OLA
REPRESIVA
Un año después de
la ola represiva
SANTA CLARA, marzo (www.cubanet.org)
- Al conmemorarse el primer aniversario de la
ola represiva de marzo contra el movimiento pro
democracia cubano, los prisioneros sufren los
martirios del injusto enclaustramiento en las
ergástulas castristas después que
fueron sancionados a cumplir vergonzosas condenas
de cárcel en procesos sumarísimos
celebrados 15 días después de las
detenciones.
Ya la policía había dado zarpazos
sobre miles de personas que acuden a la cultura
de la supervivencia en el intento de paliar las
necesidades más acuciantes de la población,
en un país donde la corrupción alterna
con la miseria más endemoniada que jamás
soñó una nación como Cuba.
Pero la represión aumentó en enero
del 2003 con la Operación Coraza, desatada
a lo largo y ancho de todo el país supuestamente
contra los elementos traficantes de drogas con
operativos policiales que incluyeron carros celulares,
autos de la PNR, perros amaestrados, efectivos
de las tropas especiales y de la policía
portando armas largas, chalecos a pruebas de balas,
etc. Pero muchos de estos operativos fueron contra
el comercio informal y negocios personales, en
búsqueda de fábricas clandestinas
de cervezas, refrescos, tabacos, comestibles,
etc. así como a arrendadores privados y
miembros de la disidencia que fueron involucrados
como traficantes de drogas a quienes sin pruebas
solicitaron hasta 20 años de presidio.
Con todo este panorama ya estaban preparadas
las condiciones para el maquiavélico asalto
contra el movimiento pro democracia, comenzado
en horas de la tarde del 18 de marzo, con la detención
y el desarrollo de prolongados y minuciosos registros,
elemento probatorio de las vejaciones cometidas
contra las viviendas y los familiares de los disidentes,
periodistas independientes, bibliotecarios, sindicalistas
y miembros de asociaciones gremiales voluntarias.
En los operativos policiales, extendidos hasta
el 21, las autoridades emplearon casi el mismo
modo operandi contra los traficantes de drogas,
utilizando cámaras de video y varios efectivos
acantonados dentro de las viviendas, quienes utilizaban
guantes hasta para manipular los textos, computadoras,
equipos de fax y radios decomisados. Hubo registros
que se prolongaron hasta la madrugada ante la
mirada asustada de vecinos y temerosa de los amigos.
El resumen, 78 miembros de la naciente sociedad
civil cubana quedaban bajo arresto y serían
sometidos a juicios sumarísimos para aplicarles
por primera vez en el país la Ley 88, más
conocida como Ley Mordaza, dada a conocer en 1999,
pero engavetada hasta entonces en los tribunales
del país. A los 15 días serían
llevados ante las Salas de los Delitos contra
la Seguridad del Estado de los Tribunales Populares,
para ser sancionados a penas hasta 28 años
de cárcel después de pedirle a varios
de ellos cadena perpetua por el supuesto delito
de atentar contra la soberanía y la independencia
de la nación.
Los procesos, calificados de vergonzosos en varios
sentidos, fueron además violadores de todas
las normas jurídicas internacionales, del
propio Código Penal Cubano y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Algunos letrados
de la defensa, autorizados a trabajar por los
directivos de los Bufetes Colectivos a favor de
los arrestados, apenas tuvieron tiempo ni espacio
para preparar sus trabajos de defensa ni entrevistarse
con sus defendidos.
La noticia corrió por el mundo. El poeta,
periodista y director de la ilegal agencia de
prensa Cuba Press Raúl Rivero encabezaba
los titulares de la radio, la televisión,
la prensa escrita y digital del mundo libre. Junto
a él, 27 periodistas independientes y 47
disidentes fueron encausados y sancionados a condenas
que jamás imaginó aplicable el mundo
libre, por el simple delito de pensar diferente,
y enviados a sufrir tras las rejas las penurias
de un sistema carcelario carente de elementales
condiciones de vida.
Al arribar al aniversario de este ataque a la
sociedad civil reflexiono ponderadamente para
llegar a la conclusión que fue demasiada
la bravura de la élite gobernante en mi
país, posición que ha causado la
censura internacional, especialmente de la fiel
Europa la que no escucha los alaridos de la nomenclatura
cubana. Lástima que otros países
y gobiernos más cercanos geográficamente
a la isla caribeña no tomen medidas similares.
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