Chucho
Valdés: suplente de lujo
El pianista cubano actuará
junto al cantaor gitano Diego Cigala en reemplazo
de su padre, Bebo Valdés. La dupla presentará
"Lágrimas negras", un fenómeno
en todo el mundo
La
Nación Line, Argentina, 30 de septiembre
de 2004.
La imagen del cubano sentado en el piano remite
a la de esas estrellas futboleras que los DT tienen
en el banco para dar vuelta un partido. "Aclara,
chico, que yo apenas soy un acompañante
del Cigala y un suplente de mi padre, Bebo",
dice con humildad Chucho Valdés. Sus palabras
no coinciden con la reconocida estatura pianística
que Chucho tiene en el mundo: fundador y director
de Irakere, compositor y arreglador de piezas
sinfónicas, ejecutante eximio de su instrumento
y por estos días compañero de marras
del cantaor gitano Diego Cigala. El músico
caribeño vino a la Argentina en reemplazo
de su padre, Bebo Valdés, para participar
de la presentación del disco "Lágrimas
negras", junto al flamenco el Cigala, mañana
y pasado mañana, en el Luna Park.
El proyecto ideado por el cineasta Fernando Trueba,
que generó un fenómeno en todo el
mundo, ganó varios premios Grammy y se
puso a la cabeza de los rankings, reunió
al legendario pianista cubano Bebo Valdés
y al cantaor el Cigala para hacer clásicos
del bolero, el tango y la copla. Esto dio como
resultado uno de los discos del año. Pero
las presentaciones en vivo del álbum de
este lado del continente se complican por la residencia
de Bebo Valdés en Suecia y su avanzada
edad. "Hay distancias que a mi padre, con
85 años , ya le quedan muy grandes -explica
Chucho-. Para mí es un honor tocar en su
lugar porque mi padre es mi maestro y mi ídolo.
Ya probamos varios conciertos con el Cigala. Empezamos
a tocar juntos en el teatro Carlos Marx, de La
Habana, ante cinco mil personas y después,
en México, hicimos una pequeña gira
y fueron unos conciertos tremendos", cuenta
sonriente Chucho, con una gestualidad que expresa
toda su cubanía.
El pianista vino unos días antes del recital
para pasear por la ciudad con su mujer argentina,
Lorena, y poder ensayar todos los días
para que sus dedos no pierdan la práctica.
En el estudio El Pie, el cubano hace unos movimientos
en el piano que dejan extasiado al dueño
de casa, Alejandro Lerner. Queda claro que Chucho
quiere dejar bien parado el nombre de su padre
y tener tiempo para lucir su propio estilo. "Para
hacer este trabajo estudié el estilo que
Bebo usó para acompañar al Cigala,
para que quedara la misma sonoridad del disco.
Así que la parte del acompañamiento
es un 99 por ciento el estilo de Bebo. Ahora,
¿cuándo aparece Chucho Valdés?
En el momento de los solos, donde yo puedo improvisar
y mostrar mi estilo. Eso ha caído bien,
porque es como ampliar el sonido del disco y a
la vez es como si estuviera tocando Bebo."
-¿Qué fue lo que más te
gustó del disco "Lágrimas negras"?
-Han inventado un género nuevo, porque
hasta el momento a nadie se le había ocurrido
una combinación así. Ahora, hay
una raíz común porque la música
cubana tiene raíces africanas y españolas.
Lo bueno es haber tomado temas clásicos
conocidos por todo el mundo y ver la versión
que ellos dejaron. Para mí "Lágrimas
negras" es lo más nuevo que está
sucediendo en el ámbito musical.
-¿Hay una posibilidad de que participes
de "Lágrimas negras 2"?
-Tenemos ganas de grabar temas a dos pianos Bebo,
yo y el Cigala. Ellos lo quieren hacer así
y yo estoy dispuesto.
-¿Cuáles son las diferencias entre
tu estilo y el de tu padre?
-Yo escuché a muchos pianistas porque
mi casa era un centro de músicos cubanos.
Dentro de la raíz clásica de la
música popular que me enseñó
Bebo puse otras influencias, como Bill Evans,
Keith Jarrett, McCoy Tyner o Herbie Hancock. Pero
eso no es collage, sino un sonido cubano con los
mejores elementos del jazz.
-¿Cómo definirías el sonido
de tu padre?
-Bebo siempre fue un pianista originalísimo
dentro de una época donde estaban otros
maestros como Rubén González. El
estilo de Bebo es como Monk al jazz. Tiene una
forma de tocar el piano que lo transforma en un
ejemplar único en su especie (risas).
-¿Qué fue lo que más influyó
de él en tu forma de tocar?
-Hay una cosa fundamental que me enseñó
Bebo y que yo también he buscado en mi
música: tener muchas opciones para hacer
una cosa. O sea, para hacer un tumbao cubano si
tienes 20 opciones suena mejor. Ahora si tienes
una, estás limitado. Hay algunos músicos
que tocan y te sorprenden hoy, pero te aburren
mañana.
-¿También te enseñaron a
tocar esa nota que emocione?
-Aprendí eso, la economía y el
buen gusto, que son dos cosas distintas. Tenía
una profesora que me decía: "Qué
sonido tan lindo tienes, qué buen gusto,
pero toca, toca... porque el piano hay que tocarlo".
Eso no significa correr sobre el piano, sino poder
ser un virtuoso técnico sin dejar de ser
un poeta. ¿Tú sabes quién
era un ejemplo de eso? Chopin.
-Vos vivís en Cuba y tu padre, en Suecia.
Cuando se juntan a comer, ¿hablan de política?
-En mi casa, no se habla de política y
siempre estamos sobre la música. Pero su
situación tiene que ver más con
que se enamoró de una sueca; es su mujer
hace 40 años y formó una familia
nueva allá. Yo sigo viviendo en Cuba porque
también tengo familia y por una convicción
musical.
Por Gabriel Plaza
De la Redacción de LA NACION
"Admiro a Salgán"
Chucho Valdés no para un minuto. Mientras
se transforma en el suplente de lujo de su padre
para actuar junto al Cigala piensa en sus múltiples
proyectos. "No me gusta hacer siempre lo
mismo. Es bueno refrescarse. Por eso trabajo sólo
como pianista, trabajo con mi cuarteto, trabajo
con Irakere, ahora estoy con Cigala, tengo un
proyecto que se llama el sonido sinfónico
en el jazz latino y otro material con canciones
mías. Una cosa revitaliza otra, pero hay
una unidad."
En la enorme lista de artistas que Chucho admira,
se encuentra Dave Brubeck, uno de los pianistas
que lo impulsó en el medio jazzístico.
Hace poco incluyó en su disco la histórica
grabación de la Misa Negra que Chucho había
realizado con su cuarteto en el festival de Jazz
de Polonia, en 1970. "En Japón apareció
una cinta de su cuarteto, donde está incluida
esa grabación mía. Compré
el disco y lo tengo como una de las cosas más
lindas que me han pasado en la vida", cuenta.
Pero todavía tiene un sueño incumplido:
"La última vez que estuve acá
quise conocer a Horacio Salgán, que es
uno de mis pianistas más admirados. Pero
no pudo ser. Para mí sería una ilusión
escucharlo en vivo y poder conocerlo. Por eso,
planeo venir para quedarme unos tres meses y disfrutar
de su música y su ciudad, junto a mi mujer"
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