SOCIEDAD
Decretan fase de
alerta por sequía en Holguín
LA HABANA, 29 de marzo (Reinaldo
Cosano Alén / www.cubanet.org) - Las dos
décadas de persistente sequía que
sufre el oriente cubano ha llevado a las autoridades
a decretar la fase de alerta en Holguín,
capital de la provincia del mismo nombre, y en
su municipio Urbano Noris (antes San Germán),
y a la aplicación de medidas de urgencia
para paliar los efectos de la sequía.
Entre el grupo de medidas están la perforación
de pozos donde aún queda agua subterránea,
montar molinos de viento y bombas de mano para
la extracción en zonas más profundas
de la tierra, construcción de cisternas
a fin de capturar parte del hilo de agua que proporciona
a los ciudadanos el acueducto de la ciudad una
o dos veces por semana, distribución estatal
y por privados de carros de motor y tracción
animal en los lugares a los que ni siquiera llega
ese hilo vital, y la comercialización por
el gobierno de un número de tanques metálicos
y de plásticos para su empleo como depósitos
de agua.
Otra medida es la construcción de pozos
en entidades estatales de mayor volumen, para
desconectarlas de la obsoleta red del acueducto
que, por el mal estado de mantenimiento, presenta
muchos salideros, casi imposibles de más
remiendos.
Pero la obra de mayor envergadura que se ejecuta
a paso doble es la construcción de una
conductora de 54,8 kilómetros de recorrido
para trasladar agua del río Cauto desde
las proximidades de Urbano Noris hasta la presa
Güirabo, para abastecer a la ciudad de Holguín,
con más de 340 mil habitantes, y que podrá
tributar, según cálculos teóricos,
unos 500 litros por segundo. La obra mejoraría,
pero no resolverá, el agudo problema de
necesidad de agua.
La ciudad de Holguín y sus alrededores
se han estado abasteciendo de tres represas principales:
Güirabo, hoy apenas con el 1,0 por ciento
de su capacidad total; Gibara, que sólo
acumula el 12,9 por ciento de agua, y Cocayogüien,
la más antigua, cuyo embalse retiene el
55,0 por ciento de acuerdo a datos recientes del
Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos
de esa provincia.
Un estudio de ese mismo organismo oficial acerca
de las precipitaciones en las dos últimas
décadas revela que sólo en dos años
se sobrepasó la media histórica
de la provincia, que es de 1,323 milímetros.
La economía de Holguín, en especial
la agricultura y la ganadería, presentan
los peores embates de la prolongada sequía,
que ya se hace notar mucho en las mesas de los
holguineros, por la escasez de productos y la
escalada de precios.
Aunque el alerta primero ha sido dado en la provincia
Holguín, la situación originada
por la sequía es muy semejante en las provincias
limítrofes, e incluso en las extensas praderas
de Camagüey.
No basta con responsabilizar al cambio climático
global, al efecto invernadero; ni siquiera porque
ningún ciclón o huracán,
principales proveedores de agua a la Isla, hayan
azotado al país en la activísima
temporada ciclónica del pasado año,
para justificar la excesiva sed de la tierra al
oriente.
Sin duda, hay que añadir que el entorno
natural ha estado muy dañado en las últimas
cuatro décadas por mal manejo de la tierra
y la indiscriminada deforestación, además
de la caída de la Unión Soviética,
que agudizó la obtención de combustible
para el país, y el consiguiente empleo
de madera con fines industriales y como combustible,
especialmente en las provincias más alejadas
de la capital.
Los empeños de repoblación forestal
mediante el Plan Turquino-Manatí y la arborización
de las márgenes de ríos y presas
es buen intento para revertir la agudísima
situación del entorno natural; pero la
acelerada sequía avanza mucho más
rápido, tragando tierras apenas feraces
y amenazando convertir el 14 por ciento de las
tierras semidesérticas del país
-declarado por fuentes oficiales- en completos
desiertos.
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