PRENSA INTERNACIONAL
Marzo 2, 2004

Los famosos y sus opiniones

Reinaldo Bragado Bretaña. Diario Las Américas, 3 de febrero de 2004.

La influencia de los grandes artistas es algo que se debe considerar, pero la libertad de expresión es mucho más importante que la influencia de las opiniones de esos grandes, aunque no nos gusten. Es mejor que todos puedan hablar a que alguien se arrogue el derecho de determinar quién habla y quién calla. La competencia libre de las ideas es una bendición, y si alguien lo duda que le pregunte a los miles de personas que sufrieron -y sufren- cárcel por expresar sus opiniones en determinados países, incluyendo Cuba.

Pongamos como ejemplo cualquier ícono de la cultura popular que, como todos sabemos, ejercen una enorme influencia en un sector de la población, fundamentalmente en los jóvenes. Desde Elvis Presley hasta los Beatles y Bob Dylan, todos influyeron con sus opiniones y sus conductas personales. Elvis se retrató con el presidente Richard Nixon y apoyaba la guerra en Viet Nam, lo cual fue beneficioso para el protagonista de Watergate. Sus admiradores, por supuesto, se sumaban a sus opiniones políticas. El caso de John Lennon es el contrario, siempre hizo campañas por la paz y manifestaciones públicas a favor del fin de la guerra. Sus seguidores, al igual que en el caso de Elvis, se sumaban a sus opiniones, las imitaban. Fíjense que lo de menos es la música -¡y ambos son músicos y de los buenos!- y el tema pasa a ser otro.

La juventud es fácil de influenciar y cuando descubre a alguien que hace algo bien, por ejemplo, cantar, actuar o tocar guitarra, lo imitan abiertamente y lo convierten en un ídolo. El problema está en que casi siempre imitan el ángulo más fácil, el del aspecto exterior, y nunca profundizan en los verdaderos valores del ídolo popular. Muy pocos se dedican a estudiar música como Paul McCartney, que comenzó con dos o tres acordes en la guitarra y terminó componiendo sinfonías. O a estudiar dramaturgia para actuar como Marlon Brando o Robert de Niro. Nadie, o muy contados, se dicen a sí mismos: cultivaré mi intelecto para producir canciones geniales como las que compuso Bob Dylan gracias a su aguzado ojo crítico. O se prometen: me esforzaré por actuar como lo hace Harrison Ford para ganar varios Oscar. Nada de eso. Es más fácil, rápido y asequible a todos imitar el aspecto, la forma de vestir y las costumbres superficiales, incluso dañinas, como el consumo de drogas o alcohol. La parte peor es cuando se imitan las opiniones políticas de las estrellas sólo porque las estrellas deben ser imitadas, y no tienen en cuenta que el actuar o cantar bien no indica necesariamente un agudo sentido político y muchos menos una cultura sólida.

La excelente y hermosa actriz norteamericana Gwyneth Paltrow decidió criar su hijo en el Reino Unido, donde dará a luz dentro de unos meses. La famosa actriz se encuentra en estado del músico británico Chris Martin, con el que vive en Londres. La rubia de la gran pantalla declaró: "En estos momentos hay una extraña atmósfera excesivamente patriótica allá (quiere decir en Estados Unidos), algo así como un somos el número uno y el resto del mundo no importa". Su esposo, quien además de músico parece que es un profesional del odio hacia Estados Unidos, en una ocasión declaró: "Todos vamos a morir cuando George Bush consiga lo suyo". No sé cuán importante es Chris Martin en el pentagrama, pero Gwyneth Paltrow sí es una estrella admirada en todo el planeta. Sus opiniones serán reproducidas por muchos que la admiran con el consiguiente daño.

Lo terrible es que las opiniones políticas de muchos famosos carecen de cultura que las respalde porque, dicho sea de paso, muchos de ellos son analfabetos funcionales con una escasa educación formal y que triunfaron porque sus profesiones requieren un tipo de talento que puede no estar apoyado por una gran cultura. Actuar bien y de forma natural, tener una voz poderosa y afinada o un buen oído para la música, son condiciones que alguien puede reunir sin que por ello tenga que cursar varios doctorados en política internacional. Sencillamente son talentos que Dios le dio y punto. Incluso, hay excelentes actores que nunca estudiaron dramaturgia, como cantantes y músicos que no saben nada del pentagrama, como el caso de Benny Moré, cercano a nosotros.

Por eso mi consejo para los seguidores de alguna estrella es que se limiten a admirarla, no a imitarla, pero si la imitan, traten de reproducir los valores reales que llevaron a la persona admirada al triunfo. Es decir, imiten el profesionalismo en la especialidad de que se trate y no las opiniones carentes de una base sólida, aunque ellos también tienen derecho a expresarlas. Que vengan las canciones y las buenas actuaciones, pero dejemos la política en manos de políticos porque ellos sí saben dónde está el enemigo.


 

 

 

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