¿Porqué la Brigada de
Asalto 2506 entregó su bandera al Presidente Kennedy
para su custodia temporal?
Erneido A. Oliva. CAMCO, Febrero de 2005.
http://www.camcocuba.org
Desde mi regreso de las cárceles cubanas
después de nuestro fracaso en la Bahía
de Cochinos el 17 de abril del 1961, me han preguntado
cientos de veces el porqué la bandera de
la Brigada de Asalto 2506 fue entregada al Presidente
John F. Kennedy en el Orange Bowl de Miami el
29 de diciembre del 1962. Hasta estos momentos,
a muchos que desconocen los hechos, les parece
que eso fue una acción paradójica,
pues Kennedy es frecuentemente culpado por nuestra
derrota en Bahía de Cochinos y como resultado
de ser el responsable por casi cinco décadas
de la dictadura de Fidel Castro y por añadidura
del sufrimiento del pueblo cubano. Esta percepción
es el resultado de la decisión del mandatario
estadounidense de no proporcionar la cubierta
aérea prometida a los combatientes por
la libertad. Muchos opinan que la entrega de la
bandera de la Brigada fue motivada por disculpas
y halagos. Sin embargo, yo pensé en aquellos
momentos como pienso ahora, que la entrega de
la bandera al Presidente estuvo plenamente justificada,
que fue correcto y patriótico lo que hicimos.
Hasta estos momentos, he discutido este tópico
solamente con un viejo amigo entre los numerosos
periodistas que han tocado a mi puerta solicitando
entrevistas, porque el tema incluía mucha
información confidencial y no creí
era el momento apropiado para discutirlas. Bueno,
esa información ha sido desclasificada
y deseo ahora poner nuestras acciones en su debida
perspectiva.
El 22 de diciembre del 1962, la mayoría
de los miembros de la Brigada fueron liberados
porque el gobierno de Estados Unidos había
pagado el rescate demandado por Castro por nuestra
libertad y se había ordenado nuestra salida
de la isla. Antes de partir de la base aérea
militar de San Antonio de los Baños, Castro
tomó su tiempo para visitar privadamente
a los tres líderes de la Brigada: el Dr.
Manuel Artime, José Pérez San Román
y a mí. Sus palabras de despedida incluyeron
no solo reproches por lo que nosotros habíamos
realizado - algo que habíamos escuchado
en varias oportunidades durante nuestro cautiverio
- pero en esta ocasión nos amenazó
de que si regresábamos de nuevo a Cuba
con un arma en nuestras manos, seríamos
fusilados de inmediato en el mismo lugar de nuestra
captura. Nuestra partida fue retrasada por ocho
horas hasta que el millón y medio de dólares
en efectivo que pagaron por los tres líderes
fueran depositado en la cuenta bancaria personal
de Fidel Castro.
Cuando finalmente aterrizamos en la base aérea
militar de Homestead en la Florida, no había
puesto un pie en territorio libre cuando un estadounidense
se acercó a mí corriendo y me informó
que alguien había llamado a un teléfono
de la base y deseaba hablar urgentemente conmigo.
Yo me pregunte quien pudiera estar tan ansioso
de hablar conmigo porque mi esposa, Graciela,
se encontraba aún en Cuba con mi pequeña
hija. Cuando pude llegar al lugar señalado
y levanté el teléfono, al otro lado
de la línea se encontraba el Secretario
de Justicia y hermano del presidente, Robert F.
Kennedy. Con palabras calurosas me dio la bienvenida
a Estados Unidos y dijo que en los días
subsiguientes discutiríamos tópicos
de gran importancia para ambos.
Cuando, dos días después, Artime,
San Román y yo nos reunimos con Robert
Kennedy en la Ciudad de Washington, él
nos proporcionó información sobre
las operaciones que estaban realizando para precipitar
el derrocamiento del régimen de Castro.
Sus palabras nos hicieron olvidar de inmediato
las amenazas de despedida del dictador y nos motivó
a comenzar de nuevo planes para combatir otra
vez por la liberación de nuestra patria
nativa. Kennedy mencionó que los planes
operacionales estaban ya siendo implementados,
que quería asegurarse de que nosotros éramos
incluidos en el proceso si así lo decidíamos.
La operación llamada "Operación
Mongoose" había sido aprobada por
el Presidente Kennedy en noviembre del 1961, solo
seis meses después de la invasión
de Bahía de Cochinos. Las regulaciones
de Operación Mongoose, recientemente desclasificadas,
establecían dos puntos muy importantes:
"(a) llevando a efecto el derrocamiento del
gobierno de Castro, los Estados Unidos utilizarán
recursos nativos, internos y externos, pero reconoce
que el éxito final requerirá una
intervención decisiva de EE.UU. (b) Al
mismo tiempo que se identifican los recursos nativos,
estos serán utilizados para preparar y
justificar la intervención, y más
tarde facilitarla y apoyarla."
Durante los días que siguieron a nuestra
reunión con Robert Kennedy, los tres líderes
de la Brigada pasamos largas horas, en Washington
y Miami, discutiendo los planes que nos habían
presentado. Finalmente llegamos a la unánime
conclusión de que por el bien de nuestra
patria teníamos que olvidarnos de nuestras
amargas experiencias con el Presidente Kennedy
y la falta del prometido apoyo aéreo y
que teníamos que aceptar la nueva oportunidad
que se nos ofrecía. Nosotros también
acordamos seguir los consejos de uno de nuestros
nuevos asesores norteamericanos y no compartir
esa información con nadie, ni siquiera
con nuestros amigos más cercanos de la
brigada.
Para demostrar al Presidente nuestra firme decisión
de cooperar, así como también hacerle
saber de nuestra disposición de combatir
de nuevo por la liberación de Cuba, Artime
sugirió que hiciéramos un gesto
simbólico y presentáramos públicamente
la bandera de la Brigada al Presidente Kennedy.
También decidimos que yo hiciera la entrega
después que San Román concluyera
sus breves palabras de bienvenida. Cuando informamos
al Secretario de Justicia de nuestra decisión,
funcionarios de la Casa Blanca comenzaron inmediatamente
a preparar los planes que culminaron en una extraordinaria
ceremonia en el Orange Bowl de Miami, la que fue
presenciada por miles de cubanos exiliados. Fue
durante ese evento histórico que le entregué
la bandera al Presidente Kennedy diciendo: "Señor
Presidente, los hombres de la Brigada de Asalto
2506 le hacen entrega de su bandera, nosotros
se la entregamos para su custodia temporal. El
Presidente entonces desdobló la bandera,
hizo una pausa de unos segundos, y con voz emocionada
declaró: "Comandante, le aseguro a
ustedes que esta bandera será devuelta
a esta Brigada en una Habana Libre".
Durante las semanas siguientes, varios funcionarios
del gobierno, y en especial Robert Kennedy, nos
informaron que la "Operación Mongoose"
no estaba obteniendo los resultados previstos
y que estaba siendo reemplazada por otra nueva
operación encubierta. Se nos aseguró
que los nuevos esfuerzos eran considerados de
alta prioridad y que la administración
estaba comprometida con la liberación de
Cuba. También nos enteramos que cientos
de hombres se encontraban implementando los nuevos
planes y que decenas de operaciones psicológicas
y paramilitares se estaban realizando contra el
régimen de La Habana. Nosotros estábamos
convencido que en esa ocasión, el resultado
sería una victoria definitiva.
A fines de enero del 1963, Artime y yo nos reunimos
de nuevo con Robert Kennedy en su residencia de
McLean. Kennedy comentó que nosotros lucíamos
completamente recuperados del duro tiempo pasado
en las prisiones e indicó que había
llegado la hora que nos uniéramos a las
operaciones del gobierno contra Castro. A Artime
se le proporcionarían todos los fondos
necesarios para que comenzara operaciones paramilitares
desde otro país, él dijo, y a mí
se me permitiría, dentro de las Fuerzas
armadas estadounidenses, entrenar y organizar
las fuerzas convencionales necesarias para lograr
la meta establecida por el Presidente. Dos meses
más tarde, Artime partió para Nicaragua
con cientos de hombres. Yo me dirigí a
Fort Benning, Georgia, con 207 oficiales de la
Brigada que habían recibido unos días
atrás sus comisiones como oficiales del
ejército, la fuerza aérea y la marina
de EE.UU. Otros 500 miembros de la Brigada fueron
asignados al Fuerte Jackson, Georgia, donde se
unieron a miles de cubanos voluntarios que se
habían alistado durante la crisis de los
cohetes de Octubre.
