Rumbo
desconocido
Abril,
Venezuela, 12 de agosto de 2005.
Tal vez no hay en el mundo un país más
parecido a un nuevo rico recién vestido
que Venezuela, si nos remitimos al Estado dadivoso
que ayuda países "hermanos" y
a los faraónicos proyectos turísticos
como si la nación no sufriera de penurias
de urgente atención.
Mediante el desarrollo turístico en mente,
el Gobierno será el único empresario,
que así como creó Barrio Adentro
y a expensas del abandono de la infraestructura
hospitalaria pública -260 hospitales y
3.600 ambulatorios -, proyecta desarrollar turísticamente
la remota isla La Tortuga, asociada por supuesto
a los "hermanos" cubanos a un costo
de 64 millardos de bolívares, mientras
a Margarita, que aún no ha podido desarrollarse
al máximo, seguramente también será
condenada al ostracismo.
El ministro de Turismo Wilmar Castro Soteldo,
quien ya adelantó el interés sin
precedente en el mundo para emprender un "turismo
revolucionario" y conocer las bondades de
la revolución, obtuvo un crédito
adicional de la Asamblea Nacional por 14 millardos
de bolívares para impulsar y consolidar
el sector.
En Venezuela, empero, ha colapsado la infraestructura
vial; los lugares históricos, de Caracas
al menos, han sido tomados por los buhoneros y
es imposible llegar, con seguridad a conocer monumentos
y obras de arte en ellos.
Para desarrollar el turismo lo primero que exige
el visitante es seguridad y Venezuela tiene uno
de los índice más altos de inseguridad
en el orbe, es seis veces más peligrosa
que cualquier nación desarrollada y la
más insegura en la región caribeña.
Lo que no es para enorgullecernos.
El onirismo del régimen además
de extravagante está desfasado pues Cuba,
la dictadura comunista tropical, no maneja el
turismo y sí lo hace la inversión
extranjera, la cual opera todo el turismo receptivo.
Para rematar la faena, la nueva Ley de Turismo
es otra expresión antiempresarial y concentra
en el Estado la regulación y ejecución
de los proyectos. ¡Lástima!..
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