OLA
REPRESIVA
Prisioneros de conciencia en espera de excarcelación
por mala salud
SANTA CLARA, 8 de enero (Javier Machado, Cubanacán
Press / www.cubanet.org) - Después de las
14 licencias extrapenales concedidas por el Consejo
de Estado, las últimas producidas en el
mes de diciembre, se rumora desde el fin de año
y los primeros días del 2005 que Léster
González Pentón, junto a otros
diez prisioneros de conciencia víctimas
de la ola represiva de marzo del 2003, serán
liberados de un momento a otro.
Según Héctor Maseda, miembro de
la Causa de los 75, en una visita reciente a la
prisión La Pendiente donde extingue su
condena, el coronel Luis Mariano Lora, jefe del
departamento de Enfrentamiento a la Actividad
Subversiva Enemiga, más conocida como Departamento
21, le dijo extraoficialmente que ese número
de sus compañeros de causa podrían
ser excarcelados de un momento a otro, debido
a las precarias condiciones de salud en que se
encuentran.
Cinco de estas fichas de cambio se encuentran
en la Sala de los Delitos Contra la Seguridad
del Estado del hospital Carlos J. Finlay y el
resto en el Hospital Nacional para Reclusos del
Combinado del Este.
Por los días de fin de año las
autoridades del Departamento 21 autorizaron visitas
a los reos ingresados en el Finlay. Luis Enrique
Ferrer García fue visitado por su familia
el día 29, el 30 le correspondió
a Léster y el 31 a José Gabriel
Ramón Castillo (Pepín). Los otros
dos disidentes allí hospitalizados son
Angel Moya Acosta y Omar Pernet Hernández.
De regreso a Santa Clara, la señora Mireya
Pentón y la esposa de Léster, Janet
Ocaña, informaron que los tres reos se
encuentran en la celda No 2 y que Pepín
está ubicado en la cama 6, Luis Enrique
en la 5, mientras Léster está en
la 4 y lo único que le permiten tener es
toalla y algo de aseo personal. El resto de sus
pertenencias se encuentran en Villa Marista. También
señalaron que para que les dejaran pasar
unas enguatadas para protegerse del frío,
los reos tuvieron que realizar varias gestiones.
Los familiares de los presos políticos
dijeron que a diferencia de la deficiente alimentación
que recibían en las prisiones en que se
encontraban, en el hospital los alimentos son
buenos y están bien elaborados, e incluyen
huevos hervidos en el desayuno, pollo en el almuerzo
y carne de res en la comida.
No obstante, González Pentón dijo
que allí los atienden como si estuvieran
en Villa Marista, no les permiten hablar en tono
normal por lo que deben comunicarse casi a través
de señas. Se quejan de que no tienen acceso
al teléfono y les han amenazado que de
continuar con el tono de voz normal en sus conversaciones,
podrían ser aislados en cualquier momento.
Los médicos que los han examinado de forma
rigurosa e integral -todos altos oficiales del
MINIT y las FAR- han confeccionado una nueva historia
clínica a cada uno, independiente a la
que traían de las prisiones. La señora
Pentón afirma que a su hijo le diagnosticaron
gastritis crónica aguda, apreciada en una
entubación y varias radiografías
y que tiene algunas vértebras de la columna
comprimidas, a lo que le han llamado Sacrolumbargia
Crónica. Además el Psiquiatra aunque
no emitió un diagnóstico final,
dijo que tenía trastornos nerviosos, y
le recentó cinco sedantes al día
que van desde la Carmamacepina en desayuno, almuerzo
y comida; la Amigtritilina (dos diarias); el Diazepan,
una en el desayuno y otra antes de acostarse;
el Clorodiacepóxido con periodicidad diaria,
al igual que la Trifluperacina, más conocida
entre ellos como "Corazón Contento".
En resumen dos de los psicofármacos son
tricíclicos y dos sedantes de primera generación.
Léster posee además un hongo raro
en los pies y las manos, comprobado en un exudado,
y sufre también de alergia y sinovitis.
Aunque los exámenes de Luis Enrique aún
no han terminado porque le resta una biopsia del
hígado, los de Léster y de Pepín
concluyeron el 13 de diciembre, pero ante la interrogante
del por qué están todavía
allí, la respuesta es siempre la misma;
tienen que esperar la decisión final del
Consejo de Estado.
Los parabanes sanitarios que poseen las celdas
les impiden ver a otras personas. Ellos no han
podido contactar nunca con Ángel Moya Acosta,
también, ingresado en el Finlay y a Omar
Pernet Hernández sólo lo han visto
en una ocasión. Pernet se encuentra en
un sillón de ruedas en la celda No 3 con
la pierna izquierda enyesada donde tiene cuatro
fracturas, ocurridas en un accidente automovilístico
cuando era transportado hacia la capital; dos
fracturas en la tibia y dos en el peroné.
Pernet sufre también secuelas de Diplopia
(visón doble) producto de un golpe recibido
durante el accidente y tiene un estafiloco alojado
en su organismo, entre otras enfermedades.
Según Berta Antúnez Pernet, sobrina
del prisionero de conciencia, cuando sus familiares
se interesaron por él ante la oficial Vivian,
preguntándole por la solicitud de licencia
extrapenal presentada el 30 de agosto del pasado
año, ésta les informó que
ya había respuesta y que oficialmente Pernet
no clasificaba para licencia.
"Nosotros perdimos dos de los nuestros en
ese accidente", fueron las palabras finales
de la oficial, escuchadas con anterioridad a través
del oficial Vidal, del Departamento de Seguridad
del Estado de Villa Clara, cuando avisó
a la familia en Placetas el asunto del accidente.
De Moya Acosta no saben nada y menos aún
de los que se encuentran en el Hospital Nacional
para Reclusos del Combinado del Este. Allí
están José Luis García Paneque,
Héctor Palacios Ruiz, Luis Milán,
Nelson Aguiar Ramírez, Luis Enrique Mayo
y Ricardo González Alfonso.
"Aquí estamos preparados para lo
que sea", dijo Léster a su madre y
su esposa en la visita del 30 de diciembre. "En
lo personal estoy en espera de lo que pase, incluso
el posible regreso a la prisión, pero si
así sucediera, seguiré adelante
como siempre hasta el final".
A pesar del optimismo desbordado por los demócratas
cubanos a raíz de la excarcelación
de las principales fichas de cambio en el último
semestre del 2004, la reanudación de la
parte cubana de los intercambios culturales y
de visitas de altos funcionarios gubernamentales
con ocho países de la Unión Europea,
producidas el 3 de enero, han caído como
un balde de agua fría y ponen en peligro
la excarcelación de estos once pacíficos
disidentes al igual que las cinco decenas restantes,
miembros de la llamada Causa de los 75 y de los
más de 300 prisioneros políticos
que se encuentran en cárceles de todo el
país.
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