PRENSA INDEPENDIENTE
Marzo 10, 2004

SOCIEDAD
Dictamen de conciencia y vergüenza

Richard Roselló

LA HABANA (www.cubanet.org) - Hay realidades que uno no logra explicarse con el rasero de la lógica.

Una de ellas es la del estudiante Yusnelis Pompa Rodriguez, sus tres hermanos y la madre, quienes por una larga cadena de incumplimientos y demora, viven en un albergue colectivo luego de perder su vivienda. Y quién sabe por cuántos años o décadas, les depare ese sórdido destino en un país que carece de hogares.

Joaquín Pompa Blanco, padre de Yusnelis, lleva años realizando gestiones infructuosas para que se cumpla la reparación de su inmueble, prometida por el gobierno a solicitud de su mal estado.

Pompa reside en la calle Luz No. 401 1er piso entre Picota y Curazao, Habana Vieja, junto a una hermana, el cuñado y una niña con retraso metal.

Cuenta un vecino que desde el 95 Joaquín hizo contactos con entidades de la vivienda municipal en solicitud de materiales para reparar su casa, pagándolo del bolsillo.

Al no obtener respuesta, apeló a las autoridades superiores del gobierno, entre ellas el municipal. Luego al Partido Comunista de Cuba PCC, la Oficina del Historiador de la Ciudad y, Atención a la Ciudadanía del Consejo de Estado donde sólo recibió evasiones.

Lo que sí logró Joaquín, comenta un vecino, fue la realización de tres dictámenes técnicos que avalan el estado físico del inmueble.

El primer dictamen para comprobar que la vivienda requiere reparación data del 8 de mayo del 95, expediente 1676.

Durante aquellos años el, vivía junto a su esposa e hijos en una habitación de la azotea, encima de su residencia actual, que forma parte del mismo núcleo familiar. El edificio fue construido alrededor 1900, de ladrillos y cubiertas de vigas y loza.

El arquitecto de entonces sólo recomendó la reparación tres cosas. Y a ello calificó el estado del inmueble de regular por medio de reparación mayor.

Pero pasaron los años y la vivienda no recibio atención alguna.

El segundo dictamen técnico atestiguó que los daños se habían acentuado, aunque físicamente se mantuvo igual al primer análisis de la obra arquitéctonica.

El dictamen del 20 de octubre del 2002, expediente 1320 arrojó daños en cubiertas con cuarteaduras, pérdida de recubrimiento dejando vigas expuestas y oxidadas, así como ladrillos expuestos y socavados, muros con rajaduras estructurales, pretiles con derrumbe, rejados y recubiertos, azotea con soldaduras sueltas y mala impermeabilización, tanque de agua apoyado sobre vigas oxidadas y éstas sobre pretiles rajados, piso con losas rajadas… carpintería en mal estado.

En cuanto a las recomendaciones por los daños no vale la pena enumerarlos por incumplimiento de éstas.

Ya en el tercer dictamen, el 10 de noviembre del 2003, expediente 1115, se habla de vivienda regular inhabitable, pero reparable por reconstrucción. Y como colofón la medida emergente era demolición y orden de albergue para posterior reconstrucción.

"¡Mire usted!", dice el anciano. "Se va a demoler una vivienda reparable para luego reconstruirla ¿Qué disparate es ese?"

Una carta del titular de la Dirección Municipal de Atención a Comunidades de Tránsito (albergues) contrasta con las decisiones anteriores.

A un mes del ultimo dictamen, el 12 de diciembre del 2003 la misiva certifica, según el vecino, que dicha vivienda "con orden de reparación por el Plan Emergente… no se ha podido llevar a cabo…"

Y en otra parte señala, que "no tienen lugar (albergue) disponible para reubicarlos".

"¡Mire qué contradicción!", enfatiza el anciano.

En medio de esos interminables mecanismos, la familia Pompa recibió un día lo imponderable. Un incendio el pasado 21 de febrero dañó la vivienda de los bajos donde ahora reside Joaquín, en el No. 401.

La coyuntura del momento permitió que las autoridades aprovecharan para demoler el inmueble de sus hijos en la azotea y enviar a la familia a un albergue en el municipio de Boyeros, esperando que un día les llegue la orden de reconstrucción.

Pero dicha orden fue anulada por el gobierno municipal por carencia de materiales. Aún así, Joaquín sigue optimista. Los materiales constructivos que el Estado prometió para reparar su vivienda incendiada siguen sin aparecer. No sabemos por cuántos decenios.

Joaquín tendrá que levantarse sobre su voluntad y acudir a las vías de sobrevivir del cubano promedio, más ahora que ha perdido también el empleo.



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