OLA
REPRESIVA
Recordando una funesta
fecha
María Elena Alpízar,
Grupo Decoro
LA HABANA, 17 de marzo (www.cubanet.org) / Al
conmemorarse un año de aquel marzo tenebroso
de 2003, fecha en que fueron apuñalados
los derechos y libertades inalienables de 75 personas
pacíficas, se cumplieron los malos augurios
que pronosticaban una época llena de violencia
en el suelo patrio de Martí, Maceo y Agramonte.
Esta vez, las cárceles castristas fueron
el escenario de tan horrendas acciones contra
una mujer y 74 hombres, cuyo único delito
fue manifestarse pacíficamente contra el
régimen imperante en su país.
En este triste período carcelario de 365
días, la violencia se ha manifestado en
distintas formas. Hubo atropellos físicos,
como los cometidos contra los periodistas independientes
Víctor Rolando Arroyo Carmona, Adolfo Fernández
Sainz, Iván Hernández Carrillo y
Normando Hernández González; tratos
degradantes que menoscaban la dignidad humana,
como el sufrido por Ángel Moya Acosta,
quien fue obligado a pasear su negra desnudez
ante centenares de presos y militares; encierros
horripilantes como el que padeció el Dr.
Oscar Elías Biscet González o en
mazmorras cuyas paredes destilaban tanta agua,
que era inútil secarla con la gruesa toalla
utilizada por su ocupante, el laureado periodista
y poeta Raúl Rivero Castañeda.
Y qué decir del descontrol de la salud
de la mayoría de los 75, por no recibir
la asistencia médica adecuada y a tiempo.
Allí están los casos de los economistas
Oscar Espinosa Chepe y Martha Beatriz Roque Cabello
(única mujer encarcelada durante los "idus
de marzo" de 2003); los opositores Roberto
de Miranda Hernández, Orlando Fundora Álvarez
y Julio Antonio Valdés Guevara, por citar
algunos de los casos más graves y apremiantes.
Pero donde el régimen cebó su violencia
fue en el castigo impuesto a los ancianos, niños
y mujeres que conforman el entorno familiar de
cada uno de estos 75 patriotas, al destinar a
sus presos a prisiones lejanas de sus lugares
de residencia.
Tales son los casos (por mencionar unos pocos)
de José Daniel Ferrer García y Leonel
Grave de Peralta, a más de 1000 kilómetros
de su residencia; Nelson Aguiar Ramírez,
Jorge Olivera Castillo y Héctor Raúl
Valle Hernández, a 900 kilómetros;
Manuel Vázquez Portal y Jesús Mustafá
Felipe, a 860; Félix Navarro Rodríguez,
a 812 y Arnaldo Ramos Lauzurique, a 734 kilómetros.
Estas enormes distancias, al recorrerlas, se
convierten en un suplicio interminable, debido
a la crítica situación del transporte
cubano.
¡Ojalá que esta oleada represiva
de marzo y abril de 2003, con sus violentas y
funestas consecuencias, sea la última estación
del Via Crucis nacional!
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