Mario
Enrique Mayo Hernández: "Prefería morir antes
que continuar en la cárcel"
Reporteros
sin fronteras, 9 de
diciembre de 2005.
Encarcelado con otros 26 periodistas durante
la oleada represiva de la primavera de 2003, Mario
Enrique Mayo Hernández, de la agencia independiente
Félix Varela, salió en libertad
el 1 de diciembre de 2005, por razones de salud.
Ha contado a Reporteros sin Fronteras la prueba
psicológica que para él ha representado
la difícil experiencia carcelaria.
" El universo carcelario está en
completa contradicción con mi universo
moral, y mi manera de ver la vida. La cárcel
es el lugar de todos los peligros. Hay que mantenerse
en alerta permanente contra los malos tratos de
los guardianes, las peleas entre detenidos, los
robos, las humillaciones. Es un shock psicológico,
un stress permanente para alguien que, como yo,
defiende sus ideas.
Los traslados intempestivos (al periodista le
trasladaron cinco veces) agravaron el shock, porque
hacen imposible que uno se adapte mínimamente.
Primero estuve encarcelado en Holguín (Este)
y después en dos cárceles de Santiago
de Cuba (Sudeste). Desde el principio me negué
a plegarme a la condición de preso. Creo
que los traslados formaban parte de las represalias.
Hice varias huelgas de hambre. Por esa razón
me ingresaron en el hospital militar de la cárcel
de Combinado del Este, en La Habana (Noroeste).
Pasó un tiempo antes de que me sometieran
a tratamiento. Ese tiempo de espera fue una tortura
más.
Finalmente, las autoridades penitenciarias accedieron
a acercarme a mi familia, enviándome a
la cárcel de Kilo 7, en Camagüey.
El tiempo pasado en la cárcel se hacía
cada vez más difícil de soportar.
El director del hospital psiquiátrico de
Camagüey me ayudó a aguantar, pero
yo prefería dejar este mundo antes que
continuar viviendo en esas condiciones. Era una
cuestión de conciencia.
Nunca pensé que estaría en libertad
tan pronto. El 1 de diciembre por la mañana
vinieron a verme dos funcionarios del control
penal. Me dijeron que el director de Kilo 7 quería
verme. Así que me llevaron a su oficina.
Allí estaba un agente de la Seguridad del
Estado. Me emocioné mucho al saber que
me habían concedido una licencia extra
penal. Estaba tan emocionado que los funcionarios
llamaron a mi madre para informarle porque yo
no conseguía encontrar las palabras para
hablar con ella".
"Creo que conseguí aguantar gracias
a la poesía. En la cárcel escribí
poemas, especialmente sobre mi mujer, mi madre,
mi ciudad. A la salida supe que, gracias a mi
esposa, había conseguido un premio de poesía,
en el marco de un encuentro de disidentes en Puerto
Rico. De momento necesito descansar, y escribir
para mí mismo. Continúo con un tratamiento
contra la depresión, aunque cada vez voy
a tomar dosis más pequeñas. "
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