PRENSA INTERNACIONAL
Febrero 9, 2005
 

Suspensión de sanciones

El Mercurio, Chile, Lunes 7 de febrero de 2005.

Debate ha provocado la decisión de la Unión Europea (UE) de suspender sus sanciones impuestas en 2003, cuando el régimen de Fidel Castro ordenó, sin debido proceso, el fusilamiento de dos supuestos secuestradores y la prisión de casi un centenar de disidentes. Aunque las sanciones europeas eran esencialmente protocolares, ya que sólo normaban las visitas oficiales y recepciones diplomáticas, su vigencia determinaba un perceptible aislamiento diplomático por la ausencia de observancia de derechos fundamentales en esa isla. Su levantamiento, pues, ha sido interpretado con desazón por los defensores de los derechos humanos, mientras otros lo estiman una rectificación necesaria ante la inoperancia de las presiones externas para promover las libertades en Cuba. La realidad es que en nada relevante ha mejorado la situación de los derechos ciudadanos en Cuba desde que estas restricciones fueron acordadas, ni se espera que su término sirva para liberalización alguna.

Difícil resulta, por tanto, comprender este avance en la normalización de los vínculos de la UE con Fidel Castro. Desde luego, parece injustificado, considerando que su gobierno es contumaz, está cerca de cumplir medio siglo en el poder sin permitir la democracia, en un continente en que todas las naciones la valorizan, al punto de mantenerse suspendida la membresía cubana a la Organización de Estados Americanos por esa falencia. Más incomprensible todavía es el cambio de la política exterior europea, si se espera coherencia con sus postulados libertarios y democráticos. Tampoco es convincente suponer que el mejoramiento en los lazos derivado del levantamiento pueda dar mayor influencia a los europeos en beneficio de los derechos del pueblo cubano, pues sus gobernantes han probado ser refractarios a cualquier intermediación en este ámbito. No sólo estamos frente a un cambio que podría aparecer errático, ineficaz y con escaso fundamento, sino que, además, fortalece la inexistente legitimidad del gobierno cubano ante la comunidad de naciones. Podrían servir de justificaciones de la suspensión -aunque no se mencionan ni se pretenda- el favorecimiento del libre intercambio y la no injerencia en asuntos internos.

Con todo, las críticas que merece el levantamiento de las medidas simbólicas de la UE no deben interpretarse como un respaldo al embargo comercial estadounidense, que muchos estiman contraproducente para el debilitamiento del régimen castrista, así como, en especial, irritante y perjudicial para millones de personas inocentes.

© El Mercurio S.A.P

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