Aquel 17 de abril
Julio Gonzalez-Rebull, El
Nuevo Herald, 21 de abril de 2005.
Aveces pienso que la historia y muchos cubanos
no han otorgado a la fecha del 17 de abril de
1961, día de la invasión de Bahía
de Cochinos, la importancia y el respeto que merece.
Aun cuando muchos gozaban de la euforia del triunfo
de la revolución ''verde como las palmas'',
que no era nada más que la cáscara
del rojo comunismo que llevaba en sus entrañas,
un grupo de jóvenes representativos de
todos los niveles de la sociedad cubana --blancos,
negros, estudiantes, profesionales, militares
del ejército constitucional y rebelde--
partió hacia un destino desconocido con
un propósito bien definido: luchar para
liberar a Cuba del comunismo.
Yo tenía 23 años de edad y prácticamente
aún estaba aturdido por un exilio inesperado.
Apenas contaba con recursos para el sustento diario
y estaba preocupado por mi madre, cuyas lágrimas
todavía recuerdo en el Aeropuerto de Rancho
Boyeros cuando tuve que partir hacia el destierro
bajo protección diplomática.
Aquel grupo de jóvenes, cuya edad promedio
sería de 23 años, fuimos unos visionarios
dentro de la tragedia cubana. Al partir hacia
los campamentos en diciembre de 1960 no sabíamos
cuál sería nuestro destino. Nos
llevaron a una casa de seguridad en Coconut Grove,
nos metieron en un camión cerrado y nos
trasladaron a un hangar cerrado (en Opa-Locka)
para luego introducirnos en un avión sin
ventanas. Cuatro horas después aterrizábamos,
aunque no sabíamos dónde. No fue
hasta que se abrieron las puertas de la vieja
aeronave que nos dimos cuenta de que estábamos
en Retalhuleu, en Guatemala.
Sería interminable relatar los largos
meses de entrenamiento, las condiciones imperantes,
los días de lluvia en que las nubes (la
base Trax estaba a 4,000 pies de altura) no dejaban
ver más allá de nuestras manos.
Imborrables siempre serán aquellas primeras
Navidades fuera de nuestra patria y alejados de
nuestra familia, en plena selva de Centroamérica,
donde un pedazo de turrón aquel 24 de diciembre
era algo así como un regalo del cielo.
A un sector dimos por nombre ''Garrapatenango'',
pues si te sentabas en el suelo las garrapatas
acababan contigo.
La Brigada entró en acción mucho
antes del 17 de abril. Semanalmente, entre el
mes de noviembre y finales de febrero, se hacían
vuelos a Cuba para llevar armas a distintos puntos
y lanzar proclamas sobre distintas ciudades. Estos
vuelos tenían un promedio de nueve horas
en aquellos obsoletos aviones B-26, C-46 o C-54,
pues volábamos desde Guatemala, pegados
al Pacífico y muy cerca de la frontera
con México. Yo tuve el honor y el orgullo
de ser parte de cuatro de aquellas inolvidables
misiones aéreas.
Jamás podré olvidar, en el día
de la invasión, la expresión de
profundo dolor de Raúl Menocal Jr. --tenía
una fístula infectada--, un miembro del
grupo de 30 paracaidistas con quienes fui como
''PDO'' a San Blas el 17 de abril. Justo antes
de saltar, ya parado frente a la puerta, a la
que llegó casi arrastrándose presa
del dolor, recuerdo que Raúl me dijo sin
rodeos: ''Si me matan, dile a papá que
lo quise mucho. ¡Viva Cuba libre!''. Raúl
saltó con hidalguía y valor. Murió
días después con otros brigadistas
en un bote después de estar 10 días
a la deriva sin agua ni comida.
Han pasado 44 años. La batalla de Bahía
de Cochinos se perdió. Nuestros aliados
del norte, sur, este y oeste no dijeron presente
cuando allí, en las arenas de Girón,
no sólo se luchaba por liberar a Cuba,
sino también por preservar la democracia
en el hemisferio y evitar tantos problemas en
muchas partes del mundo, como lo ha probado la
historia. Allí dieron sus vidas más
de 100 jóvenes cubanos, todos portadores
de los más sanos ideales y orgullosos de
haber acudido al grito de angustia de nuestra
patria, que clamaba por su libertad.
Cumplimos con nuestro deber. Por eso en este
mes de abril rendimos tributo a la memoria de
nuestros mártires y a todos los que murieron
en la lucha. Y repetimos, quizá ya golpeados
por el tiempo, pero con las mismas convicciones
de ayer, el grito que dejó escuchar nuestro
jefe militar, Pepe San Román, sobre las
arenas de Girón aquel 20 de abril: "¡Jamás
abandonaremos nuestra patria!''.
Periodista, publicitario, miembro de la Brigada
2506 y de la Sociedad Interamericana de Prensa
(SIP).
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