PRENSA INTERNACIONAL
Agosto 22, 2005
 

Habló el sicario estrella del Cartel de Medellín: La relación entre Fidel y Pablo Escobar

Alejandra De Bengoechea. El Mercurio, Chile, 21 de agosto de 2005.

Dice que una sociedad que no descifra a sus criminales, no avanza. Que optó por contarlo todo "para aportarles algo a los colombianos que tanto lesioné".

Por eso el temible John Jairo Velásquez, alias "Popeye", el sicario estrella de Pablo Escobar y uno de los pocos sobrevivientes del Cartel de Medellín, se sentó durante un año con la periodista colombiana Astrid Legarda. El resultado fue "El verdadero Pablo, sangre, traición y muerte", sus memorias en 300 páginas.

El libro ya arrojó resultados concretos: gracias a sus confesiones, hace cuatro meses fue arrestado el ex ministro de Justicia y dos veces candidato a la Presidencia Alberto Santofimio por haber aconsejado a Escobar asesinar al también candidato presidencial Luis Carlos Galán, en agosto de 1989.

Aunque en Colombia no es novedad la publicación de memorias en forma de acto de contrición -ya lo han hecho el ex líder de los paramilitares Carlos Castaño y no menos de una decena de mafiosos y políticos que han pasado por la cárcel-, por primera vez un libro permite conocer detalles cruciales de episodios que marcaron para siempre la historia de este país andino, en conflicto armado desde hace ya más de cuatro décadas.

Por ejemplo, los autos bomba, la gran especialidad de los terroristas colombianos, quienes han inventado la forma de hacer estallar caballos, collares, perros, bicicletas, burros, aviones y hasta cadáveres bomba.

Popeye, de 43 años y quien actualmente purga 18 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad por asesinato y concierto para delinquir, cuenta en el capítulo 14 (de los 32) que Escobar, obsesionado por no ser extraditado, buscaba una arma "que amedrentara y creara pánico".

"El Negro -otro de los sicarios de Escobar- le cuenta al Patrón que, cuando estuvo preso en Estados Unidos, conoció a un experto en explosivos, integrante del Ejército Separatista Vasco (ETA). A Escobar se le prende el bombillo y pregunta si lo pueden ubicar".

En 1988, Miguel, un etarra que después terminó muerto, recibió 300.000 dólares de entonces "para que nuestros hombres aprendieran la técnica de los autos bomba, activados tanto a control remoto como por mecha lenta".

Aprendieron todos. Desde entonces no hay un año en que en este país no mueran inocentes por culpa de los autos bomba.

Amigo Fidel

Pero lo anterior no es lo único revelador. "Popeye" describe detalladamente cómo Escobar sostuvo una "permanente y fluida" comunicación epistolar con Fidel Castro, quien le permitió usar la isla como lugar de tránsito de droga hacia Estados Unidos.

"Pablo estaba feliz con esa ruta (Colombia-México-Cuba-Estados Unidos). Decía que era un placer hacer negocios con Raúl Castro, pues era un hombre serio y emprendedor", señala Velásquez.

Aunque en La Habana han negado esta historia pese a diversas versiones coincidentes, "Popeye" especifica que la operación era manejada "por los militares cubanos al mando del general (Arnoldo) Ochoa Sánchez y el oficial Tony de la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro".

Cuando la operación fue descubierta, "Fidel Castro no se quedó con los brazos cruzados y ordenó una farsa de investigación para de esta forma protegerse él y, de paso, a su hermano Raúl".

Según Popeye, quien de paso salpica a buena parte de la clase política colombiana y a varias reconocidas modelos y presentadoras de televisión, la operación en Cuba -que duró dos años, a través de aviones que llevaban entre 10 mil y 12 mil kilogramos de cocaína en cada vuelo- le permitió a Escobar multiplicar las ganancias con la droga.

Aunque, además, señala al entonces líder sandinista Daniel Ortega y al ex hombre fuerte de Panamá Manuel Antonio Noriega de ser "amigos de la mafia, bandidos totales", el de la toma de Palacio de Justicia (1985) es el capítulo que por estos días ocupa las primeras planas de los periódicos colombianos.

Popeye dice que los principales dirigentes del desaparecido movimiento guerrillero M-19 (Iván Marino Ospina y Álvaro Fayad, hoy muertos) se entrevistaron con Escobar para que los ayudara en la toma del Palacio, un episodio que dejó más de un centenar de muertos entre civiles, magistrados y guerrilleros.

Al margen de los intereses del M-19, el objetivo de Escobar era destruir los expedientes de todos los futuros narcotraficantes extraditados.

"Por la toma del Palacio, el M-19 recibió 2 millones de dólares. Si hubiera caído la extradición misma, como quería Pablo Escobar, recibirían entre 5 y 10 millones", anota "Popeye".

Hace seis meses, en Miami, el Presidente Álvaro Uribe Vélez también implicó al M-19 con el Cartel de Medellín, lo que generó entonces duras réplicas de los actuales dirigentes de esa desaparecida agrupación, algunos de los cuales -como Antonio Navarro Wolf y Gustavo Petro- son congresistas.

Otras figuras del crimen ya están siguiendo los pasos de "Popeye". Hace un par de días, Jorge Luis Gutiérrez, abogado del ex capo del Cartel de Cali Gilberto Rodríguez Orejuela, anunció la próxima publicación de las memorias de su cliente, para así conseguir dinero lícito que le permita pagar su defensa judicial en los EE.UU., donde fue extraditado a finales del año pasado. Las revelaciones de la mafia parecen no tener fin.

© El Mercurio S.A.P

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