OLA
REPRESIVA
¿Quién desprecia
a quién?
LA HABANA, enero (www.cubanet.org)
- La campaña mediática desplegada
por el gobierno de La Habana a favor de cinco
cubanos presos en los Estados Unidos es más
intensa cada día, pero en las cárceles
cubanas varios cientos de presos políticos
cubanos reciben de sus carceleros un tratamiento
inhumano.
"Todo parece indicar que quieren matarlos
lentamente", comentó un familiar de
un preso de conciencia que reside en el centro
del país.
Víctor Rolando Arroyo Carmona se repone
lentamente de la golpiza que le propinaron el
mayor Soler, el capitán Boulí y
el subteniente Guía. Sus carceleros le
hicieron saber que si se manifestaba contra su
incorporación al destacamento junto al
resto de la población penal, recibiría
lo mismo: otra golpiza.
La esposa del periodista, Elsa González
Padrón, dijo que no recibe cartas de Arroyo
y que él tampoco las que ella le envía
semanalmente.
Señaló también que los alimentos
son de mala calidad y están mal elaborados.
Esto se une al hollín que día y
noche despide una chimenea cercana al comedor
y los dormitorios; hollín que se adhiere
a los alimentos, pisos, paredes, y desde luego,
a las vías digestivas y respiratorios de
los reclusos, aumentando sus problemas de salud.
Los familiares de Félix Navarro, preso
de conciencia del grupo de los 75, confinado también
en la cárcel guantanamera, supieron que
en el destacamento donde está el prisionero
las autoridades soltaron cucarachas para liquidar
un brote de chinches, alegando que las cúcaras
son depredadoras naturales del insecto chupador
de sangre humana.
Según fuentes de los prisioneros, éstos
continúan martirizados por las voraces
chinches, por las cucarachas, por los alacranes
(depredadoras de éstas) y... por los carceleros,
depredadores de los reclusos.
Pero no es la de Guantánamo la única
prisión cubana que ofrece a la población
penal condiciones infrahumanas de subsistencia,
ya que eso es regla.
En una celda solitaria de La Pendiente, prisión
de la provincia Villa Clara, el periodista Héctor
Maseda, condenado a 20 años de cárcel,
dijo a su esposa Laura Pollán Toledo, que
es un especialista en matar ratas a chancletazos.
Allí fue atacado por la sarna, lo que obligó
a Pollán Toledo a viajar semanalmente de
la capital al centro del país para llevarle
sábanas y ropa limpia para combatir el
molesto parásito.
Víctor Rolando Arroyo Carmona comentó
con su esposa que "la jaula más sucia
de un zoológico tiene mejores condiciones
y más higiene que las celda donde están
los presos". Y pidió que le llevara
una escoba, detergente, desinfectante y otros
materiales de limpieza, pues según parece
el presupuesto de las prisiones no cubre el abasto
de útiles de limpieza. cnet/01
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