Herida migratoria sigue
abierta en Cuba
AFP. Univision,
20 de abril de 2005.
LA HABANA, Cuba - Un cuarto de siglo después
del Mariel, el mayor éxodo cubano, la tragedia
migratoria sigue latente con el eco mediático
de los cientos que se aventuran en una balsa o
lanchas de traficantes, o del silencio que acompaña
a las decenas de miles que salen de la isla en
forma legal.
Éxodo cubano
Para los más jóvenes, el éxodo
que involucró a unos 125 mil cubanos es
una referencia en una larga historia de más
de 45 años que aún no termina, y
que ha dejado la cicatriz indeleble de la separación
familiar, la tragedia mayor de la que no escapa
ni el presidente Fidel Castro.
De un lado del Estrecho de Florida se culpa a
Castro, al comunismo y a las penurias económicas
de ser el generador del problema. En la otra costa,
separada por 90 millas náuticas de un mar
infectado de tiburones, se le imputa el daño
a la Ley de Ajuste Cubano, de 1966.
"La ley asesina", como la bautizó
Castro, privilegia a los cubanos que por cualquier
vía lleguen a territorio estadounidense,
confiriéndole residencia automática
y facilidades laborales, lo que funciona como
un estímulo, según argumenta el
presidente.
El éxodo del Mariel, tercero en su tipo
despues del puente aéreo Habana-Miami y
del sucedido en la localidad de Camarioca, ambos
en los años 60, comenzó con la entrada
violenta de un grupo de personas en la embajada
de Perú en La Habana, el 1 de abril de
1980.
Con pretenciones migratorias, el grupo lanzó
un ómnibus contra la reja de la embajada.
El saldo de la operación fue un policía
muerto.
Ante la negativa peruana de devolver a los refugiadios,
el Gobierno cubano anunció públicamenmte
el retiro de la custodia en la sede diplomática,
lo que provocó la entrada de 11 mil personas,
que vieron una oportunidad de salir del país
por esa vía.
Crisis de balseros
La situación de hacinamiento en la embajada
provocó una conmoción internacional
y el gobierno estadounidense de James Carter dijo
estar dipuesto a recibir a los cubanos.
Castro abrió el puerto del Mariel, 50km
al oeste de La Habana, para que yates provenientes
de Estados Unidos recogieran a sus familiares
y otras personas, una situación que se
extendió desde el 14 de abril al 5 de octubre
de 1980.
Pero 14 años después, en medio
de una fuerte crisis económica y tras algunos
secuestros de embarcaciones para emigrar, el Gobierno
cubano abrió nuevamente sus costas y durante
el verano boreal, 26 mil personas abandonaron
la isla en precarias embarcaciones, protagonizando
la llamada Crisis de los Balseros.
Esa crisis concluyó con un acuerdo migratorio
entre los dos países, en el cual Washington
se comprometió a otorgar 20 mil visas anuales
y repatriar a los ilegales interceptados en alta
mar o en su base naval de Guantánamo.
Cuba, por su parte, aceptó disuadir pacíficamente
a los que intenten emigrar ilegalmente y reinsertar
socialmente a los repatriados, sin adoptar medidas
legales contra ellos.
Desde entonces, y en lo que muchos llaman "un
Mariel silencioso", más de 200 mil
cubanos han emigrado de forma "legal, segura
y ordenada", como establecen los acuerdos.
Otros, rechazados por las autoridades migratorias
de Estados Unidos, se siguen lanzando al mar en
precarias embarcaciones o en lanchas de traficantes
de personas, con un pasaje de entre 5 mil y 8
mil dólares cada uno, pagados por sus familiares
residentes en Estados Unidos.
Los 25 años del Mariel encuentran una
nueva tormenta política en la cuestión
migratoria, que amenaza a los acuerdos de 1994.
La Habana acusa a Washington de aplicar una migración
selectiva que funciona como "fuga de cerebros",
en tanto Estados Unidos imputa a Castro no dejar
salir de la isla a cientos de graduados universitarios
cuyas visas migratorias ya fueron autorizadas
por Washington.
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