La melancolía de Zoé
Valdés
La escritora cubana, de visita
en LA, habla de su obra, de sus temas recurrentes
y de lo que llama 'la realidad cubana'
Nelly Apaza Retamoso, especial
para Espectáculos. La
Opinión, EEUU, 3 de febrero de 2005.
Erótica en sus novelas y poesía,
a veces pone cierta ironía a sus personajes;
pasa de lo sexual a la violencia sin problema
y suele ser dulce o tierna para personificar al
padre ausente. Algo más, el tema sociopolítico
cubano no puede estar ausente ni en sus libros
ni en sus entrevistas. Así es la escritora
Zoé Valdés, cubana, 10 años
autoexiliada en París.
Zoé Valdés, la mujer, 46 años
de edad, mezcla de raíces chinas con irlandesas,
es más bien amante de la melancolía.
Se autodefine como una persona triste con muchos
deseos de ser alegre. "Si la gente piensa
que todos los cubanos somos alegres, bulliciosos,
no es así. Me gusta la melancolía,
la lluvia, la calma y ahora, la grisura parisina.
Me considero un personaje chaplinesco".
Visitó Los Angeles, por primera vez, la
semana antepasada, invitada por una organización
cubana. Una oportunidad para conversar y conocer
a una de las escritoras de la isla más
leídas en los recientes años. Sus
más de 20 publicaciones desde que lanzó
la primera, también, hace 20 años,
se mueven entre la controversia y los numerosos
galardones que ha recibido por algunas de ellas.
Pero es, sin duda, su abierta y desenfadada crítica
al gobierno de Fidel Castro, de lo que no puede
dejar de hablar, tampoco dejar de escribir, por
lo que más se le conoce. "La situación
cubana no va a variar en mí. Cuando estás
marcada por una situación como esa, esa
es tu vida y se acabó".
No muy alta de estatura, muy sencilla en su vestir
y en su lucir; unos ojos verdes claros que tienen
una mirada más bien triste esconden aquella
fuerza que tiene en sus palabras como escritora.
Resulta difícil adivinar que, esa pasividad
con la que habla, pueda expresar duros y nada
ocultos sentimientos de la ira que le inspiran
Castro y su gobierno.
Una conversación que se hubiera preferido
sobre sus éxitos como escritora, regresa,
queriendo o no, a Cuba, a Castro, a la dictadura.
"Mi obra está escrita en un contexto
donde los personajes se mueven en una realidad
social que es la realidad cubana. Así es
Querido primer novio. En La nada cotidiana he
retomado una etapa de la historia de Cuba que
todavía no había contado nadie de
mi generación".
Afirma que los periodistas quieren hablar más
de la realidad que de la idealidad y por ello
no preguntan sobre el amor, la soledad, la muerte
o la desgracia.
"Es algo que nos pasa más a los escritores
cubanos que a otros. Yo me pregunto, cómo
no le pasa éso a [Gabriel] García
Márquez o a [Luis] Sepúlveda, escritores
críticos con los regímenes caudillistas
o dictatoriales de América Latina. A mí
y a otros escritores cubanos nos dan otro tratamiento".
Pero ello no le da temor, aunque sí sentiría
cierta decepción, si es que en su obra
se aprecia más el lado sociopolítico
que el verdaderamente literario.
No le preocupa porque sus méritos literarios
ya han ganado muchos premios importantes. Desde
aquel primer libro de poesías Respuestas
para vivir (1982), que lo escribió cuando
apenas tenía 17 años de edad y obtuvo
el Primer Premio de Poesía Roque Dalton
y el Jaime Suárez Quemain, de México.
"Un título muy pretencioso, pues a
esa edad, son más las preguntas que una
tiene que las respuestas sobre la vida",
comenta.
Fue finalista del codiciado Premio Planeta, por
Te di la vida entera (1996), uno de los más
traducidos, al igual que La nada cotidiana (1995);
el premio más reciente es el de la Ciudad
de Torrevieja, España, por La eternidad
del instante (2004).
Títulos que ella misma no se explica cómo
le vienen a la mente. "Es un misterio. Con
Anatomía de la mirada, uno de poemas [aún
no publicado], el nombre surgió cuando
estaba en el proceso de escribirlo. Me di cuenta
que estaba describiendo una trayectoria de la
mirada, que esa mirada tenía un cuerpo
y así salió el nombre".
Los títulos son importantes, pero en el
caso de Zoé Valdés, son como versos,
que no reflejan siempre el contenido del libro.
¿Quién podría pensar que
en Te di la vida entera, uno de los personajes
centrales sea el propio Fidel Castro?. O que,
en La eternidad del instante el argumento es un
viajero chino y las aventuras que pasa para llegar
a Cuba, en los años 20 o 30? Es nada menos
un homenaje a su abuelo materno.
Ha sorprendido con sus poemas sensuales, sus
libros llenos de frases y situaciones muy abiertas
al sexo, que algunos críticos la ubican
en literatura erótica, picaresca.
Entrega, igual, momentos de nostalgia, desencuentros
y separaciones. En muchas de sus obras refleja
a las tres mujeres dominantes que tuvo alrededor
mientras crecía en La Habana, en plena
revolución castrista. "Mi madre, mi
abuela y mi tía están en muchos
de mis libros", confirma.
La dolorosa ausencia de la figura paterna, al
igual que el régimen castrista, marcaron
su personalidad y su literatura. "La figura
del padre es más frágil. Tiene que
ver con una ausencia siempre presente, predominante,
que cuando se vive de ésa manera se vuelve
dolorosa y se sustituye por la imagen poética".
Una niña que creció en la extrema
pobreza, descubrió por los azahares de
la vida, su otra gran pasión: el cine.
Tener que usar el baño de la sala de cine,
para bañarse, la llevó a ver sus
primeras películas y quedar fascinada con
actores y actrices de Hollywood y del cine francés.
Así nació la cineasta Valdés,
que vio su primer guión, Vidas paralelas
(1991) y otros muchos, aún sin producirse.
Casada con el cineasta cubano, Ricardo Vega,
con una hija, Attys Luna, de 11 años, que
ya es el personaje de sus libros para niños,
Valdés siente que de pronto, los éxitos
recientes pueden hacer que deje otros trabajos,
como el de traductora o dar clases de literatura
y cine.
"Es falso que digan que produzco un libro
por año. Me toma entre dos y dos años
y medio terminar un libro y, en parte, es porque
tengo otros trabajos que cumplir", responde
a quienes encuentran que su producción
es muy frecuente.
Sus nuevos libros no se centran en el tema cubano.
La obsesión de celebridad, sobre la obra
de la pintora catalana Remedios Baro no tiene
nada que ver con ello. Pero sí con el tema
de la mujer. Es un tópico que tampoco puede
abandonar. "El poder de la mujer es su cuerpo.
Se ha explorado de una manera idealista. La mujer
tiene también dolores y muy fuertes, un
cuerpo que sufre, se desmorona y en ese proceso
sigue siendo bello. Eso es lo que me interesa".
Habla que Isabel Allende, a quien admira mucho,
trata igual, el tema de la mujer, de una manera
muy subliminal, sutil, pero que dice cosas muy
duras, muy reales.
No le molesta tampoco que haya quienes califiquen
su obra de pornográfica. "Esa es una
propaganda que hace uno de los ministros de Castro.
El Centro Georges Pompidou, en París, acaba
de declarar los años 90 como los años
de la pornografía. No me molesta lo que
otros digan, yo se lo que estoy haciendo",
concluye.
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