La
casa de Gabo en La Habana
Víctor Llano. Libertad
Digital, España, 27 de diciembre de
2005.
Se lo aseguró al corresponsal de El País
en Cuba. García Márquez presume
de "conspirar" por la paz en Colombia
casi desde que nació. Valoramos como merece
su humildad, pero nos consta que no es de lo único
de lo que puede presumir el escritor colombiano.
También ha escrito al menos una gran novela,
tiene casa en La Habana y es amigo de Fidel Castro.
Se demuestra una vez más que el talento
no siempre va unido a la vergüenza. Se puede
escribir una maravilla como es "Crónica
de una muerte anunciada" y, al mismo tiempo,
justificar todo tipo de crímenes. Sólo
así se entiende que García disfrute
de casa en La Habana. Por supuesto, no se tratará
de la mía. Es demasiado "chiquita".
Allí vivirá ahora alguna familia
pobre -probablemente negra y numerosa- que jamás
coincidirá con Gabo y no podrá preguntarle
por qué es amigo de su verdugo.
La casa de García ha de ser grande y hermosa.
La que corresponde a personaje tan notable como
siniestro. En ella se podrá "conspirar".
No en la que fue de mis padres y que estaba puerta
con puerta con la de la presidenta del Comité
de Defensa de la Revolución. Uno de los
tristemente famosos CDR que sirvieron y sirven
para organizar actos de repudio en contra de la
disidencia. Ya les digo, no sólo era pequeña,
también pecaba de mal "ubicada".
Lo que no impidió que la tiranía
nos la robara incluso antes de que pudiéramos
escapar de la isla de los cien mil presos.
Disculpen. Intentaré no dispersarme. Aquí
lo que importa no es mi casa, es la de Gabo. Tal
vez el novelista sepa a quién se la robaron.
Pero mucho me temo que jamás "conspiró"
para devolvérsela. No parece que le inquiete
mucho disfrutar de lo que otro robó para
su familia y sus amigos. Él se ocupa de
temas más importantes. Nunca se interesó
por el tráfico de propiedades robadas.
Lo suyo es la alta política. La que no
distingue entre víctimas y verdugos. Presume
de trabajar por la paz en su país, pero
vive muy bien en otro donde disfruta del favor
de los carceleros. Jamás conspiró
en su contra. Por tanto, me cuesta mucho creer
que se interese por la suerte de los colombianos.
Cuando nos importa el sufrimiento, nos importa
todo tipo de sufrimiento. Las personas decentes
no saben distinguir entre los verdugos. García,
sí. Sólo así se entiende
que -como otros muchos extranjeros- tenga casa
en La Habana.
En Cuba encuentran refugio todo tipo de terroristas
y fugados de la justicia estadounidense. No es
el caso de Gabo, pero no podrá negar que
quien les permite vivir allí es un sátrapa
sin escrúpulos que puede invitar a sus
amigos con lo que no es suyo. Es más, le
consta que su casero es el más longevo
y peligroso de los terroristas. Y aunque el colombiano
se considere capaz de dibujar un círculo
cuadrado, sólo logrará engañar
a los que como él disfrutan de un desahogo
moral que les permite presumir de trabajar por
la paz mientras justifican los crímenes
de un bandido que protege y financia a todo tipo
de liberticidas.
Si García quiere que confiemos en su buena
intención, a lo primero que tenía
que renunciar es a su casa de La Habana. Le sobra
la pasta. No necesita vivir de los logros de la
Robolución. Un tipo que fue capaz de escribir
"Crónica de una muerte anunciada"
merece disfrutar de una vejez más digna.
No de propiedades robadas. Es mucho lo que pudo
hacer en favor de los cubanos y jamás hizo.
Ya no esperamos de él que regañe
a uno de sus mejores amigos. Sería pedirle
demasiado. No obstante, me atrevo a sugerirle
que si quiere que nos tomemos en serio sus "conspiraciones",
alquile un apartamentito con vistas a la cárcel
de máxima seguridad en la que su Máximo
Líder tortura a Óscar Elías
Biscet.
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