SOCIEDAD
Interruptos y disponibles
LA HABANA, enero (www.cubanet.org)
- El diccionario de la irreal academia castrista
de la lengua revolucionaria emplea los sustantivos
"interrupto" y "disponible"
para designar a aquéllos que pierden su
trabajo.
En todos los países -y en la Cuba de siempre-
se les llama desempleados, pero esta palabra no
goza del agrado de los dueños de la ideología,
por considerarla impropia y negativa al ideal
comunista. Así pues, del mismo modo que
el puré de chícharos pasa a ser
crema de San Germán, y el que hace el amor
impúdicamente en la parada de la guagua
es un "indisciplinado social", el que
pierde su puesto de trabajo es un interrupto o
un disponible.
Tal fenómeno era poco frecuente en la
Cuba subsidiada por la Unión Soviética,
pues siguiendo la receta comunista, el desempleo
se ocultaba con el sub empleo, que consiste en
la utilización de un número de obreros
superior al requerido para una actividad específica.
Se trata de que, según el credo marxista,
el desempleo es propio del infierno capitalista
e inexistente en el paraíso proletario.
Posiblemente hoy en día nadie, ni aún
en Corea del Norte, sostenga semejante absurdo
como válido, pero en Cuba existe el caudillo
histórico y legendario, y el "padrecito"
de la patria no puede consentir que sus hijos
deambulen sin trabajo.
Por eso en Cuba el término desempleo fue
edulcorado con otros vocablos menos llamativos.
Pero fue ineludible hablar del fenómeno
como tal por lo frecuente y reiterado que resultaba.
Al inicio y durante muchos años, no hubo
dificultades mayores. Pero al imperio ruso llegó
la perestroika de Gorbachev y mandó a parar.
El novillo caribeño fue destetado y en
la Isla se formó el revolico y el despelote.
El castrismo, entonces, se quedó como el
reverbero sin alcohol o el candil sin luz brillante.
Fue entonces cuando se cerraron muchas industrias
y comercios; casi se paralizó el transporte
y los centros laborales carecían de abastecimiento
para garantizar el funcionamiento de los comedores
obreros.
Oleadas de cubanos perdieron sus nexos laborales
(según el léxico castrista), es
decir, fueron cesanteados de acuerdo a la denominación
universal. Una parte de la fuerza laboral del
país quedó interrupta y de ella
a su vez, un por ciento pasó a ser disponible.
Interruptos y disponibles fueron fenómenos
hasta entonces desconocidos u ocultos bajo el
manto del subsidio soviético. Tanto es
así, que las resoluciones 3/92 y 6/04 que
norman tales situaciones datan de los años
1992 y 1994.
Aunque el interrupto y el disponible tienen en
común la condición de cesanteados
(están sin trabajo), en el primero la situación
puede ser temporal o transitoria, mientras que
en el segundo es permanente. Dicho de otro modo,
el interrupto está pendiente de ser ubicado,
mientras que el otro carece ya del tutelaje estatal
al no pertenecer a ningún centro laboral.
Hacia uno hay mayor compromiso gubernamental que
hacia el otro.
Como la voluntad totalitaria se expresa a través
de un estado erigido en dueño y señor
de vidas y haciendas, el poder político
estipula que el interrupto reciba la totalidad
de su salario durante los primeros treinta días,
a partir de lo cual, si el trabajador no ha sido
aún ubicado, percibirá el 60 por
ciento de dicho monto salarial.
Suele suceder que el interrupto sea captado por
algún cuentapropista como ayudante y decida
no trabajar más para el estado. Otras veces
experimenta con algún "invento"
y llega a la conclusión de que es mejor
que trabajar para el gobierno.
Sucede frecuentemente que el centro de trabajo
se desentiende del interrupto y cuando ello sucede
el individuo pasa a ser disponible; desvinculado
de cualquier compromiso laboral.
Como son muchos los cesanteados y muy reducidas
las ofertas de trabajo, se ha difundido la oferta
de estudio, porque el totalitarismo no puede ser
indiferente ante tanta gente fuera de su estricto
control. Cuentapropistas, inventores y disponibles
se entrecruzan, contraponen e interponen, según
las circunstancias, formando un triángulo
a veces no tan amoroso, pero necesario e interdependiente
para capear el temporal en este mundo de alucinaciones
y locuras. cnet/03
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