Un paso atrás y dudas
por delante
El
País, Uruguay,
5 de abril de 2005.
En reciente editorial, nos referíamos
al consejo y advertencia que el Dr. Allende le
hizo al Gral. Seregni, y que éste repetía
entre nosotros; "Cuidado con la ultraizquierda..."
El malogrado presidente chileno sabía de
qué hablaba... Años más tarde,
en 1979, el entonces joven "Lula" da
Silva -dirigente gremial de los metalúrgicos-
recibía de parte del reconocido sociólogo
Celso Furtado un mensaje sobre el mismo tópico:
"Lula, no se preocupe por lo que digan los
ultraizquierdistas. Porque, en el fondo, son un
alerta del camino que Ud. no debe seguir. Pero,
al mismo tiempo, no permiten que Ud. vaya mucho
a la derecha".
Es decir, Furtado alecciona al promisorio interlocutor:
la ultraizquierda no sirve de ejemplo para seguir;
al contrario, sus propuestas son exactamente lo
que no hay que hacer. De todos modos, concluye
el sociólogo, contribuye a que la balanza
ideológica no se incline demasiado hacia
el lado opuesto.
En el panorama latinoamericano, Cuba representa
a la ultraizquierda sobre cuya peligrosidad alertó
Allende y sobre la que Furtado dijo que sólo
sirve para señalar el camino que no hay
que transitar.
EL gobierno frenteamplista sabrá a qué
atenerse. No puede ignorar que en su seno hay
movimientos, corrientes, grupos y grupúsculos
que fueron o son partidarios de la lucha revolucionaria,
que no se han caracterizado nunca por el respeto
a las disposiciones constitucionales y a las normas
legales y que, en sus plataformas partidarias,
incluyen toda la gama de anacronismos marxistas
que han hundido a la economía cubana y
sometido a su pueblo.
La administración Vázquez, por
tanto, tiene una ardua tarea por delante. Es verdad
que posee una mayoría parlamentaria absoluta,
razón por la cual será también
absoluta su responsabilidad en el caso de no cumplir
con sus promesas preelectorales o por no adoptar
las medidas adecuadas para fomentar el desarrollo
de nuestro país.
Pero igualmente es verdad que la coalición
que lo llevó a la primera magistratura
adolece de serias contradicciones internas, capaces
de dar un rumbo errático a su Administración,
incluso, de quebrar su dominio legislativo.
El Dr. Vázquez tendrá que moverse
con cautela, firmeza y habilidad maquiavélica.
TENDRA que lidiar con personalidades fuertes
y experimentadas que, sin duda alguna, le harán
pagar un elevado precio para consensuar iniciativas
y rumbos. Justamente en eso consiste la política:
moverse en un medio cambiante, teñido de
ambiciones personales, impulsado por ideales,
a menudo utópicos, y por urgencias impuestas
por la realidad.
¿Tiene algo que ver con la necesidad de
hallar un denominador común en la coalición
gobernante el insólito hecho de reanudar
las relaciones diplomáticas con Cuba, precisamente
el mismo día en que el Dr. Vázquez
asumía su alto cargo?
¿O responde, más bien, a una convicción
ideológica del primer mandatario y a una
comunión de éste con el régimen
imperante en la isla?
Si el restablecimiento del vínculo diplomático
obedece a esta última interrogante, y no
a una demostración de la cintura política
del Dr. Vázquez, entonces, el problema
es más grave de lo que aparenta ser. Porque
nadie duda que Cuba es la única superviviente
occidental -y uno de los tres o cuatro a escala
mundial- del totalitarismo marxista. Las evidencias
que corroboran tal definición son incontables
pues van desde la existencia de centenares de
presos políticos y la pertinaz oposición
de Castro a que inspectores de la ONU y de otros
organismos visiten la isla para indagar sobre
la violación de los derechos humanos, hasta
la ejecución de tres disidentes por intentar
huir de Cuba y la condena de otros 75 a penas
de 20 años de prisión por idénticos
motivos. O la negativa personal de Fidel a que
una eminente cirujana viaje a Buenos Aires para
visitar a su hijo y a sus nietos argentinos que
no ha conocido aún.
ES una muestra más de la impiedad del
régimen isleño con el que, al parecer,
se honró el presente gobierno al reconocerlo
tan precipitadamente y en las circunstancias conocidas.
Menos mal que, ahora, el gobierno de Vázquez
da un paso atrás cuando, por intermedio
de su canciller Gargano, comunica a Fidel Castro
que Cuba no será admitida en el Mercosur
como miembro pleno ni como Estado asociado porque
no cumple con la cláusula democrática
establecida en el Protocolo de Ushuaia. Obviamente,
el Sr. Gargano cambió de opinión
en el seno del Consejo del Mercosur pues, anteriormente,
había afirmado que la cláusula democrática
no regía para los Estados asociados...
Lo importante -sin ironía alguna- es que
nuestro gobierno reconoce que Cuba no es una democracia.
Debería coincidir, pues, con la Asamblea
para Promover la Sociedad Civil -integrada por
demócratas cubanos y ex prisioneros políticos,
todos ellos perseguidos y acosados por Castro-
que convoca a un Foro Público para el 20
de mayo para debatir los graves problemas que
afectan a la población isleña.
TAMBIEN debería coincidir con la propuesta
del notorio disidente Ing. Osvaldo Payá
de realizar un Diálogo Nacional para discutir
cómo implantar un modelo democrático
y respetuoso de los derechos humanos y civiles.
Todo esto, además, forma parte de la Declaración,
hecha en Praga, por el Comité Internacional
para la Democracia en Cuba (integrado por ex presidentes
y ex primeros ministros Vaclav Havel, Lacalle,
Monge, Aznar, Aylwin, entre otros) que pide "una
amnistía general para todos los presos
políticos, la devolución inmediata
a la ciudadanía de sus libertades públicas
conculcadas y la celebración de elecciones
libres pluripartidarias".
La pregunta es, entonces, cómo actuará
nuestro gobierno y cómo actuará
la ultraizquierda uruguaya (uno de los últimos
exponentes del totalitarismo estalinista y maoísta)
respecto a lo que claman tan calificadas voces
condenatorias de la tiranía castrista.
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