SOCIEDAD
Temporada alta
José Moreno Cruz, Cubanacán
Press
SANTA CLARA, enero (www.cubanet.org) - Se pasean
por los lugares más importantes de la ciudad,
aunque también visitan los barrios apartados,
incluidos los más pobres. Han llegado de
Europa, Norteamérica, América Latina
y desde otros rincones del planeta.
Aunque Santa Clara no tiene atracciones turísticas
descollantes, excepto el mito del Che Guevara,
en estos días en que el invierno azota
con furia las zonas templadas del hemisferio norte
las personas aprovechan para emigrar cual vuelo
de pájaros, por cortos períodos
hacia el trópico.
Muchos escogen como destino a Cuba, ubicada en
el centro del Caribe, movidos por las cálidas
aguas, las bajas tarifas de las agencias de vuelo
y de alojamiento, encaprichadas además
en satisfacer instintos sexuales con jóvenes
de uno y otro sexo de la isla.
Por otra parte, una gran masa de cubanos exiliados
en disímiles lugares del planeta cumplen
sus deseos de pasar en la tierra que los vio nacer
y con sus familias, la etapa navideña y
de fin de año. Ellos conocen que aquí
son considerados como señores y que constituyen
el orgullo de sus parientes y amigos, porque son
portadores de la fuerza y el poder, almacenados
en sus bolsillos. En los mercados compran de todo,
desde alimentos y ropas hasta electrodomésticos,
en un intento de hacer más placentera la
vida de sus seres queridos.
Este año, a diferencia de los anteriores,
son pocos los cubano-americanos que andan de viaje
por la isla desembolsando dinero. Las medidas
tomadas por la administración Bush, a propuesta
de la Comisión para la Ayuda de una Cuba
Libre, presidida por Collin Powel y Mel Martínez,
al parecer se han hecho efectivas.
Pero la llegada de extranjeros a cualquier ciudad
cubana propicia un entramado de contradicciones
e intereses, donde algunos protagonistas de la
economía informal, asociados al turismo,
son beneficiados.
Los más audaces y jóvenes se ubican
a la entrada de la ciudad con sus bicicletas.
Allí, en la intersección de la circunvalante
y la autopista, se pone en marcha la maquinaria,
atrapando a los autos y proponiendo paraderos
fijos en casas de arrendamiento particular, donde
recibirán una comisión de cinco
chavitos por cada noche y cuarto alquilado.
Las caras de estos gestores de la economía
subterránea han cambiado bastante, porque
la mayoría han ido a parar a las cárceles,
después de haber sido advertidos varias
veces por la policía por el delito de "asedio"
a los turistas. Otros no tan jóvenes, esperan
en la terminal de trenes con el mismo fin.
Después de alojados los turistas, los
inquilinos indagan si necesitan chicas o chicos,
para darle continuidad a los mecanismos de ganancia,
aunque a los extranjeros le resultará más
fácil seleccionar pareja en las calles
o algún lugar céntrico. Ellas y
ellos, quienes en esta temporada se dan banquete,
siempre están disponibles para ofrecer
sus servicios por apenas unas monedas o algunos
artículos de uso y consumo. A pesar de
la cacería que desarrolla la policía,
los más audaces tratan de flechar corazones
con la mirada larga puesta en un boleto de Air
Europa, Alitalia o Iberia.
Además de cobrar 20 o 25 pesos convertibles
por habitación, los arrendatarios privados
ofrecen servicios gastronómicos de primera
clase en un intento de elevar sus ganancias, proponen
artículos de artesanía ligadas a
las tradiciones cubanas y muy especialmente la
figura del emblemático argentino, quien
por obra y gracia de los ideólogos del
poder totalitario se ha convertido en el huésped
de honor de la ciudad, investido como su hijo
ilustre.
Existen otros mecanismos de la economía
informal que permiten el respiro de los nacionales.
La más generalizada es la venta de tabaco
proveniente de importantes industrias artesanales
locales, el alquiler de autos privados o bici
taxis, la venta de obras de arte, así como
el intercambio de monedas o billetes con la figura
del Che o los simples limosneros ambulantes, quienes
encuentran siempre almas caritativas que les hace
la vida algo menos asfixiante.
El Estado, por su parte, siempre se lleva la
mayor parte. El es el dueño de los hoteles,
restaurantes, mercados, los rent car, servicios
aeropuertarios, instalaciones turísticas
de la cayería norte y hasta del peaje en
el pedraplén villaclareño. No conforme
con las ganancias, las autoridades estaduales,
han diseñado todo un andamiaje represivo
contra los cuentapropistas y gestores de la economía
subterránea, en un intento de no dar margen
a nadie.
El Hotel Santa Clara Libre, por estos días
lleno de turistas, algunos de tránsito
hacia la cayería norte o Trinidad, con
orgullo de sus trabajadores muestra en sus cristales
frontales el anuncio del arribo al millón
de dólares de ganancia. Confieso que cuando
leí tal cifra quedé perplejo, porque
si ésta no es una ciudad turística,
y el antiguo Gran Hotel no ofrece si quiera servicio
de piscina, no puedo imaginar cuáles serán
las ganancias de otras entidades donde sí
existen hermosos atractivos turísticos.
Recordé entonces que en uno de los informes
del recién finalizado Período de
Sesiones de la actual Legislatura del Parlamento
Cubano se dio a conocer como un triunfo a pesar
del bloqueo que a Cuba habían arribado
dos millones de turistas en 2004. No me costó
trabajo arribar a la conclusión de que,
indudablemente, es el turismo un reservorio industrial
potente, y que en años anteriores debió
mantener a la economía cubana con un constante
e inconmensurable chorro de divisas, aunque este
año, con el freno del turismo americano,
debieron menguarse las ganancias.
Asociada al turismo, se ha ido desarrollando
entre los agentes nacionales ya entrenados la
mentalidad de la economía de mercado y
una infraestructura hotelera a lo largo de todo
el país que han convertido al sector en
la primera industria cubana. En el futuro, cuando
se produzcan cambios, pienso que será el
turismo la industria que hará navegar al
barco cubano por los mares del desarrollo y la
prosperidad.
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