Molina: "No se respetan los derechos de mis nietos"
La médica cubana dijo que el Gobierno debe defender
los derechos de estos niños argentinos. Su abogado defensor, aún
sin visa Infoabe,
Argentina, 23 de febrero de 2005. Hilda Molina espera dos cosas.
Una sabe que es casi imposible. La otra, parece que también. "Aún
no tengo novedades del viaje de mi familia a Cuba. Estoy esperando la llegada
de (Eduardo) Valdés... pero creo que aún no le dieron la visa cubana
para entrar a la Isla", dice Molina con un tono que destila nostalgia por
un tema que cree casi olvidado por la prensa argentina. Molina cree que
varios en la Argentina olvidaron el problema suyo y el de su familia y que así
las cosas el encuentro con sus nietos se diluye en expectativas constantes.
La disidente cubana explica que en el Palacio San Martín le prometieron
a Roberto Quiñones un encuentro con el presidente Néstor Kirchner,
pero hasta el momento la audiencia no fue concretada. En ese encuentro
aún no resuelto, el Poder Ejecutivo debería explicarle a la familia
Quiñones la carta que Fidel Castro le envió a Kirchner, donde supuestamente
garantizaría un encuentro entre el médico, sus hijos e Hilda Molina
en la Isla. "En la carta, supuestamente, Fidel asegura que yo no
puedo ir a la Argentina porque mi cerebro le pertenece a su Estado, pero que sí
puede viajar mi hijo hacia Cuba. Pero nosotros no tenemos en claro qué
garantías tendríamos acá", explica Molina ateniéndose
a la lógica dictatorial del régimen castrista que no garantiza la
libre expresión de los contrarios al sistema político que oprime
a los cubanos desde hace décadas. Molina no logra entender que
aquellos que defienden los derechos humanos y que dicen haber sufrido una dictadura
en la Argentina no sean solidarios ahora con su causa, que es análoga a
muchas de las que deben haber pasado argentinos en el "refugio": la
separación de padres e hijos. "Mi hijo no es un exiliado político
en la Argentina, es un disidente que logró escapar del régimen,
es un refugiado aunque no tenga ese estado diplomático", dice la médica
que se convirtió en emblema de la lucha anticastrista dentro de la Isla.
"Les pregunto a quienes vivieron lejos de su país durante la dictadura
si les parece lógico que un país de carácter despótico
los llame durante su refugio en el extranjero para reunirse con su familia...
¿alguno le creería, acaso? Sinceramente, no creo que así
fuera", cuenta Molina, tratando de encontrar argumentos que sensibilicen
a los actores argentinos encargados de tramitar su causa ante la dictadura de
Castro. En diálogo con Infobae, Molina cree que la Argentina debería
hacer más esfuerzos para que los derechos de sus nietos sean respetados.
"Mis nietos son argentinos... la mayoría de la familia de mi hijo
lo es. Los derechos de esos niños se están violando públicamente
y nadie hace mucho por evitarlo", dispara Molina con su tonada llena de tranquilidad,
pensando cada palabra. "Creo que un gobierno como el argentino, que
mantiene una tradición de lucha constante y abierta en defensa de los derechos
humanos, no tiene que permitir que se violen abiertamente los derechos humanos
de una familia argentina. No quiero que haya conflictos diplomáticos, sólo
justicia", aclara la médica cubana. Molina espera que a partir
de los canales que manejan la política internacional y ambas cancillerías,
su desencuentro familiar puede resolverse de inmediato y que sólo falta
voluntad para que pueda conocer a sus nietos. "Que lo hagan por esa familia
argentina que está sufriendo", pide Molina desesperada y remarca que
ella está "más muerta que viva" pero que ve con injusticia
que sus nietos no puedan conocerla en la Argentina, donde tienen todo. "Me
encantaría que puedan estar conmigo, acá o en su país, donde
podrían mostrarme cómo viven, quiénes son sus amigos, dónde
es su colegio... Es lo único que pido en este momento y no me parece descabellado",
cuenta, al tiempo que parece quebrarse. Esta historia comprende dos finales
según la disidente: por un lado, la decisión de Castro, pero por
encima de todo, la decisión de Dios, "aunque el gobierno de Cuba se
crea Dios". Molina ve difícil poder reunirse con sus nietos
como están dadas las cosas hoy y cumplir con uno de sus deseos. El otro,
una Cuba en libertad, también le resulta casi utópico de imaginar.
Y de vivir. Laureano Pérez Izquierdo laureano@infobae.com |