PRENSA INTERNACIONAL
Agosto 22, 2005
 

El socialismo del siglo XXI

La primacía política y social de los militares en el sistema cubano es fuente de fascinación para Hugo Chávez, que alienta un eje Cuba-Venezuela para extender "el mar de la felicidad" revolucionaria

Por Carlos Alberto Montaner. La Nación, Argentina, 21 de Agosto de 2005.

MADRID.- Chávez está de parto. Ha dicho que su país está pariendo el socialismo del siglo XXI. ¿Qué es eso? Expliquémoslo. La televisión cubana internacional mostró recientemente a un grupo de risueños oficiales venezolanos. Los dirigía el general de brigada Eduardo Centeno, director de la Escuela Superior del ejército de Venezuela. Aparentemente, estaban en Cuba para presenciar las maniobras de unos viejos tanques soviéticos listos para derrotar al imperialismo yanqui y para agasajar y ser agasajados por Fidel Castro en una ceremonia castrense en la que se intercambiaron regalos y consignas revolucionarias. En un momento dado, los militares venezolanos cantaron el himno emocionados.

Es difícil pensar que los militares venezolanos realmente se impresionaron con los ejercicios de sus camaradas cubanos. El ejército cubano es hoy un cascarón vacío, con armas herrumbrosas, sin marina, y con una aviación destartalada, reducida a un par de escuadrones Migs caros y difíciles de mantener en el aire. Pero hay otra lección que seguramente fue más provechosa para los oficiales venezolanos: comprendieron exactamente en qué consiste el modelo cubano, ese socialismo del siglo XXI que el ex teniente coronel Chávez se está sacando de sus entrañas. Se dieron cuenta de que en Cuba la estructura de la autoridad consiste en un dictador en la cúspide, rodeado de militares que detentan el poder político, el control de las fuerzas represivas y la dirección y administración de las grandes empresas productivas.

En Cuba los militares son la cabeza, el corazón y el estómago del sistema, mientras que la sociedad no es otra cosa que fuerza trabajadora barata y dócil al servicio de sus caprichos e intereses. El sistema, naturalmente, se envuelve en un discurso patriótico-nacionalista, dotado de un fuerte contenido ético, por el que se asegura la defensa de la soberanía y la dedicación febril a la redención de los humildes, pero ésa no es más que la gran coartada: pura cháchara.

La senda de los privilegios

Supongo que a muchos militares venezolanos les gustó lo que vieron en Cuba. Han encontrado la fórmula de colocarse a la cabeza de la pirámide social y, además, de sentirse los héroes y protagonistas de una gloriosa hazaña histórica. Chávez los llevará por la senda de los privilegios, la riqueza y la supremacía social. Cuando el sistema se consolide, ellos constituirán la casta dominante, vivirán espléndidamente, mejor que el resto de los venezolanos, y serán temidos y respetados, como sucede con los altos oficiales cubanos. Nadie podrá criticarlos públicamente y, el que lo haga en privado, podrá ser acusado de desacato ante tribunales en los que otros severos militares dictarán sentencia. Serán inmunes e impunes. En Cuba, por ejemplo, el general Universo Sánchez asesinó a un vecino por una disputa trivial y no sufrió otro castigo que una ligera amonestación. La prensa cubana, por supuesto, no registró el suceso y los corresponsales extranjeros ni siquiera se atrevieron a tratar de entrevistar al notorio criminal o a la familia de la víctima.

El socialismo del siglo XXI es eso: una mezcla de dictadura caudillista, colectivismo y militarización de las estructuras de poder. Poco a poco, las tenazas autoritarias irán apretando a la sociedad venezolana hasta doblegar a la prensa, aplastar al sindicalismo libre, controlar los centros de enseñanza y silenciar a la Iglesia y a otras fuerzas de la sociedad civil. Chávez todavía no tiene prisa por apoderarse de las grandes empresas, dado que recibe y administra como le da la gana los enormes ingresos del petróleo, pero todo se andará a su debido tiempo.

¿A dónde conducirá este eje Cuba-Venezuela? Dados los arrebatos constructivistas de Chávez, que no para de reorganizar el mundo de acuerdo con sus espasmos creativos, es muy probable que en algún momento intente lanzar una confederación entre los dos países, pero sólo como un primer paso en dirección de ese engendro multinacional bolivariano que le ha crecido como un tumor debajo de la boina. La confederación luego puede ir clonándose dulcemente con la incorporación de otros amiguetes de la ilusionada cuerda revolucionaria. Una vez en el poder, los militares construyen los calabozos y todos a navegar hacia el mar de la felicidad, como Chávez alguna vez definió la experiencia cubana. Ese es el socialismo del siglo XXI.

Por Carlos Alberto Montaner
© LA NACION y Firmas Press

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