SOCIEDAD
Teléfonos agredidos
guardan silencio
José Antonio Fornaris,
Cuba-Verdad
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - En Miami
se ha asegurado a través de una emisora
radial que las agresiones a los teléfonos
públicos que está ocurriendo en
Cuba, son sabotajes realizados por personas contrarias
al régimen comunista.
En La Habana, el periódico Juventud Rebelde,
por su parte, dice que eso es vandalismo contra
la telefonía pública, destacando
que el objetivo primario de los que dañan
esos aparatos o los hurtan es para apoderarse
del dinero que contienen sus alcancías.
De todas formas, en un reportaje publicado el
pasado miércoles, a página completa,
ese diario está reflejando de forma implícita
que pueden existir motivaciones antigubernamentales
en los cientos de teléfonos dañados
o robados durante los años 2003, ya que
se plantea que "según análisis
realizado por el personal de la Unidad de Negocios
de la Telefonía Pública, una buena
parte de los aparatos que se roban cuentan con
muy poco dinero. Incluso se ha dado el caso que
han sustraído un teléfono público
que sólo opera con tarjetas magnéticas.
Eso demuestra que no sólo es el interés
monetario el móvil que impulsa a cometer
semejantes actos".
El reportaje afirma que la Policía Nacional
Revolucionaria no se ha quedado con los brazos
cruzados ante semejante situación; pero
si no estaban con los brazos cruzados, al menos
no movieron mucho los pies, porque en el país,
según ese propio rotativo, hubo en el año
señalado cerca de 800 teléfonos
públicos agredidos, y sólo se procesaron
durante ese tiempo seis casos entre robo con fuerza,
daño y hurto de esos aparatos.
En la publicación se dice que "el
perjuicio social que provocan esos delitos es
incalculable. El económico es alarmante.
ETECSA (compañía telefónica
cubano-italiana) ha desembolsado casi 58 mil dólares,
y más de 18 mil pesos para reparar y resarcir
el daño causado a los citados equipos".
El reportaje narra dos casos contados por policías.
El de un hombre que cerca de la una de la madrugada
caminaba con un saco encima un día de julio
por una calle de la barriada del Cerro, y al detenerlo
encontraron dentro un teléfono público
y la pata de cabra utilizada para arrancarlo de
la pared. Pero, además, el hombre tenía
otros cinco teléfonos similares en su casa,
y no era un coleccionista, por supuesto.
El otro caso es el de un joven de 16 años,
al que un policía sorprendió inmediatamente
después de haber forzado con un cuchillo
uno de esos teléfonos para apoderarse de
lo que tenía en la alcancía. El
botín: unos veinte pesos en moneda.
El problema parece ser peliagudo porque esos
teléfonos agredidos no dan la voz de alarma,
guardan silencio. Y es más peliagudo aún
cuando se tiene en cuenta que con esas monedas,
aunque sumen pesos, no es mucho lo que se puede
adquirir, pues la libra de carne de cerdo y de
pollo cuesta 23 pesos, y la libra de arroz 3.50.
Es decir, que lo obtenido en un hurto de ese tipo
no alcanza ni para un almuerzo.
También se dice en el reportaje que el
ochenta por ciento de esos casos suceden en Ciudad
de La Habana, y se teme que el problema se incremente
en otras ciudades.
Los especialistas afirman que la delincuencia
es un reflejo social. Pero, cómo debe andar
la sociedad donde la gente se roba hasta los teléfonos
públicos o los destruye por cualquier motivación,
sabiendo que la inmensa mayoría necesitamos
de ese servicio.
Las afirmaciones gubernamentales de que el cubano
es uno de los pueblos más cultos del mundo,
parece que no son nada más que eso: afirmaciones
gubernamentales.
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