PRENSA INTERNACIONAL
Julio 28, 2004
 

La tira cómica del discurso de Castro /

Teresita Mayans. El Nuevo Herald, 28 de julio de 2004.

Cuando ya no se es capaz de distinguir entre el disparate y la razón, cuando ya la conciencia ni el orgullo te dicen: ¡oye, estás haciendo el ridículo!, cuando esto ocurre por desgaste del razonamiento, hay que tomar el camino de internarse en el instituto para dementes geriátricos porque la locura senil se hace presente.

Pero no hay justificación. Estas no fueron las razones estructurales físicas y mentales de Fidel Castro en 1959. Entonces Fidel ni estaba viejo ni estaba loco, era simplemente un ente con el alma saturada de perfidia interesado a toda costa en el poder, ésa era su meta, el poder cueste lo que cueste, sin importarle asesinar para la consecución de sus ambiciones, ni arrasar con una Cuba que en 1959 estaba esplendorosa y próspera. No le importó nunca pecar de embustero, ni le tuvo miedo al ridículo porque nunca hubo vergüenza.

En una sola noche fusiló a casi 500 hombres pertenecientes a la causa donde fue juzgado y sancionado el Dr. Alberto Fibla, conocida como la matanza de Santa Rosa de Lima.

Torturar, asesinar y encarcelar son hechos y cifras para los archivos de consumo interno del G2 y para la cuenta del hielo; para la opinión pública ya es otro cantar: se practica el acting. Cuando Fidel habla para los niños, incorpora un personaje del teatro guiñol; si se presenta en reuniones de la Federación de Mujeres Cubanas, se torna simpático y galán; si se trata de amenazar pone cara de malo; en fin, varios personajes según la circunstancia. Le gusta hacerse el original, el bueno, el justo, el terrible, cualquier cosa. Adquiere la forma del recipiente que lo contiene.

Mentiroso como no hay dos, impúdicamente mentiroso, fullero, fresco, insolentemente irrespetuoso, Fidel miente con una tranquilidad pasmosa y lo más terrible de todas sus historias es que ¡hay que creérselas a las buenas o a las malas! A estas alturas el susodicho personaje afirma que no fomenta en la isla el turismo sexual, como dijo antes que la medicina es para todos buena y gratis, y que Cuba es una potencia médica (en un país donde no existe ni el bicarbonato), y sigue repitiendo y vociferando: ¡Cuba, territorio libre de América!

Cuando abre la boca para su mal decir incansable y habla de cualquier tema lo hace con plena conciencia de que se está burlando del pueblo, de ese mismo pueblo que le abrió los brazos (salvo excepciones) y dijo: ''Fidel, ésta es tu casa''. Desde entonces, con su habitual perfidia, lo mismo insulta a un mandatario que amenaza a personas, gobiernos y gobernantes con lo primero que le viene a la mente; que dedica enormes discursos, ensalzando las virtudes de la vaca Ubre Blanca o la potencia del toro Rosa Fe, que promete a todos los niños de Cuba mandar jugo de naranjas a las escuelas en tanquetas, o que les dice a los indigentes del insalubre barrio El Romerillo que hará del lugar ''un París o un Londres'', o que los apátridas (gusanos) que abandonaron el país ''no podrían regresar jamás'' y que las cárceles las convertiría en escuelas; y en abril de 2001, en la Plenaria de la 105 Conferencia en el Palacio de las Convenciones, dijo que en Cuba no había ''escuadrones de la muerte, ni un solo desaparecido, ni un solo asesinato político, ni un solo torturado, pese a las miles de calumnias divulgadas por un frustrado e inescrupuloso imperio...'', bla, bla, bla. La lista de mentiras sería interminable, ¡Cuba sí, yankees no! Yankees, go home! (hoy ruega e implora y se desgarra el uniforme verde olivo rogándoles a los yankees y a los cubanos del exilio que lo ''ayuden a vivir'' y que vayan a Cuba a disfrutar de los mejores centros turísticos, a esos lugares espectaculares donde no pueden entrar sus milicianos o un trabajador común que viva en Cuba. La desvergüenza hace tiempo tocó fondo.

Lo que toma vigencia ahora es el llamado discurso de Fidel Castro en Santa Clara encaramado en una tribuna y cuidado celosamente muy de cerca por militares, por si acaso se desplomaba y se caía del podio.

Esta vez volvió a lanzar sus dragonadas, a las que ya nadie hace caso, para tratar de evadir las acusaciones del fomento del turismo sexual en la isla, y advertirle al presidente Bush que no experimente aventuras alocadas como ataques aéreos porque podría perder el control de la situación y provocar una guerra entre soldados americanos jóvenes y el pueblo cubano y que eso sería muy triste''. No, Fidel. La tristeza que debió preocuparte fueron las vidas de miles de jóvenes cubanos que mandaste a morir en guerras foráneas como las de Angola, el Congo, Argelia, Etiopía, América Latina y sus movimientos guerrilleros y adonde te ha venido en ganas.

Castro ha hablado ya antes de un éxodo en masa que él no podrá impedir (Fidel, estás loquito porque esto ocurra, pero tú sabes dónde dice peligro).

Pero lo que me tiene aún atónita es la advertencia que el senil Castro le hizo hace poco al presidente Bush: ''Esta guerra usted (Bush) no podría ganarla jamás''. Yo respondo, como dirían los niños, ¿con qué se sienta la cucaracha? ¡Por favor, Fidel, hace 45 años que estás con el mismo estribillo! Y 45 años también con las mismas mentiras, con los insultos, con las dragonadas, pareces un perro ladrándole al ruido de una motocicleta. Quisiste ser un hombre para la historia, pero por tu esencia quedaste como un producto anómalo de la naturaleza. Deja vivir en paz a Cuba y a los cubanos. Ya te llegó la hora de descansar, de desaparecer.

Aunque sé que darte consejos es como querer enseñar álgebra a un mono.

Ex prisionera política cubana.

 

 

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:

Palabras claves:

CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster