PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 3 , 2005
 

SOCIEDAD
Cosas de la dictadura: despojos y arbitrariedades

Juan Carlos Linares

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Malgalupe Silva Martínez próximamente podría ser despojada de su casa, y su hija Ariodani enviada a una prisión.

El origen de esta historia, que acontece en Nuevitas, municipio de la provincia Camagüey, se remonta al año 1998, fecha en que Silva Martínez, su esposo y sus cinco hijos determinaron tener un hogar propio.

Antes vivían agregados en la morada de los padres del esposo de Malgalupe, junto a otros familiares más. Entonces compraron una casa muy vieja y en pésimo estado.

La compra-venta de viviendas está prohibida en Cuba. Sin embargo, según afirma un especialista en la materia, en Nuevitas estuvo permitida hasta el año 2000.

Por esa época, cuando Malgalupe y familia adquirieron el inmueble, la hija, Ariodani, conoció a un holandés con quien se fue a residir a Holanda y con el cual tuvo dos hijos, los cuales tienen actualmente cuatro y dos años y son ciudadanos holandeses.

La oficina municipal de la vivienda no estuvo ajena a la compra de la casa, pues fue quien le concedió a Malgalupe una forma de crédito con el propósito de que la familia restaurara el inmueble. En dicho convenio se le asignó una determinada cantidad de materiales constructivos, y con el esfuerzo propio, la familia fue reconstruyendo la casa, sita en la calle Calixto García entre Agramonte y Augusto Arango.

Después de varios años de residencia en el lugar, Malgalupe recibió un aviso de la oficina municipal de la vivienda en el que se le ofrecen dos opciones: regresar a la casa de sus suegros o, a cambio de su casa, que cuenta con tres dormitorios, recibir un apartamento de un dormitorio solamente en uno de los edificios enclavados en el barrio Micro 1. "Sospecho que el móvil de esta medida es la envidia o la codicia de algún funcionario interesado en mi casa", exclama Malgalupe con desdén.

Meses antes de concluir el año 2004 Ariodani llegó a Cuba con sus hijos a visitar a su familia, y tropezó de frente con el dilema por el que atraviesa la madre. Decidió intervenir, y para ello enfrentó a uno de los funcionarios principales de la vivienda, el señor Roberto Gil. Según cuentan algunos pobladores la conversación se tornó difícil.

Posteriormente Gil la acusó y Ariodani estuvo cuatro días encerrada en un calabozo, le retiraron el pasaporte y salió después de pagar 2 mil pesos de fianza.

La petición fiscal para Ariodani era de año y medio sin internamiento. El 30 de noviembre, durante la vista oral, se le conmutó la sentencia por año y medio con internamiento, y el 21 de diciembre la sentencia le fue ratificada en el proceso de apelación. "Ni el propio abogado, Pedro Salvá, entiende el fallo judicial, y menos la acusación por el delito de atentado", señaló la madre.

Malgalupe tiene 50 años, 23 de ellos dedicados al ramo de la gastronomía y el comercio. Es cristiana de la iglesia metodista, y padece de afectaciones cardíacas. La angustia amenaza su porvenir y el de su familia.

 


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