SOCIEDAD
Suspenso en cubanidad
LA HABANA, enero (www.cubanet.org)
- Según el test de Cubanidad presentado
en el último número de la revista
católica "Vitral",
que se edita en Pinar del Río, mis conocimientos
sobre el tema están en crisis. En el ameno
pasatiempo se deben contestar 311 preguntas con
un margen de error máximo de 40 respuestas
fallidas. Pasada esa marca se considera que el
examinado no está ducho en rudimentos de
cubanidad, y según el autor debe cuestionarse
seriamente al respecto. Preguntas tales como ¿qué
no tuvo la mujer fea? ¿Cómo se le
llama al hombre que aguanta la infidelidad? ¿A
qué hora mataron a Lola? o ¿de quién
eran los tamalitos? se entremezclan con dichos
muy comunes, como "no hay mal que dure..."
y "el que no tiene de congo...." También
se encuentran otras preguntas que les serían
difícil de contestar a personas nacidas
después de 1959, más aún
si pertenecen a generaciones más cercanas
a la presente. De dónde es el hombre de
la casa Prado, el anuncio de los acumuladores
"Los Ángeles" o las referencias
a personajes como Tamakún y los Tres Villalobos,
que prácticamente no existen en la memoria
nacional, pertenecen a una época casi desconocida
hoy.
En mi caso, sin embargo, las respuestas en las
que fallé no coinciden con esas realidades
lejanas en el tiempo. Así, pude contestar
que Tres Patines es el que siempre va a la reja,
que la esquina del pecado era San Rafael y Galiano
y que el amigo de Chicharito se llamaba Sopeira.
Esto lo pude lograr gracias a las innumerables
horas de conversación mantenidas con mi
madre. Ella llenaba todas aquellas noches sin
televisión o de largas caminatas nocturnas
para llegar a nuestro hogar con una amena charla
donde me descubría hechos recogidos en
su memoria, donde aparecían estampas transmitidas
por sus mayores o los recuerdos de su niñez,
las cosas de la familia, nombres de personas ya
desaparecidas, hechos históricos de los
que nos hablan en las escuelas, pero vistos desde
su punto de vista más personal y aquellas
historias que no reúnen los requisitos
suficientes para ser dignos de aparecer en los
libros de estudios, pero que indudablemente pertenecen
al acontecer de la vida nacional. Los sucesos
de Orfila, el ciclón del 44, el caso de
Cristina, el hombre que cambió de sexo
mediante una operación quirúrgica,
hicieron noticia un día y de alguna manera
se insertaron en la conciencia del pueblo.
Pertenecen también a la herencia de la
nacionalidad los comercios ya desaparecidos, los
productos que ofertaban y los hacían célebres,
las múltiples propagandas. Personajes que
reflejaron el tiempo que les tocó vivir
o que influyeron en los gustos y costumbres de
sus contemporáneos también son forjadores
de la nacionalidad. En este grupo se destacan
los artistas cubanos ya desaparecidos que dieron
vida a Tres Patines, Chicharito y Sopeira, el
Negrito y el Gallego, y tantos más que
dieron gloria al humor criollo.
Eso es precisamente lo que le va faltando a esta
generación de cubanos. La memoria transmitida
en el seno familiar de aquellos eventos, no importa
lo insignificante y grotesco que puedan parecer,
pero que forman parte de nuestras raíces.
El desastre del Morro Castle o el naufragio del
Barbaneda son del conocimiento de mi hijo, porque
su abuela le cantaba las canciones compuestas
a la luz de esos sucesos trágicos que un
día hicieron noticia en Cuba. Y el conocimiento
de ese suceso trae por consecuencia hablar de
otros parecidos o relacionados de alguna manera
con la época en que se produjeron.
La Bayamesa y El Mambí fueron canciones
que escuché por primera vez en labios de
mi madre y por ellas supe de los acontecimientos
relacionados con las guerras de independencia.
Esto antes de ir a la escuela. Es la memoria nacional
que se transmite de manera sencilla, pero efectiva,
a través de la tradición oral. Desgraciadamente,
vivimos en un tiempo donde la televisión,
los videos, los juegos electrónicos y la
vida agitada y llena de preocupaciones por resolver
los problemas de cada día, o bien no permiten
este diálogo formativo o se convierten
en una barrera que imposibilita este encuentro
necesario entre distintas generaciones de cubanos,
donde el legado del pasado no muera con los más
viejos.
Esta realidad se ha venido agudizando. No es
extraño que alguien no sepa responder que
Cuba se conoce como la Perla de las Antillas,
o quién es el autor de "Siboney",
incluso ni siquiera el nombre de aquél
que ideó la bandera cubana, o los hechos
que acompañaron la composición de
nuestro himno nacional.
Y es triste. Porque con el olvido se va borrando
toda la saga de episodios que se unen y que hilvanados
van configurando las hermosas páginas del
libro de la Patria. Dentro de ella somos personajes
que vamos apareciendo según pasan las páginas.
La trama es sólo una. Cambian las escenas
y los paisajes. Pero la historia reciente se explica
con la pasada.
Por suerte, se aprecia en las revistas editadas
por la Iglesia Católica cubana una preocupación
por recuperar el pasado y la memoria de Cuba.
Son ejemplos la galería de cubanos insignes
que cada mes la Dra. Perla Cartaya nos regala
en "Palabra Nueva", los análisis
de acontecimientos de nuestra historia en "Espacios"
o la recreación escrita que desde "Vitral"
refleja la vida que animó en tiempos pasados
a la ciudad de Pinar del Río a través
de su arquitectura, comercios y ciudadanos.
Quizás para algunos esta entrega de la
osada revista pinareña sea algo inconsecuente
y ajeno a los objetivos de la publicación.
Pueden parecer vacuas algunas "vulgaridades"
recogidas en el test. También pueden sugerir
que faltan otras cuestiones más importantes
para medir nuestro nivel de cubanidad. Dichos
populares, palabras de poco gusto, personajes
de poco lustre como un proxeneta o un loco popular,
los comercios que llenaban la ciudad de nuestros
padres y abuelos, aquellos juegos inocentes que
no se pueden comparar con lo que hoy vemos, sucesos
donde la política, la historia y la crónica
roja se hacen presentes, todo ello conforma el
cambiante escenario donde ayer se movieron nuestros
antepasados y que ahora ocupamos nosotros.
Todo y todos conformamos Cuba. No sé quién
ideó este magnífico juego, que aparece
precisamente detrás de un breve pero rico
artículo titulado "Carnet de Identidad",
de la autoría de ese magnífico poeta
y periodista que es Raúl Rivero. Lo cierto
es que ya está en manos de otros familiares,
en la Patria y fuera de ella. Me han confesado
que se han divertido mucho haciéndolo.
Unos han perdido, al no poder contestar muchos
de los acertijos, otros se ufanan de tener un
mayor average cognocitivo de lo "nacional".
Pero realmente todos hemos ganado con esta página
24 de Vitral de octubre del 2003. cnet/43
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