SOCIEDAD
Pero a pesar de eso somos cubanos
LA HABANA, enero (www.cubanet.org)
- Me encontraba en la cola de la farmacia en espera
de mi turno para comprar el medicamento que necesitaba.
Tenía la esperanza de poder adquirirlo,
pues el día anterior habían entrado
suministros de la empresa abastecedora.
Los cubanos, que no desperdiciamos ninguna ocasión
para entablar una charla animada en cualquier
lugar, pasamos el tiempo en estas involuntarias
colas deliberando sobre distintos temas. Unos
hablan de la familia. Otros sobre enfermedades.
En esta ocasión una señora de mediana
edad intercambiaba puntos de vista sobre la realidad
cotidiana que vivimos hoy los cubanos.
Se refería al alto costo de la vida, la
carencia de bienes de primera necesidad y los
precios elevados para poder comprarlos en comparación
con los salarios y pensiones que se perciben.
Ponía como ejemplo su caso y el grave problema
que tenía con una hija que estudia en el
nivel medio de enseñanza. La muchacha,
según refería la señora,
estaba prácticamente descalza y comprarle
un par de tenis de cierta calidad rebasaba las
posibilidades de su maltrecha economía
doméstica.
La conclusión de la conversación
recayó en la fracasada dirección
económica que había tomado el actual
sistema de gobierno.
Unos pasos más adelante, un hombre que
hasta ese momento había permanecido en
silencio, decidió romper su mutismo ante
las críticas contra el sistema socialista,
y de forma correcta aunque imperativa, mostró
su disgusto ante los comentarios de la señora,
y lanzó una serie de justificantes a las
críticas expuestas, haciendo una descripción
de la situación económica que se
confronta en la Isla, para finalizar su perorata
con un manifiesto de incondicionalidad al sistema
por él defendido.
La señora no se amilanó ante la
descarga ideologizada y con toda claridad contestó
que su combativo oponente podría pensar
cono prefiriese, pero que a ella nadie la podía
obligar a opinar de otra manera, y mucho menos
hacerle creer que lo que se está viviendo
es bueno.
El silencio se hizo presente de manera abrumadora
y los espectadores quedaron alertas ante lo que
podía seguir. Pero le llegó el turno
al interlocutor de la señora. Unos minutos
después el hombre reflejaba en su rostro
la frustración, pues el medicamento por
él buscado estaba en falta en la red de
farmacias y solo podía ser encontrado en
las que lo comercializan en divisas.
Cuando se retiraba, la señora involucrada
en el anterior intercambio de criterios, le salió
al paso y le dijo: "No se preocupe, yo tengo
en mi casa dos sobres de ese medicamento y con
mucho gusto se los voy a regalar, porque a pesar
de todo somos cubanos". cnet/21
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