Habló
el sicario estrella del Cartel de Medellín: La
relación entre Fidel y Pablo Escobar
Alejandra De Bengoechea. El
Mercurio, Chile, 21 de agosto de 2005.
Dice que una sociedad que no descifra a sus criminales,
no avanza. Que optó por contarlo todo "para
aportarles algo a los colombianos que tanto lesioné".
Por eso el temible John Jairo Velásquez,
alias "Popeye", el sicario estrella
de Pablo Escobar y uno de los pocos sobrevivientes
del Cartel de Medellín, se sentó
durante un año con la periodista colombiana
Astrid Legarda. El resultado fue "El verdadero
Pablo, sangre, traición y muerte",
sus memorias en 300 páginas.
El libro ya arrojó resultados concretos:
gracias a sus confesiones, hace cuatro meses fue
arrestado el ex ministro de Justicia y dos veces
candidato a la Presidencia Alberto Santofimio
por haber aconsejado a Escobar asesinar al también
candidato presidencial Luis Carlos Galán,
en agosto de 1989.
Aunque en Colombia no es novedad la publicación
de memorias en forma de acto de contrición
-ya lo han hecho el ex líder de los paramilitares
Carlos Castaño y no menos de una decena
de mafiosos y políticos que han pasado
por la cárcel-, por primera vez un libro
permite conocer detalles cruciales de episodios
que marcaron para siempre la historia de este
país andino, en conflicto armado desde
hace ya más de cuatro décadas.
Por ejemplo, los autos bomba, la gran especialidad
de los terroristas colombianos, quienes han inventado
la forma de hacer estallar caballos, collares,
perros, bicicletas, burros, aviones y hasta cadáveres
bomba.
Popeye, de 43 años y quien actualmente
purga 18 años de prisión en una
cárcel de máxima seguridad por asesinato
y concierto para delinquir, cuenta en el capítulo
14 (de los 32) que Escobar, obsesionado por no
ser extraditado, buscaba una arma "que amedrentara
y creara pánico".
"El Negro -otro de los sicarios de Escobar-
le cuenta al Patrón que, cuando estuvo
preso en Estados Unidos, conoció a un experto
en explosivos, integrante del Ejército
Separatista Vasco (ETA). A Escobar se le prende
el bombillo y pregunta si lo pueden ubicar".
En 1988, Miguel, un etarra que después
terminó muerto, recibió 300.000
dólares de entonces "para que nuestros
hombres aprendieran la técnica de los autos
bomba, activados tanto a control remoto como por
mecha lenta".
Aprendieron todos. Desde entonces no hay un año
en que en este país no mueran inocentes
por culpa de los autos bomba.
Amigo Fidel
Pero lo anterior no es lo único revelador.
"Popeye" describe detalladamente cómo
Escobar sostuvo una "permanente y fluida"
comunicación epistolar con Fidel Castro,
quien le permitió usar la isla como lugar
de tránsito de droga hacia Estados Unidos.
"Pablo estaba feliz con esa ruta (Colombia-México-Cuba-Estados
Unidos). Decía que era un placer hacer
negocios con Raúl Castro, pues era un hombre
serio y emprendedor", señala Velásquez.
Aunque en La Habana han negado esta historia
pese a diversas versiones coincidentes, "Popeye"
especifica que la operación era manejada
"por los militares cubanos al mando del general
(Arnoldo) Ochoa Sánchez y el oficial Tony
de la Guardia, bajo instrucciones directas de
Raúl Castro".
Cuando la operación fue descubierta, "Fidel
Castro no se quedó con los brazos cruzados
y ordenó una farsa de investigación
para de esta forma protegerse él y, de
paso, a su hermano Raúl".
Según Popeye, quien de paso salpica a
buena parte de la clase política colombiana
y a varias reconocidas modelos y presentadoras
de televisión, la operación en Cuba
-que duró dos años, a través
de aviones que llevaban entre 10 mil y 12 mil
kilogramos de cocaína en cada vuelo- le
permitió a Escobar multiplicar las ganancias
con la droga.
Aunque, además, señala al entonces
líder sandinista Daniel Ortega y al ex
hombre fuerte de Panamá Manuel Antonio
Noriega de ser "amigos de la mafia, bandidos
totales", el de la toma de Palacio de Justicia
(1985) es el capítulo que por estos días
ocupa las primeras planas de los periódicos
colombianos.
Popeye dice que los principales dirigentes del
desaparecido movimiento guerrillero M-19 (Iván
Marino Ospina y Álvaro Fayad, hoy muertos)
se entrevistaron con Escobar para que los ayudara
en la toma del Palacio, un episodio que dejó
más de un centenar de muertos entre civiles,
magistrados y guerrilleros.
Al margen de los intereses del M-19, el objetivo
de Escobar era destruir los expedientes de todos
los futuros narcotraficantes extraditados.
"Por la toma del Palacio, el M-19 recibió
2 millones de dólares. Si hubiera caído
la extradición misma, como quería
Pablo Escobar, recibirían entre 5 y 10
millones", anota "Popeye".
Hace seis meses, en Miami, el Presidente Álvaro
Uribe Vélez también implicó
al M-19 con el Cartel de Medellín, lo que
generó entonces duras réplicas de
los actuales dirigentes de esa desaparecida agrupación,
algunos de los cuales -como Antonio Navarro Wolf
y Gustavo Petro- son congresistas.
Otras figuras del crimen ya están siguiendo
los pasos de "Popeye". Hace un par de
días, Jorge Luis Gutiérrez, abogado
del ex capo del Cartel de Cali Gilberto Rodríguez
Orejuela, anunció la próxima publicación
de las memorias de su cliente, para así
conseguir dinero lícito que le permita
pagar su defensa judicial en los EE.UU., donde
fue extraditado a finales del año pasado.
Las revelaciones de la mafia parecen no tener
fin.
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