La
Habana, dueña del tiempo
Arnoldo Varona, El
Nuevo Herald, 15 de noviembre de 2004.
Feliz cumpleaños. Cada 15 de noviembre
hacia la medianoche los cubanos por voluntad,
por derecho de nacimiento o por cualquier otra
razón van al Templete, un lugar que representa
donde nació la ciudad, dan tres vueltas
alrededor de la bella ceiba todavía allí
de pie a pesar del tiempo y los huracanes y piden
un deseo. Así celebran los habaneros un
cumpleaños más de su gran ciudad.
Al contrario, en la Calle Animas de Centro Habana,
conocida rúa de la ciudad, en la azotea
de Reina Rodríguez hace ya mucho tiempo
que el breve espacio no se llena de jóvenes
poetas que subían sigilosamente las altas
escalinatas en lo que parecía ser más
bien una reunión conspirativa... sólo
para leer y recitar sus inéditos poemas
en aquel rincón intelectual habanero que
conectaba a la catacumba mayor, la ciudad.
Unos se fueron ya en la forma como el desesperante
grito de la joven poetisa Tula... pronto, remero,
bate la espuma...; otros aún merodean por
la ciudad buscando un rincón donde cotejar
sus ansias de cultura y libertad intelectual,
a veces ocultando sus expresiones en penitencias
con el viaje de solidaridad y recuerdo a la casona
de Trocadero 162, una casa convertida en museo
turístico donde viviera el intelectual
José Lezama Lima. El local y estructura,
una especie de gruta húmeda y angosta de
26 metros de largo, dio albergue hasta su muerte
al gran poeta de Orígenes, aquel maestro
que cantó a Roma y Venecia y que erigiera
un mito y el aprecio del mundo académico
internacional en el mismo lugar donde recibiera
a Lam, Cortázar y tantos otros humildes
transeúntes de la vieja Habana.
Junto a la sombra del Teatro Nacional de La Habana,
bajo la figura de mirada fría y crítica
del Che, que ha visto convertir su esfuerzo en
pura mercadería para los miles de turistas
que visitan la ciudad, hasta allí, la calle
Línea cerca del río Almendares,
cruzando la calle del Coppelia, Hugo Chinea lleva
a sus pasajeros, éste taxista de su antiguo
auto de dirigente. Fue subdirector de la escuela
Marx-Engels-Lenin, director de la revista Cuba
Internacional y director del Departamento de Cultura
del Comité Central del Partido Comunista
de Cuba. Después de la caída de
Fidel Castro en Santa Clara cuando terminaba un
discurso, que le costó unos huesos rotos,
la situación se ha empeorado para Chinea
y otros taxistas, no sólo por la prohibición
del dólar y el cambio de monedas convertibles,
sino por el cierre de muchos lugares de ''esparcimiento'',
esos mismos lugares donde los mambises, los cubanos,
no tienen derecho a pasar por ser área
exclusiva de turistas.
En La Habana se han cerrado en las últimas
semanas 5 hoteles, el trío del Tritón,
el Riviera y el Capri (sólo funciona la
planta baja). Del Habana Libre sólo funcionan
4 pisos (las discotecas y otros sitios nocturnos
se han cerrado según el propio gobierno
habanero para ''erradicar el tráfico de
drogas y la prostitución''. Más
de 180 fábricas han sido cerradas y la
oscuridad se repite cada noche.
Es por lo que Chinea y otros taxistas han tenido
que optar por llevar a los turistas a un recorrido
"por las estatuas de La Habana''.
La necroturiscultura, todo un producto nacional,
se ha convertido en una entrada extra para las
arcas del régimen habanero. Desde la estatua
develada recientemente del buen guajiro Compay
Segundo en el Hotel Nacional, con un tabaco natural
entre sus dedos, hasta las estatuas del Caballero
de París frente al antiguo convento de
San Francisco de Asís, la estatua de John
Lennon con sus espejuelos naturales robados por
extraños en varias oportunidades, La Habana
está llena de estas estatuas que la han
convertido en la metrópolis de las estatuas.
Así cumple mi ciudad, La Habana, su aniversario
485 de fundada. La Habana, paraíso perdido
y prohibido donde las palabras bailan boleros
y donde, como ya hace casi cinco siglos, hoy se
mezclan lágrimas y carcajadas, hoy como
ayer, como siempre, te deseamos ¡feliz cumpleaños!
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