PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 23, 2004

SOCIEDAD
Crónicas de la calle: Precios virtuales

PINAR DEL RÍO, enero (www.cubanet.org) - La realidad cubana se palpa cuando se recorren sus calles. Dicen que el cubano es rebelde por naturaleza. Cabe preguntarse ahora: ¿Dónde está la rebeldía del cubano a lo largo de estos cuarenta y cinco años? Alguien dijo también que "el cubano, con la misma fuerza que protesta, después aplaude".

Lo cierto es que el cubano ya se va cansando de aplaudir, y lo más común en las calles de la isla es ver y escuchar a las gentes protestando.

Recientemente se anunció en los mercados paralelos de la provincia de Pinar del Río una rebaja de precios en algunos alimentos por el fin de año. Fue una buena noticia que acogieron los habitantes con agrado. Rebaja de alimentos en Cuba equivale a un poco de alivio a la hora de enfrentar las carestías. La resolución fue emitida por el ministerio de Comercio Interior en la localidad.

De inmediato todo el mundo hizo sus planes. Entre los productos en rebaja se encontraba el huevo. Un huevo cuesta dos pesos, bajaría a uno cincuenta centavos con la nueva resolución. En la mesa cubana el huevo se ha convertido en el aliado principal, el "salvavidas de lo cotidiano".

Finalmente llegó la decepción. Se dictaminó la rebaja de los precios, pero se perdieron los productos que estaban en la lista de rebaja. El engaño era evidente y fue la causa de las protestas.

Salí a las calles y entrevisté a algunas personas de diferentes edades. Lo más impactante fueron los testimonios de ancianos jubilados y con bajos recursos:

Alberto Rodríguez Rodríguez (66 años) es uno de ellos. Era trabajador de Comercio Interior. "Yo trabajé en los servicios la mayor parte de mi vida. Sabía que eso de la rebaja de los precios era un truco. Casi siempre en los días de fin de año anuncian rebaja de los productos y luego desaparecen de las listas de ofertas a la población. Después uno los ve a precios más altos en el mercado negro. Y lo más importante, esos productos salen de los mismos almacenes del estado. Todo se debe al descontrol existente. Los perjudicados somos los que tenemos bajos salarios. No podemos darnos el gusto de pagar esos precios tan altos".

Una señora que estaba cerca de Alberto no quiso dejar de dar testimonio de su inquietud, y agregó: "En los días de fin de año los únicos que pueden celebrar con buena comida en la mesa son los que mandan y los que hacen negocios y ganan buen dinero. Para nosotros los jubilados no queda nada. Si eres viejo y no tienes familia en el extranjero que te envíe remesa o no tienes un negocio, te mueres de hambre".

La señora dijo llamarse Elsa Paredes y es maestra jubilada con más de cuarenta años en la profesión. Tiene ahora sesenta y un años.

Escuchando estos testimonios a uno lo embargan las dudas. Muchas interrogantes se quedan sin respuesta. ¿Cómo es posible que directivos responsables de asumir cargos importantes en dependencias relacionadas con la distribución de alimentos a la población hagan caso omiso a situaciones de este tipo? Resulta que por obra y gracia del descontrol, una directiva dictada por una institución del estado ha devenido burla a la población.

En mi recorrido por la localidad pude recoger el testimonio de un señor que hasta hace poco se desempeñaba como administrador de un mercado paralelo. Por razones obvias, debido a las declaraciones que hizo, no quiso dar su nombre:

"Tengo cincuenta y dos años. Trabajé como administrador de comercio durante diez. Tenía mi búsqueda en mi trabajo, la comida la tenía garantizada para los míos. Ahora se ha puesto malo eso de trabajar en el comercio y los servicios. Los jefes crean controles y leyes que sólo favorecen a ellos. Si le caes bien a uno de los que mandan, te salvaste. Cuando caes en desgracia empiezan a controlarte el trabajo hasta que te botan. Fui inteligente y me salí a tiempo. Pude sacarle algún dinero a mi cargo y ahora rento mi casa a extranjeros que visitan la provincia. Gano para vivir bien".

Hay algo que es reflejo palpable de la realidad que se vive dentro de Cuba: los de abajo tienen como única esperanza sobrevivir a cualquier precio, aunque la mayoría de las veces el precio rompa los bolsillos. Los de arriba siguen dictando leyes virtuales y mejorando sus vidas; sin percatarse apenas que sobre sus cabezas pende la espada de Damocles, colgando de una frágil hebra arrancada al cabello de la inmoralidad. cnet/06



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