En una conferencia de prensa en enero, el Presidente
anunció el ingreso en el ejército
de los miembros de la Brigada y mi nombramiento
como Representante de todos los cubano americanos
alistados en las Fuerzas Armadas de EE.UU. Todos
estos increíbles eventos se desarrollaron
con una velocidad increíble después
de lo que muchos creyeron fue un firme compromiso
firmado por el Presidente de Estados Unidos y
el Primer Ministro de la Unión Soviética
después de la crisis de los cohetes de
no invadir militarmente a Cuba. A través
de los años, muchos han mantenido firmemente
este criterio. Académicos, periodistas,
historiadores y algunos cubano americanos han
culpado a John F. Kennedy por cancelar todas las
operaciones contra Castro después de la
fallida invasión de Bahía de Cochinos.
Yo puedo asegurar, como testigo presencial, de
que no fue así.
Como el resto del país, el asesinato
del Presidente el 22 de Noviembre del 1963 fue
un tremendo golpe para mí. Me encontraba
en Fort Sill, Oklahoma, trabajando con otro oficial
cubano asignado a esa base militar en planes para
organizar una brigada de infantería dentro
del ejército de EE.UU., cuando escuché
la trágica noticia. Los oficiales de la
Brigada se encontraban en esos momentos dispersos
en varias bases de EE.UU. Yo no pude imaginarme
en aquellos momentos la tremenda repercusión
que tendría la pérdida del Presidente
Kennedy en nuestros planes y que todos nuestros
esfuerzos y sueños por ver a una Cuba Libre
iban a desvanecerse prontamente. El 14 de enero
del 1964, fue el nuevo Presidente Lyndon B. Johnson
quien en la Casa Blanca, en presencia de Robert
Kennedy, me informó de su decisión
de terminar todas las acciones contra Cuba. Yo
tuve que trasmitir personalmente la devastadora
noticia a los cubanos exiliados que ostentaban
el uniforme militar norteamericano. Realmente
Castro fue el único que se benefició
del acto criminal acontecido en Dallas.
En un libro titulado "Inner Circles",
fue el ex-Secretario de Estado y General del Ejército
Alexander M. Haig el primero en hacer referencia
de mi participación en Operación
Mongoose. Durante la operación, Haig era
un teniente coronel asistente del Secretario del
Ejército Cyrus Vance, que coordinaba conmigo
los planes del Pentágono hacia Cuba. En
su libro, Haig narró: "Fue una declaración
extraordinaria (las palabras del Presidente en
el Orange Bowl) proviniendo de un hombre que había
abandonado a la Brigada cuando él era el
único que podía haberla salvado.
Sin duda, él pensaba hacer lo que estaba
diciendo
La Operación Mongoose fue
autorizada por el Presidente Kennedy a raíz
de la invasión de Bahía de Cochinos
Muchos
de los que estaban presentes en el Orange Bowl
aquella noche tenían que haber tenido conocimiento
de su existencia. El pueblo Americano estaba ignorante
de esto
Treinta incursiones en Cuba
fueron
aprobadas durante un período de tres meses
que comenzó en noviembre del 1963, los
últimos tres meses de la presidencia de
Kennedy. Con la aprobación de Vance y el
asesoramiento de Erneido Oliva, entre otros, yo
procesaba las decisiones, entregándoselas
a un representante de la CIA para que fueran ejecutadas
por sus operativos en el terreno.
