El
socialismo del siglo XXI
La primacía política
y social de los militares en el sistema cubano
es fuente de fascinación para Hugo Chávez,
que alienta un eje Cuba-Venezuela para extender
"el mar de la felicidad" revolucionaria
Por Carlos Alberto Montaner. La
Nación, Argentina, 21 de Agosto de
2005.
MADRID.- Chávez está de parto.
Ha dicho que su país está pariendo
el socialismo del siglo XXI. ¿Qué
es eso? Expliquémoslo. La televisión
cubana internacional mostró recientemente
a un grupo de risueños oficiales venezolanos.
Los dirigía el general de brigada Eduardo
Centeno, director de la Escuela Superior del ejército
de Venezuela. Aparentemente, estaban en Cuba para
presenciar las maniobras de unos viejos tanques
soviéticos listos para derrotar al imperialismo
yanqui y para agasajar y ser agasajados por Fidel
Castro en una ceremonia castrense en la que se
intercambiaron regalos y consignas revolucionarias.
En un momento dado, los militares venezolanos
cantaron el himno emocionados.
Es difícil pensar que los militares venezolanos
realmente se impresionaron con los ejercicios
de sus camaradas cubanos. El ejército cubano
es hoy un cascarón vacío, con armas
herrumbrosas, sin marina, y con una aviación
destartalada, reducida a un par de escuadrones
Migs caros y difíciles de mantener en el
aire. Pero hay otra lección que seguramente
fue más provechosa para los oficiales venezolanos:
comprendieron exactamente en qué consiste
el modelo cubano, ese socialismo del siglo XXI
que el ex teniente coronel Chávez se está
sacando de sus entrañas. Se dieron cuenta
de que en Cuba la estructura de la autoridad consiste
en un dictador en la cúspide, rodeado de
militares que detentan el poder político,
el control de las fuerzas represivas y la dirección
y administración de las grandes empresas
productivas.
En Cuba los militares son la cabeza, el corazón
y el estómago del sistema, mientras que
la sociedad no es otra cosa que fuerza trabajadora
barata y dócil al servicio de sus caprichos
e intereses. El sistema, naturalmente, se envuelve
en un discurso patriótico-nacionalista,
dotado de un fuerte contenido ético, por
el que se asegura la defensa de la soberanía
y la dedicación febril a la redención
de los humildes, pero ésa no es más
que la gran coartada: pura cháchara.
La senda de los privilegios
Supongo que a muchos militares venezolanos les
gustó lo que vieron en Cuba. Han encontrado
la fórmula de colocarse a la cabeza de
la pirámide social y, además, de
sentirse los héroes y protagonistas de
una gloriosa hazaña histórica. Chávez
los llevará por la senda de los privilegios,
la riqueza y la supremacía social. Cuando
el sistema se consolide, ellos constituirán
la casta dominante, vivirán espléndidamente,
mejor que el resto de los venezolanos, y serán
temidos y respetados, como sucede con los altos
oficiales cubanos. Nadie podrá criticarlos
públicamente y, el que lo haga en privado,
podrá ser acusado de desacato ante tribunales
en los que otros severos militares dictarán
sentencia. Serán inmunes e impunes. En
Cuba, por ejemplo, el general Universo Sánchez
asesinó a un vecino por una disputa trivial
y no sufrió otro castigo que una ligera
amonestación. La prensa cubana, por supuesto,
no registró el suceso y los corresponsales
extranjeros ni siquiera se atrevieron a tratar
de entrevistar al notorio criminal o a la familia
de la víctima.
El socialismo del siglo XXI es eso: una mezcla
de dictadura caudillista, colectivismo y militarización
de las estructuras de poder. Poco a poco, las
tenazas autoritarias irán apretando a la
sociedad venezolana hasta doblegar a la prensa,
aplastar al sindicalismo libre, controlar los
centros de enseñanza y silenciar a la Iglesia
y a otras fuerzas de la sociedad civil. Chávez
todavía no tiene prisa por apoderarse de
las grandes empresas, dado que recibe y administra
como le da la gana los enormes ingresos del petróleo,
pero todo se andará a su debido tiempo.
¿A dónde conducirá este
eje Cuba-Venezuela? Dados los arrebatos constructivistas
de Chávez, que no para de reorganizar el
mundo de acuerdo con sus espasmos creativos, es
muy probable que en algún momento intente
lanzar una confederación entre los dos
países, pero sólo como un primer
paso en dirección de ese engendro multinacional
bolivariano que le ha crecido como un tumor debajo
de la boina. La confederación luego puede
ir clonándose dulcemente con la incorporación
de otros amiguetes de la ilusionada cuerda revolucionaria.
Una vez en el poder, los militares construyen
los calabozos y todos a navegar hacia el mar de
la felicidad, como Chávez alguna vez definió
la experiencia cubana. Ese es el socialismo del
siglo XXI.
Por Carlos Alberto Montaner
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