante y alentadora, es incrementar la
superficie forestal que permita la absorción
de esos gases para mantener el equilibrio acordado.
Con todo esto surge el Mercado del Carbono, que
en la actualidad no pasa de ser una gran mesa
de negociación internacional pero con vasta
proyección futura inmediata. Este tipo
de negociación no resulta fácil,
ya que no sólo entran a negociar dos partes,
se incluye una tercera que es la encargada de
certificar el proyecto.
La variable de la reforestación es muy
satisfactoria para los llamados países
en desarrollo. Los países desarrollados
invierten su dinero en esos países no sólo
en la siembra de más hectáreas de
árboles, sino también en el apoyo
a una reconversión tecnológica más
limpia en esos lugares.
A las áreas forestales se les denomina
Sumideros de Carbono, y entre los problemas ambientales
del planeta la deforestación es uno de
los más graves, por lo que en el argot
popular se calificaría como "matar
dos pájaros de un tiro". Económicamente
la creación de nuevos sumideros en los
países del Norte resulta menos viable que
en los del Sur. La inversión realizada
en Estados Unidos costaría cien dólares
por tonelada de carbono absorbido, mientras que
en Costa Rica, por ejemplo, el costo sería
la mitad.
En medio de esta posibilidad, Cuba emerge como
un posible negociador dado su alto por ciento
de población forestal alcanzada, la preparación
de sus especialistas y el cumplimiento de sus
compromisos internacionales en esta esfera. El
país dispone de 2,572,000 hectáreas
de bosques naturales y nuevas plantaciones, y
las zonas que se encuentran en explotación
productiva ascienden sólo a 781,000 hectáreas.
En total, el índice de boscosidad actual
es del 23,4 % y según el Programa Forestal
hasta 2015, se proponen cubrir de árboles
3,254,000 hectáreas, que equivaldrían
a casi la tercera parte de la superficie del país.
Tal proyecto tiene el agravante de la poca disponibilidad
de divisas para su ejecución, que podrían
obtenerse en el Mercado del Carbono.
Algunos especialistas cubanos consideran que
la voluntad forestal del gobierno es el pago de
la deuda contraída por las cuatro décadas
y media en que el actual sistema político
y económico dañó al ecosistema
cubano. Sea como sea, la decisión es justa
y oportuna. Ojalá que en política
de rectificaciones, la actual administración
la hiciera extensiva también al sistema
económico, político y social del
país.
El negocio del carbono y sería una herencia
positiva a desarrollar en la Cuba del futuro que
deseamos. Esperemos que los gobernantes actuales
sepan por lo menos iniciarlo, y no quede, como
tantos proyectos anteriores, en ideas "carbonatadas".
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