SOCIEDAD
Dictamen de conciencia
y vergüenza
Richard Roselló
LA HABANA (www.cubanet.org) - Hay realidades
que uno no logra explicarse con el rasero de la
lógica.
Una de ellas es la del estudiante Yusnelis Pompa
Rodriguez, sus tres hermanos y la madre, quienes
por una larga cadena de incumplimientos y demora,
viven en un albergue colectivo luego de perder
su vivienda. Y quién sabe por cuántos
años o décadas, les depare ese sórdido
destino en un país que carece de hogares.
Joaquín Pompa Blanco, padre de Yusnelis,
lleva años realizando gestiones infructuosas
para que se cumpla la reparación de su
inmueble, prometida por el gobierno a solicitud
de su mal estado.
Pompa reside en la calle Luz No. 401 1er piso
entre Picota y Curazao, Habana Vieja, junto a
una hermana, el cuñado y una niña
con retraso metal.
Cuenta un vecino que desde el 95 Joaquín
hizo contactos con entidades de la vivienda municipal
en solicitud de materiales para reparar su casa,
pagándolo del bolsillo.
Al no obtener respuesta, apeló a las autoridades
superiores del gobierno, entre ellas el municipal.
Luego al Partido Comunista de Cuba PCC, la Oficina
del Historiador de la Ciudad y, Atención
a la Ciudadanía del Consejo de Estado donde
sólo recibió evasiones.
Lo que sí logró Joaquín,
comenta un vecino, fue la realización de
tres dictámenes técnicos que avalan
el estado físico del inmueble.
El primer dictamen para comprobar que la vivienda
requiere reparación data del 8 de mayo
del 95, expediente 1676.
Durante aquellos años el, vivía
junto a su esposa e hijos en una habitación
de la azotea, encima de su residencia actual,
que forma parte del mismo núcleo familiar.
El edificio fue construido alrededor 1900, de
ladrillos y cubiertas de vigas y loza.
El arquitecto de entonces sólo recomendó
la reparación tres cosas. Y a ello calificó
el estado del inmueble de regular por medio de
reparación mayor.
Pero pasaron los años y la vivienda no
recibio atención alguna.
El segundo dictamen técnico atestiguó
que los daños se habían acentuado,
aunque físicamente se mantuvo igual al
primer análisis de la obra arquitéctonica.
El dictamen del 20 de octubre del 2002, expediente
1320 arrojó daños en cubiertas con
cuarteaduras, pérdida de recubrimiento
dejando vigas expuestas y oxidadas, así
como ladrillos expuestos y socavados, muros con
rajaduras estructurales, pretiles con derrumbe,
rejados y recubiertos, azotea con soldaduras sueltas
y mala impermeabilización, tanque de agua
apoyado sobre vigas oxidadas y éstas sobre
pretiles rajados, piso con losas rajadas
carpintería en mal estado.
En cuanto a las recomendaciones por los daños
no vale la pena enumerarlos por incumplimiento
de éstas.
Ya en el tercer dictamen, el 10 de noviembre
del 2003, expediente 1115, se habla de vivienda
regular inhabitable, pero reparable por reconstrucción.
Y como colofón la medida emergente era
demolición y orden de albergue para posterior
reconstrucción.
"¡Mire usted!", dice el anciano.
"Se va a demoler una vivienda reparable para
luego reconstruirla ¿Qué disparate
es ese?"
Una carta del titular de la Dirección
Municipal de Atención a Comunidades de
Tránsito (albergues) contrasta con las
decisiones anteriores.
A un mes del ultimo dictamen, el 12 de diciembre
del 2003 la misiva certifica, según el
vecino, que dicha vivienda "con orden de
reparación por el Plan Emergente
no se ha podido llevar a cabo
"
Y en otra parte señala, que "no tienen
lugar (albergue) disponible para reubicarlos".
"¡Mire qué contradicción!",
enfatiza el anciano.
En medio de esos interminables mecanismos, la
familia Pompa recibió un día lo
imponderable. Un incendio el pasado 21 de febrero
dañó la vivienda de los bajos donde
ahora reside Joaquín, en el No. 401.
La coyuntura del momento permitió que
las autoridades aprovecharan para demoler el inmueble
de sus hijos en la azotea y enviar a la familia
a un albergue en el municipio de Boyeros, esperando
que un día les llegue la orden de reconstrucción.
Pero dicha orden fue anulada por el gobierno
municipal por carencia de materiales. Aún
así, Joaquín sigue optimista. Los
materiales constructivos que el Estado prometió
para reparar su vivienda incendiada siguen sin
aparecer. No sabemos por cuántos decenios.
Joaquín tendrá que levantarse sobre
su voluntad y acudir a las vías de sobrevivir
del cubano promedio, más ahora que ha perdido
también el empleo.
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