OLA
REPRESIVA
Normando
Juan González Febles
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - La radio
dio la noticia en forma escueta por la mañana.
Se trataba de Radio Martí. Normando Hernández
González, el periodista independiente de
Camagüey contrajo tuberculosis. La información
precisó que se le hizo la prueba para determinarlo
y dio resultado positivo. Ahora se encuentra recluido
en el hospital de la prisión provincial
de Pinar del Río.
Aunque faltan detalles, en Cuba no son necesarios.
Normando Hernández es un preso político
condenado a 25 años de cárcel en
la Primavera Negra de marzo de 2003. Se conoce
muy bien el trato que depara la dictadura militar
de Fidel Castro a los que la desafían.
A Normando lo conocí en La Habana en el
año 2003. No parecía mayor de treinta
años. Joven, optimista, alegre y lleno
de salud, entusiasmo e ideas. En aquella ocasión
recuerdo haberle dicho al también periodista
y miembro hoy del grupo de los 75 Adolfo Fernández
Sainz -quien también guarda prisión-
que Normando era alguien que prometía mucho.
Le comenté que me hubiera gustado ser periodista
independiente a mis treinta años.
Adolfo me respondió con aquella profundidad
tan de su estilo, que la realidad de 1980 no era
igual a la que vivimos en 2003.
Volviendo con Normando, él es hoy un prisionero
de conciencia, miembro del grupo de los 75. Un
héroe de la libertad reconocido por la
Cuba que lucha y por el mundo. Alguien torturado
sistemáticamente por personas viles que
cumplen órdenes criminales.
Las condiciones infrahumanas y el odio vengativo
de la dictadura hirieron a Normando con tuberculosis.
Una obra sucia y cruel de malvados, típica
del castrismo. Un sistema que destruye lo que
no puede corromper.
Desde el propio marzo de 2003 Normando enfrenta
a sus carceleros. Las protestas que inició
con su arresto, y hasta las circunstancias mismas
en que fue arrestado, hablan por sí mismas
de quién es. La mala alimentación,
los malos tratos, las golpizas y las huelgas de
hambre que protagonizó en defensa de sus
derechos y su dignidad de hombre han hecho el
resto.
Pero no siempre fue así. Junto al ilustre
grupo de individuos que prosperó y trascendió
en el arte, la cultura y la ciencia gracias a
la llamada revolución castrista, existe
otro grupo. Una masa irrespetada, anónima
y silenciada. A ese grupo perteneció Normando.
En algún momento de este año 2005
se cumplirán diez años de la aparición
de las primeras agencias de la prensa independiente
de Cuba. Aunque no se trata de la fundación
de un estilo de lucha, o de un movimiento, se
trata de un servicio sistemático. Un servicio
público lleno de riesgos y azares. Este
hecho la convierte en el único grupo profesional
de la emergente sociedad civil cubana que cumple
su deber diariamente y realiza su función
ostensible a lo largo de toda la Isla.
Quizás su éxito más trascendente
esté en los periodistas que ha formado,
y los que entrena en el quehacer diario. O en
la vocación de servicio público
que fomenta. O en que despertó para Cuba
a mujeres y hombres valientes y tenaces como Normando.
Gente linda y necesaria que puede ser torturada
y destruida, pero jamás vencida.
Durante la historia republicana y hasta 1959,
ningún prisionero político contrajo
tuberculosis en un penal en Cuba. Esas crueldades
y excesos correspondieron al período colonial.
Ningún establecimiento penal de la república
tenía como propósito institucional
destruir al prisionero.
Aquella república contaba con militares
de honor como Jesús Yanez Pelletier y el
teniente Pedro Sarría. Ellos salvaron,
entre otras, la vida del gobernante Fidel Castro.
Hoy sólo quedan militares preparados como
oficiales y degradados como humanos en las escuelas
de la KGB. Personas capaces de cumplir órdenes
criminales con singular eficacia. O pobres tipos,
tan lejos de Normando y su dignidad, y tan cerca
del poder y su vileza.
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