Confío sinceramente que los miembros
de la Brigada y el público en general comprendan
que la culpa por los 46 años de dictadura
en Cuba no debe recaer exclusivamente sobre los
hombros de John F. Kennedy. Es una realidad ineludible
que nuestra derrota en las playas cubanas consolidó
el régimen de Castro. Pero también
tenemos que admitir que el Presidente Kennedy
quería continuar su lucha para derrocar
al tirano. El Presidente que nos falló
en la Bahía de Cochinos estaba realmente
arrepentido por no apoyarnos y quería rectificar
su error histórico y liberar a Cuba de
la dictadura castro comunista.
A través de los años, continué
haciendo todo lo que estuvo al alcance de mis
manos para convencer a funcionarios claves en
la seis administraciones que siguieron la del
Presidente Johnson, para que hicieran algo por
liberar al pueblo cubano. Como he dicho en repetidas
oportunidades anteriores, nadie ha estado dispuesto
a mover un dedo contra el tirano. Sin embargo,
las actitudes relacionadas con Cuba han cambiado
dramáticamente en los dos últimos
años. Nosotros contamos ahora en esta nación
con un presidente que ha demostrado gran determinación
y coraje liberando países lejanos de nuestras
costas. Un Presidente que ha declarado que él
ha colocado a su nación del lado de los
oprimidos del mundo. "Sepan todos los que
viven bajo tiranía y desesperación:
los Estados Unidos no ignorará vuestra
opresión, no justificará a vuestros
opresores. Cuando ustedes se rebelen en nombre
de la libertad, estaremos a vuestro lado. Nuestro
país ha aceptado obligaciones que son difíciles
de cumplir y que sería deshonroso abandonar",
declaró recientemente el mandatario a la
nación.
l dictador cubano a sólo unas 90 millas
de nuestras costas, ha cometido muchos errores
que le han hecho merecedor del aislamiento de
inclusive sus propios ex-aliados europeos. Como
Presidente del Consejo Militar Cubano-Americano
(CAMCO), he tenido la oportunidad de hablar con
muchos cubanos que han llegado recientemente a
Estados Unidos. Estos nuevos exiliados han enfatizado
el deterioro social y económico de Cuba.
Ellos nos han informado sobre los chismes y especulaciones
entre los compinches de Castro que se encuentran
preocupados por lo que pudiera suceder cuando
el tirano desaparezca del escenario y cómo
pudieran ellos sobrevivir la inevitable transición
hacia la democracia. Los recién llegados
también describen como el anciano dictador
está cada día más frágil,
senil y excéntrico. Ellos muestran con
dolor fotografías de las dos Cuba. Una
Cuba mostrando las caras alegres de los turistas
que viajan brevemente a la isla para disfrutar
de las blancas arenas de sus playas, los lujosos
hoteles y el cálido sol caribeño;
y la otra Cuba, mostrando las caras tristes del
95 por ciento de la población - los pobres,
los privados de sus derechos, los cautivos, la
pobre gente "resolviendo" en hogares
dilapidados y mendingando alimentos, agua, combustible
y otras necesidades para subsistir.
Creo firmemente que después de cuarenta
y seis años de la dictadura castrista,
la libertad de Cuba se acerca a pasos agigantados.
Es muy posible que un día, que me parece
muy cercano, los ex-miembros de la Brigada de
Asalto 2506, sus familiares y el resto de la comunidad
cubana, pudiéramos reunirnos nuevamente.
Esta vez, no en el Orange Bowl de Miami, pero
en una Habana Libre, en un lugar hoy conocido
como "Plaza de la Revolución"
y que nosotros llamaremos "Plaza de la Libertad".
Y vislumbro ver y oír en esa plaza, a otro
Presidente de Estados Unidos diciendo: "Miembros
de la Brigada de Asalto 2506, estoy aquí
en una Cuba Libre, devolviéndole a esta
Brigada la bandera que nos fue entregada para
nuestra custodia en diciembre del 1962".
Erneido A. Oliva, Mayor Gen. (DCNG-Ret), Ex-Segundo
Jefe Militar de la Invasión de Bahía
de Cochinos, Presidente de CAMCO.
http://www.camcocuba.org
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