PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 12, 2005
 

Todas las heridas

Raul Rivero, El Nuevo Herald, 11 de diciembre de 2005.

Me reconforta saber que Mario Enrique Mayo está ahora mismo en su casa de Camagüey. Es bueno para todos que lo hayan cambiado de celda y que los barrotes pintados con chapapote desleído no sean los límites de su libertad, sino la voluntad del dictador que, como dijo el periodista francés Laurent Fabius, sigue poniendo manchas en su delantal ensangrentado.

Esas nuevas huellas en el mandil verde olivo tiene remisiones físicas y espirituales porque están las heridas reales, los maltratos y suplicios de la experiencia carcelaria del abogado y periodista y las mordeduras morales, que no son visibles pero están ahí, en las proximidades de lo que debe ser el alma, que no tiene domicilio fijo dentro del cuerpo humano ni lejos de la carne.

Es verdad que Mario Enrique está de vuelta en su hogar, pero no ha regresado el joven y brillante intelectual que un día tomó la decisión de fundar una agencia de periodismo para describir la realidad de su país y dar sus opiniones con honestidad y valor. Quién vuelve es un hombre que tuvo un bahareque en el infierno.

Su libertad precaria satisface y conmueve de todas formas. Satisface porque ya Mayo se quitó de la cabeza la cadena añadida de sufrimientos que padece el cubano de la calle y conmueve porque el anuncio de su salida de aquellas cuevas en las que los gansters tienen secuestrados a quienes los denuncian, traen a la memoria enseguida a los amigos que siguen allá adentro solitarios y enfermos, lejos de la familia y el aire.

Sigue en la oscuridad, herido y rebelde, Ricardo Gonzalo Alfonso, el periodista de raza que acaba de escribir en su calabozo una de las crónicas más trascendente del periodismo cubano de los últimos años, en la que narra la noche final de uno de los jóvenes fusilados en marzo del 2003 y que fue su compañero de celda.

Ricardo González, el poeta cuya obra comienza a difundirse por el mundo y que acaba de publicar un libro en Miami, Hombres sin rostro, de la editorial Plantados, y otro en Madrid, Historia sangrada, de la Fundación Hispano Cubana.

Omar Rodríguez Saludes, el audaz fotógrafo profesional que retrató la Cuba de los noventa con una cámara sin lentes para la mentira y el disfraz. Están Omar Ruiz y Héctor Maceda, Regis Iglesias y Pablo Pacheco, Pedro Ar- güelles Morán y Normando Hernández, quien hizo una revista para contarlo todo y ahora los verdugos lo castigan con saña en una prisión de Pinar del Río.

Ellos y otras decenas de reporteros que salieron a trabajar con un lápiz y un pedazo de papel en medio del hambre y la persecución y los soplones, encerrados en los zulos estatales para dejar a Cuba sin voz y que se disemine en la población lo único que el totalitarismo no ha racionado nunca, el miedo.

Salud y fuerza para el colega Mario Enrique Mayo. Salud, fuerza y presencia, memoria, espacio, evocación diaria para los periodistas condenados y para todos los presos políticos que tiene en esa isla el hombre del babero ensangrentado.

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:


CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster